Reivindicar la discusión / Disenso - LJA Aguascalientes
21/11/2024

I

Hace unos meses el obispo de Aguascalientes hizo algunas declaraciones poco afortunadas sobre la comunidad gay. El contundente rechazo en redes sociales, en las charlas de café se hizo manifiesto. Llamó mi atención la manera en que se descalificó su postura: pidiendo silencio o castigo, ridiculizando y censurando la opinión. En otros tiempos, en otras circunstancias, quien propusiera el matrimonio entre dos hombres hubiese sido objeto de silencio o castigo, de ridículo o censura.

II

Creo que la verdad existe, y como verdad total, digamos, absoluta, es una sola.

Disculparán ustedes: soy filósofo. Y a los filósofos nos da por tratar de explicar cosas de las que casi nadie pide explicación. Y es que la enfadosa declaración inicial tiene como fin, desde ya, evitar una contradicción performativa. Ahí vamos otra vez: una oración del tipo “yo no existo”, es una contradicción performativa: evidentemente quien esté en condiciones de proferir cualquier cosa, existe. Con esa sencilla premisa podemos desterrar oraciones sin sentido tales como  “la verdad no existe” o “cada quien tiene su propia verdad”.

Por supuesto que es probable que jamás poseamos la verdad completamente -es decir que tengamos una teoría última de todo-, pero creo que podemos aspirar a tenerla de manera parcial y que provisionalmente podemos tener conceptos que se acerquen más a ella, y que luego pueden ser revisados, descartados y sustituidos por versiones más precisas y que se acerquen más a la verdad.

III

Respecto al Obispo, estoy fuertemente convencido de que el contenido de sus declaraciones es erróneo, pero también juzgo errónea la forma de la respuesta y esto es lo que me interesa explicar.

Creo que la verdad existe, pero creo también que toda versión que demos de ella, es de alguna manera revisable y corregible. Las posturas políticas, religiosas, morales, académicas y científicas, son expresiones que intentan captar la verdad y, justo por ello, son revisables y corregibles.


Hace años fueron acalladas opiniones a favor de la libertad sexual, de la igualdad de género, de la igualdad racial, de la soberanía en la elección de creencias. El error que cometimos entonces fue no escuchar de manera adecuada la opinión contraria, para poder contrastar, revisar y corregir. Hoy, como con la opinión del obispo, hacemos lo mismo. Ninguna opinión, por más racista, clasista o sexista que nos parezca debería ser censurada sin más, sólo el ejercicio de la discusión seria permite que afinemos nuestros conceptos para acercarnos más a la verdad. Debemos reivindicar la discusión, confiar en que sabremos sopesar ideas y buscar una forma racional de medir cuál tiene menos fallos, más argumentos que la sustenten.

Por eso titulo esta columna, que hoy estreno en La Jornada Aguascalientes, Disenso, como un signo de esperanza en que este espacio se vuelva un lugar para el contraste y la revisión de ideas.

 


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