Reflexiones al inicio de un año electoral / Jorge Varona Rodríguez en LJA - LJA Aguascalientes
23/11/2024

El año 2014 la presente legislatura dejó entrever un valioso potencial de trabajo parlamentario. Se avanzó sustantivamente y se atendió puntualmente la armonización legislativa que demandaban las trascendentales reformas constitucionales. Dimos pasos fundamentales. En 2015, avanzamos hacia la etapa final: concordar la legislación secundaria con la reforma constitucional. La responsabilidad es fijar reglas operativas para fortalecer la presencia y ampliar los cauces para la participación del ciudadano libre, que es el núcleo y la razón de ser de todo proceso democrático.

Para ello debemos seguir avanzando en los caminos de la democracia parlamentaria: alejarnos de la diatriba y el monólogo, que sin duda resultan ofensivos a los ciudadanos. En ese sentido, es indispensable continuar ampliando el entendimiento, el diálogo y la escucha activa, todas ellas vías que facilitan la comprensión de las ideas y planteamientos de los demás y que permiten la construcción de acuerdos. Abrigo la certeza de que continuaremos transitando de forma proactiva.

Legislar -permitiéndome parafrasear a César Camacho, presidente del CEN del PRI- “es pactar, y pactar no es ceder; es convenir libremente en algo y obligarse a su observancia. Ese espíritu de convenir exige un talante incluyente, es decir, la voluntad de procurar la participación de todos”.

Reitero mi dicho del 2 de julio de 2014: La democracia no es el diálogo, sino que es el diálogo el que impulsa la democracia. La democracia funciona cuando se logra hacer coincidir la inteligencia de la voluntad, la ética del compromiso y la fuerza de las razones.

Los integrantes del Congreso estatal tenemos el deber de ser resolutivos en la labor legislativa y atentos gestores de la movilidad y el cambio social. Para todo servidor público es fundamental desarrollar una aguda sensibilidad a las necesidades de las personas; claridad y solvencia al momento de responder al ciudadano. De esta manera podremos despejar la percepción deteriorada del quehacer legislativo por parte de los ciudadanos. Es éste un reto a superar. Es indispensable el trabajo colaborativo para sumar ideas y acciones a favor del bienestar de los aguascalentenses.

Hay que imprimir visión de largo plazo al esfuerzo parlamentario plural. Tenemos un mandato ciudadano por cumplir y el deber ético de hacer valer la civilidad política. Es vital encontrar nuevas fórmulas para perfeccionar la instrumentación de la democracia. Esa es la misión a la cual tenemos que dedicar nuestros afanes. De ahí que es oportuna la advertencia de dejar en manos de los candidatos y los partidos el proceso electoral federal en curso.

Nuestra aspiración, en cambio, debe ser convertirnos en un parlamento que escucha, comprende, reflexiona y actúa. No sólo en uno que habla. En las calles, en los lugares de trabajo, en los espacios educativos, en las redes sociales, los ciudadanos nos dejan ver un puntual rechazo a la simulación. Rechazan, contundentemente, el oportunismo electoral. Nos exigen más razones, un mayor dinamismo que abandere las causas ciudadanas. Eficacia y capacidad para evitar y resolver los conflictos sociales y la violencia criminal.

El mundo y las naciones se transforman actuando localmente. Para que México sea mejor es deseable que los ciudadanos aguascalentenses trabajemos en la mejora continua de nuestras colonias, nuestras comunidades, nuestros municipios, nuestro estado. Así, estaremos transformando, de manera efectiva, al país.

La compleja época que nos ha tocado vivir se vislumbra con luces y sombras en las próximas décadas. Lo que hagamos localmente tendrá un reflejo en el futuro del planeta que heredaremos a nuestros hijos y nietos. Los servidores públicos debemos actuar en primer término como ciudadanos que trabajan para otros ciudadanos. Quienes ocupamos un cargo de representación popular tenemos aún una mayor responsabilidad. Servando Teresa de Mier, hace doscientos años, hizo una reflexión que continúa siendo vigente: “la mayor condecoración del hombre es la de ser un ciudadano virtuoso”.


Los desafíos del presente nos convocan a no permanecer pasivos. La democracia no garantizará por sí sola su sobrevivencia. Requiere de ciudadanos virtuosos, que puedan ampliar la densidad ciudadana y contribuir a la pertinente transformación social. Es momento de fortalecer nuestra vida pública desde sus cimientos. Seamos audaces, abiertos y eficaces.

Al atender las demandas sociales, instrumentar la participación ciudadana y procurar el desarrollo comunitario pleno, nos convertimos en un eslabón fuerte de la democracia mexicana. De esta forma, trabajamos en términos puntuales en lo que le hace falta al estado y al país. Si nos preocupa México debemos ocuparnos en transformar a Aguascalientes.

En efecto, al legislar con altura de miras y visión de largo plazo estamos cambiando el mundo. El que nos toca vivir. El nuestro, el que nos rodea y nos afecta y compromete.

Reitero: más allá de esta reforma que estamos en vías de cristalizar, el debate está y continuará abierto, al igual que muchas otras cuestiones esenciales para el pueblo y para la República.


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