¿De cuál fumas, Carmen? / Cinefilia con derecho - LJA Aguascalientes
23/11/2024

El relativamente nuevo pleito, que todavía tiene mucho por delante, entre Fernanda Familiar y Carmen Aristegui remonta a un tema de suyo apasionante y complejo: la ética periodística. Y es que las preguntas precisas de Familiar nos dejan a todos esperando que Aristegui responda y ahonde en premisas fundamentales: ¿Por qué la crítica que se hace a ella no es ética? ¿Por qué pedir a un columnista obtener todos los puntos de vista cuando ella tampoco los recaba previo a la difusión de sus reportajes? ¿Por qué pedir una objetividad que ella tampoco cumple? Y yo agregaría ¿Por qué exigir responsabilidad moral a un medio (El Universal) por algo que es responsabilidad exclusiva del columnista?

Y es que lo más interesante de estas preguntas es que se pone en una posición incómoda a Carmen Aristegui, pues aunque los sospechosistas, izquierdosos, heaters o antigubernamentales la tienen dentro de su martirologio, lo cierto es que como periodista asume una postura que puede y debe estar sujeta a juicio, la clara tendencia de sus comentarios tiene una finalidad, es decir no es objetiva, y a mí me parece muy claro que no tiene que serlo, no estamos en presencia de una simple cronología de hechos o recuento de noticias, sino de un programa de análisis, pero de igual forma pasa con Salvador García Soto, él no es un reportero que tenga que reseñar hechos, es un columnista que opina y en esa medida es subjetivo.

Fernanda Familiar dejó algo muy claro: Carmen con su reclamo exacerbado a García Soto cae en absolutismos cercanos a “la verdad soy yo”, y esto es más preocupante por el lugar que ocupa dentro de la sociedad mexicana, nadie puede negar la importancia de su crítica, la necesidad de sus revelaciones en temas tan importantes como la red de prostitución de Cuauhtémoc Gutiérrez o la Casa Blanca. Lo grave es que con base en estos aciertos se convierta en una deidad informativa y dejemos de cuestionarla, más peligroso aún que ella misma pudiera llegar a creer que no puede ser cuestionada.

No sé si es una bobada, como alguien sostuvo, lo dicho por Salvador García Soto sobre que el expediente de la Casa Blanca fue entregado por Ebrard a Carmen Aristegui, pero de lo que estoy seguro es que el columnista lo dice en esa calidad, no como reportero, no es que sea menor la cuestión pero la esencia del artículo es el subjetivismo, y claro que El Universal podrá valorar la permanencia o no de él en su línea de opinión, pero de lo que estoy convencido es que la “columna” es responsabilidad propia del que la escribe, no del medio.

En una de mis cintas favoritas Buenos Días Vietnam (1987) el excelente y carismático locutor interpretado en una de sus más memorables actuaciones por Robin Williams (me parece que con esta película despega su carrera) a pesar de lo excelente de su trabajo, de que es recibido con entusiasmo por los cientos de soldados que viven la terrible guerra con el Vietcong, es retirado de su micrófono porque sus comentarios no agradaron a sus superiores. ¿Es esta clase de mordaza la que quiere Aristegui ejerza Ealy Ortiz con sus columnistas? El respetado director de El Universal dio cachetada con guante blanco al no contestar y sólo dar entrada en su Bajo Reserva Exprés a la carta de Fernanda Familiar, como si de ese tamaño fuera la adversaria.

Me parece apasionante que los medios debatan sobre la ética; es adecuado que se critiquen mutuamente, porque al final de cuentas están en igualdad de condiciones, la Suprema Corte de Justicia ya ha dejado claro que el debate entre ellos fortalece la democracia, por ello, “debe ser desinhibido, robusto y abierto, pudiendo incluir ataques vehementes, cáusticos y desagradablemente mordaces… éstas son las demandas de una sociedad plural, tolerante y abierta, sin la cual no existe una verdadera democracia” (amparo directo 28/2010 derivado del caso conocido como “Cómplices del terror” entre Letras Libres y La Jornada).

Es lamentable que Aristegui pretenda acallar la voz de Salvador García en lugar de debatirla, un “de cuál fumas” no es argumento, es censura, en el ambiente de los medios de comunicación esto puede llevar un tufo (mínimo si usted quiere) de represión o limitación de la libre opinión pública, cosa que una democracia en ciernes o en crisis como la nuestra no se puede permitir. Esperaría, como columnista, que en los medios de comunicación se continúe con la discusión en torno a la ética, pero sobre todo que el debate no aparte de su vista el único fin del mismo: la libertad de expresión.

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