Julio: Gracias por siempre / Letras ciudadanas - LJA Aguascalientes
21/11/2024

Gracias por tu gran amor al periodismo, por tu ejemplar valentía, pero sobre todo por darnos una ventana a la verdad en estos últimos 29 años de tu existencia, en estos momentos debemos reconocer en ti tu entusiasmo y ejemplar entrega a tu trabajo, mismo que ha marcado una profunda huella y ha dejado un anhelo de libertad que periodistas como tú, han inclusive arriesgado hasta su vida ejerciendo su actividad. “Por tu gran culpa” hoy podemos encontrar en estos difíciles tiempos un consuelo cuando hay una denuncia o un trabajo de investigación periodística de las fechorías de corrupción o de fraudes en su mayoría cometidos por las clases políticas gobernantes de los dos grandes partidos políticos que han gobernado este país por más de 80 años: “La dictadura perfecta” como dijo Mario Vargas Llosa.

¿Quién apostaría por un joven que a sus 18 años entró como oficinista en el periódico Excelsior, que podría hacer historia algún día? Casi nadie se imaginaba, Julio, que más temprano que tarde tendrías la oportunidad de ser uno de sus periodistas más visionarios, realistas y objetivos que nos ha dado México, hoy por cierto debemos de agradecer a uno de los presidentes que más ha sufrido este país y que enfrentaste con la razón y objetividad de tu pluma; aquel acto aberrante de Luis Echeverría Álvarez de buscar tu salida del periódico nos otorgó la oportunidad de tener en un prestigiado semanario en el que se sigue dando cuenta de un periodismo valiente y, más que valiente, de un periodismo honesto, profesional y analítico;  hoy tu gran obra, estimado Julio, sigue marcando la vida de muchos mexicanos y dejando escuela de investigación, es en Proceso, fundado por ti a tus 50 años de vida que nos ha ilustrado durante años a varias generaciones, aún a los políticos que siendo jóvenes siguen buscando en sus notas informativas la razón de generar debate, análisis y diálogo a que obligan sus grandes reportajes.

Como olvidar las portadas y los interiores en los que se daba parte de las corruptelas de políticos mexicanos, El Partenón que construyó el nefasto Arturo El Negro Durazo en Zihuatanejo, Guerrero o aquella portada de cuando se sabía de las fortunas acumuladas en el gobierno de Carlos Salinas al denunciar la revista en primera plana a El Hermano Incómodo: en este número supimos como se daban las transacciones mercantiles de este personaje que se dedicó a lavar la fortuna de la familia del presidente, los relatos impactantes, las masacres de Acteal en Chiapas por el levantamiento del EZLN o de la matanza de campesinos de Aguas Blancas en el estado de Guerrero, o los magnos y costosos conciertos en el Castillo de Chapultepec ofrecidos por  la parte femenina de La Pareja Presidencial, Martha  Sahagún; recuerdo vagamente cuando siendo gobernador de Aguascalientes Otto Granados Roldán mandó comprar o desaparecer todos los ejemplares de la revista Proceso en esta ciudad debido a que lo involucraban con el negocio de la concesión del servicio del agua en la capital y de sus negocios con la familia del entonces presidente Salinas y que nos llega la revista de otros estados vecinos, esa era la magnitud de tus valientes, y entre otras grandes investigaciones que por ser tantas se escapan a mi mente.

Pero más es de recordar y reconocer tus sabias palabras cuando se te invitó por parte del subcomandante insurgente Marcos del EZLN en enero del 94 para que formaras parte de un grupo de diálogo y mediación en aquella carta que se te envió y que tuviste a bien contestar: “Agradezco la inclusión de mi nombre al lado del obispo Samuel Ruiz y de la señora Rigoberta Menchú. Sin embargo, mi condición de periodista me obliga a la imparcialidad, difícil de sostener en la doble condición de mediador y cronista de los acontecimientos que vivimos. Debo, pues, cumplir exclusivamente con las reglas de mi profesión”; aquel escrito puso en alto a tu persona y mostró el compromiso que tenías de ser informador y no parte de la noticia, esa actitud pocas ocasiones mostradas con la humildad de un “soldado de la información” es para reconocerte siempre, dejaste la abogacía para dejarnos muchas obras que merecen ser leídas por las futuras generaciones, para mi gusto la mejor: Los presidentes (1986), que es recomendable analizar constantemente para evitar que se repitan los hechos como los que hoy nos agobian en el sur de México, como en los 70, en el 94 y en tantas otras fechas más.

Hoy tristemente sabemos de tu partida, es cuando muchos medios hablan de lo poco que se reconoció tu trabajo y de los premios que no aceptaste porque los otorgaban los gobiernos a los que tú no dudaste en denunciar. Para Julio Scherer García, de mi parte, sólo me resta ofrecer un GRACIAS POR SIEMPRE…

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