Rusia desafiante / Taktika - LJA Aguascalientes
23/11/2024

Salón San Jorge del Kremlin, Moscú, Federación Rusa. 4 de diciembre de 2014. Teniendo como mudo testigo a este lugar henchido de simbolismo -sus muros están decorados con los nombres de los generales rusos que vencieron a la Grande Armée de Napoleón Bonaparte- el presidente Vladimir Putin se dirige a la élite de su nación.

Haciendo un llamado a defender la historia, la herencia cultural y la soberanía de su país, Putin, su mirada índigo destellando furia, dice en tono desafiante: “Rusia permanecerá y será un Estado soberano o no habrá Rusia en el futuro”.

La escena arriba descrita sirve de prefacio al presente artículo, el cual pretende explicar al amable lector por qué Rusia, a pesar del bloqueo propalado por los Estados Unidos, ha logrado triunfos diplomáticos considerables y permanece retadora.

Con motivo de la anexión de Crimea -habitada en su mayoría por rusos- a la Federación Rusa y su apoyo con “voluntarios” a los separatistas pro-rusos en el este de Ucrania, la Unión Americana y sus aliados europeos implementaron una serie de sanciones económicas con el objetivo de hacer desistir a Vladimir Putin en su intento por frenar la marcha de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hasta las frías aguas del Ponto Euxino. Es decir, el Mar Negro.

Lejos de acobardarse ante la jauría mediática y económica de Occidente, Putin respondió con una serie de maniobras: el 29 de septiembre, en la IV Reunión Cumbre del mar Caspio, acordó con sus contrapartes de Azerbaiyán, Irán, Kazajistán y Turkmenistán que “sólo los estados litorales tienen el derecho de desplegar sus fuerzas armadas en el mar Caspio”. En pocas palabras, la presencia de la OTAN no sería bienvenida por ningún país de la región.

Semanas más tarde, durante la reunión del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) realizada en Beijing, Putin signó con su contraparte china, Xi Jinping, un acuerdo para construir otro gasoducto que proveerá las necesidades de la gigantesca industria del país asiático. Este convenio se une al firmado en mayo del presente año por los ambos países.

Sin embargo, el contrato rubricado, el pasado 1 de diciembre, entre el oso ruso y el lobo gris turco es considerado una jugada magistral desde el punto de vista geoeconómico y geoenergético. ¿Por qué? Rusia construirá un gasoducto, que exportará 63 billones de metros cúbicos, bajo el Mar Negro, el cual se detendrá en un centro de distribución en la frontera greco-turca.

Asimismo, Moscú mitiga el bloqueo orquestado por Washington al proyecto South Stream, el cual buscaba enviar gas natural ruso a Bulgaria, Serbia, Hungría y Austria. Finalmente, Turquía se convertirá, sólo detrás de Alemania, en el socio más importante de la compañía gasera estatal rusa, Gazprom.

Por su parte, Ankara aprovechando su decisiva posición geopolítica -es un puente natural entre Europa, el Medio Oriente, Rusia, el Cáucaso y Asia Central-, tendrá la “válvula del gas” que surtirá el sur y centro del Viejo Continente. Además, Turquía recibirá asesoría rusa para construir su industria nuclear. Por último, habrá una mayor interacción comercial y turística entre los dos países.


En pocas palabras, el gas proveniente de Siberia se convertirá en el catalizador de las industrias automotriz, de electrodomésticos y naviera, y proveerá las necesidades de 75 millones de turcos. Todo ello a precios preferenciales.

Por todo lo anterior, el discurso de Vladimir Putin cobra especial dimensión pues acusó a los Estados Unidos de apoyar a los terroristas chechenos, quienes buscaban fragmentar a Rusia. El mandatario afirmó: “Ellos quisieran que Rusia siguiera el escenario yugoslavo de desintegración y desmembramiento….no funcionó, así como no sirvió para Hitler….quien quiso destruir a Rusia y empujarnos más allá de los Urales. Todos debieran recordar cómo terminó”.

Asimismo, en días recientes, una serie de medidas indican que Rusia se prepara para lo impensable: los gobernadores de las provincias recibirán entrenamiento militar básico en gestión de logística y movilización; la corrupción en las fuerzas armadas se equipara con el terrorismo; y los visitantes extranjeros en Rusia serán registrados utilizando la biometría.

En el frente económico, la situación es difícil: la devaluación del 30 por ciento del rublo y el anuncio del Fondo Monetario Internacional de que la economía rusa decrecerá un 0.7 por ciento en el año 2015.

La combinación de factores es considerada por Alemania -el principal socio comercial de Rusia- como potencialmente peligrosa. Por ello, se escuchan voces que instan a lograr un acuerdo respecto a la situación en Ucrania para de esta manera, evitar una conflagración mayor en el este de Europa. Estas señales son respaldadas por el hecho de que las exportaciones germanas a Rusia han caído un 16 por ciento, lo cual implica que 300 mil empleos teutones estén en peligro.

Napoleón Bonaparte y Adolf Hitler quisieron destruir a la Rodinia (la Santa Madre Rusia) y, según dice la historia, los cosacos terminaron abrevando sus monturas en el río Sena y la bandera de la hoz y el martillo ondeó sobre la Cancillería en Berlín.

No hay que tocarle las gónadas a un oso acorralado.

Aide-Mémoire.- ¿Por qué los jefes de Estado de Argentina, Brasil y Venezuela no vinieron a la Cumbre Iberoamericana celebrada en México?

* Soren de Velasco Galván

Colegio Aguascalentense de Estudios Estratégicos Internacionales, A.C.


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