El pasado jueves 11, el Ministro Presidente de la Suprema Corte de Justicia, en su último informe de trabajos y ante el Presidente de la República, señaló que “nuestra nación se encuentra afectada y no será el transcurso del tiempo ni el silencio de las instituciones lo que permitan superar la adversidad… la única ruta, debe ser la de respetar y hacer valer los derechos de las personas. Ese es el camino de las soluciones constitucionales; ese es el camino en el cual no hay regresión”.
En otra parte del mensaje dice que “Hoy, nos enfrentamos a retos nacionales, enormes, que merecen la preocupación de la sociedad en su conjunto. Sin embargo, una esperanza para todos se asoma en la presencia, precisamente, de una sociedad civil robustecida cada vez más; consciente y asertiva; que reclama, legítimamente y por la vía pacífica, hacer consolidar al nuestro, como un país armónico, pacífico y equitativo… el reconocimiento de los problemas sociales, económicos y de justicia y la determinación de hacerles frente, será lo que podrá devolver la paz a un México, hoy en día, lastimado… Todos participaremos en el cambio de rumbo que todos consideramos urgente… La sociedad no quiere una justicia inservible, lejana; justicia de discurso o de aparador. La sociedad, hoy rechaza enfática, mantener el sistema de justicia, tal como lo conocemos. Escuchemos ese reclamo, atendamos ese hartazgo mediante una actitud renovada…” (Diversos periódicos, 12 diciembre).
Del elocuente discurso del Ministro Presidente podemos destacar elementos que son, también, indicadores del escenario político que estamos viviendo con la administración actual del Gobierno de la República: nuestra nación se encuentra afectada y lastimada, por lo que requiere un cambio de rumbo urgente; debido a la impunidad, pareciera que la justicia -y la procuración de justicia- son inservibles; ante los hechos dolorosos de desapariciones forzadas, de conflictos de interés y de probable corrupción, observamos a gobernantes que siguen actuando ‘como si no pasara nada’, y que consideran que el silencio y el paso del tiempo serán los que permitan superar la adversidad (estrategia que también adoptan medios de comunicación); los retos son enormes y merecen la preocupación de la sociedad en su conjunto; por consiguiente, la única ruta es que la sociedad, debe hacer valer los derechos de las personas, camino que no tiene regreso.
¿Por qué son importantes los señalamientos del Ministro Presidente? Porque la tendencia que muestran los gobernantes ahora aludidos es, precisamente, a silenciar los reclamos de la sociedad e inhibir sus movilizaciones.
La tendencia la podemos identificar con algunos hechos que observamos, siendo significativos los siguientes: la petición del Presidente de la República para superar el momento de dolor que vive el país; la denuncia de defensores de derechos humanos, de ser acosados por agentes del gobierno; las declaraciones del Secretario de Marina, que son muy significativas, cuando afirma que los padres y familiares de los normalistas de Ayotzinapa, están siendo manipulados, lo que le causa coraje y enojo, ya que no están reconociendo todo lo que está haciendo el Gobierno de la República.
Este cuadro esbozado por el Gobierno Federal, muestra características delicadas para la sociedad; denota, por un lado, un afán para que los ciudadanos pasemos por alto los cuestionamientos que les han sido señalados. En otras palabras, que los ciudadanos ya no nos fijemos en esos asuntos, y que los dejemos seguir adelante ‘como si no hubiera pasado nada’, como sucedió en muchas ocasiones en el pasado.
Lo anterior nos lleva a observar, por otro lado, que si la sociedad ‘espera’ que esos gobernantes cambien y resuelvan -por sí solos- esos problemas, volverá a suceder lo que México ha experimentado en similares circunstancias de ocasiones anteriores, en que las contribuciones y soluciones las manejan solamente en el discurso político, y después vuelven a lo mismo.
La pregunta consecuente es, por lo tanto, ¿qué puede hacer la sociedad para lograr soluciones y cambios de fondo y efectivos? Considero como primera respuesta, llevar a cabo la movilización para ejercer presión sobre los gobernantes, para que hagan lo que la sociedad les pide. Es decir, si la sociedad no se moviliza, los gobernantes volverán a hacer ‘la finta’, y no llevarán a cabo las acciones necesarias para resolver los retos políticos, económicos y sociales.
Las señales que muestran para volver a hacer lo mismo de las ocasiones anteriores son claras. La iniciativa presidencial para la creación del Sistema Nacional Anticorrupción es distinta a las propuestas que han presentado partidos de oposición, busca que sean el presidente de la república y los gobernadores de los estados los que presidan las respectivas comisiones anticorrupción, lo que significaría dejar en sus manos la responsabilidad para revisar y dictaminar los presuntos casos de conflictos de interés y de corrupción.
¿Cómo podría ser la movilización social? Tenemos a la vista valiosos ejemplos de movilización social, destacando dos de ellos: el primero es el de los familiares de los normalistas de Ayotzinapa y de los maestros de la CETEG; el segundo es el de los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional, IPN.
Los primeros han llegado a todos los Estados de la República para compartir su dolor y motivación para la movilización social; han logrado, mediante la presión, que el Gobernador del Estado de Guerrero y otros funcionarios públicos, además de militantes directivos del PRD del estado, marchen con ellos y los escuchen, solicitándoles acciones concretas, como lo lograron en la reunión con el Presidente de la República, en Los Pinos.
Los estudiantes politécnicos se organizaron, y pacíficamente paralizaron las actividades del Instituto; lograron que el Secretario de Gobernación aceptara una mesa de diálogo con las autoridades de la SEP y del IPN, llegando, respetuosamente, al ‘tú por tú’. Los resultados los hemos ido conociendo a través de los días, junto con las dificultades naturales del trato igualitario.
De esta forma, la sociedad avanzará en la solución de los problemas.