Como todas las mañanas se levantó temprano. Con unas pocas gotas de agua limpió su cara. Se puso el overol de siempre. Sin el suéter que lo resguardara de la fría mañana, porque no forma parte de su escaso guardarropa. Probó el alimento ofrecido. Alistó el diminuto negocio. Se despidió de su madre. Salió con el ánimo del gran emprendedor.
Inició la andanza por las calles conquistadas por las huestes de Hernán Cortés en 1519. Pasó por el Colegio Preparatorio, al que aspira ingresar cuando la pobreza y el tiempo de estudiar se lo permitan. Hizo su primera parada en el Parque Benito Juárez. Recorrió el Paseo de las Virtudes. Ofreció la mercancía a los asistentes del Ágora de la Ciudad, espacio ventilado por la cultura, las galerías y el aroma del mejor café degustado en los provincianos locales de Xalapa, Veracruz.
Desde el mirador contempló al majestuoso Pico de Orizaba. Recordó en ese sitio las biografías de los hombres que a su edad, o cercana a ella, hicieron camino al andar por el viacrucis del sacrificio, hasta llegar a la cima de la fama o riqueza, como Henry Ford, que mercaba periódicos; Jesús de Nazaret, que ingresó al templo para discutir “los asuntos de mi padre”; Carlos Slim que vendía dulces a sus compañeros, a la hora del recreo; el exgobernador de Aguascalientes, que preparaba tostadas con la comida sobrante de mediodía para ofrecerla a los empleados de la papelería, en la tarde; y del hermano de éste que levantaba pedidos en el mercado Terán para el negocio familiar.
El pequeño siguió su recorrido ambulante cargando el bote con tapa amarilla, donde guarda la esperanza para llevar unas monedas que ayuden al sustento de la familia. No usa celular. Tampoco se entretiene mandando mensajitos. Ni pierde el tiempo en el vecindario de las redes sociales. Está libre del autismo generado por la modernidad extrema, pues. Lo suyo es presencial. Cara a cara. Rostro a rostro.
Minutos después llegó al pináculo de la prepotencia para recibir los azotes de la ofensa, la intolerancia, el bullying político y la miseria humana, a decir de la nota publicada en estas páginas el 24 del mes reciente: “El presidente de la Comisión de Proceso Internos del PRI, Carlos Brito Gómez, echó a un niño vendedor de chicles de la sede estatal del partido, donde se realizaba el registro de precandidatos a diputados federales.
El encuentro entre el niño de unos ocho años y el político veracruzano, de 82, quedó registrado en una serie fotográfica que ha generado indignación entre usuarios de redes sociales, que cuestionaron la actitud del priista.
En las imágenes se ve al niño en el salón Jesús Reyes Heroles de la sede estatal del PRI, en esta ciudad. Entre el registro de un candidato y otro, el menor sube al estrado y camina frente a los integrantes de la comisión ofreciendo caramelos en un frasco transparente.
Cuando llega delante del ex subsecretario de Gobierno, éste lo recibe con una mirada fría. Aun así, el menor se anima a decir algo. Brito contesta también, pero sus palabras se acompañan con un ademán que señala la salida del recinto. El niño se retiró sin vender un solo dulce”.
Lo corrieron por ser pobre. Su único pecado es formar parte de ese México de carne y hueso abandonado, necesitado de los satisfactores mínimos para vivir dignamente.
Mientras el niño veracruzano lleva a cuestas la pesada cruz, la cosmetóloga María Cristina Díaz León, presidente del Instituto de Transparencia de Aguascalientes, se autorizó el año pasado el 20% de aumento a su salario mensual neto para quedar en 112 mil 54 pesos, escasamente inferior al del gobernador de Aguascalientes, de 122 mil 451 pesos; pero muy superior al del alcalde de Aguascalientes, de 69 mil pesos; y al del jefe de Gobierno del Distrito Federal, de 73 mil 692 pesos; y a la paga mensual de los presidentes de Ecuador (siete mil dólares), Venezuela (seis mil 188 dólares), Perú (cinco mil 500 dólares) y Bolivia (dos mil 176 dólares), según la numeralia publicada por Reforma y Líder Empresarial.
Apenas el viernes el Gobierno Federal anunció un recorte al gasto público equivalente al 0.7% del PIB para afrontar difíciles condiciones de la economía global. La tijera no llegará al ITEA, que seguramente seguirá administrando la abundancia de los impuestos entregados por el sacrificado contribuyente.
En estas contrastantes historias quizás se encuentre el génesis del resentimiento social de un buen porcentaje de la comunidad nacional lastimada por las diversas modalidades de la pobreza, empezando por la salarial.
Porque alguien debe de escribirlo: El jefe político de los priistas aguascalentenses, Carlos Lozano de la Torre, va perdiendo la pelea. Sus gallos propuestos están recibiendo muchos navajazos en ruedo de la elección primaria de las cuatro diputaciones federales (tres de mayoría y una plurinominal).
Dennis Ibarra Rangel, lozanista de hueso colorado, está siendo desplumada por María de los Ángeles La China Aguilera Ramírez, integrante del partido Lorena Martínez, quien pretende cobrarle a Ibarra Rangel aquella derrota que le propinó a su hija política Patricia Valadez Bustamante, cuando estuvo en juego la candidatura para una diputación en la pasada legislatura local. La pelea se puso buena. Veremos qué gallina roja triunfa: si la de los lentes oscuros o la de los consumidores defendidos.
En el PAN miran felices por el encontronazo. Los azules están obligados a conservar el Distrito II para remarcar ese territorio, la mitad de la ciudad, con miras a 2016.