Es condición necesaria que algo esté conectado, para que se pueda desconectar, que esté amarrado, para que se pueda desamarrar, que esté estable o estabilizado para que se pueda desestabilizar.
Hace algunos días, durante la inauguración de la Ciudad de la Salud para la Mujer, en el Estado de México, Enrique Peña Nieto habló con tono fuerte sobre las críticas sobre la ‘casa blanca’, propiedad de su esposa, críticas, según él, relacionadas con un afán orquestado para desestabilizar y para oponerse al proyecto de nación.
Dejando aparte la discusión que se deriva de lo que alguien pudiera suponer que esa casa involucró pagos de favores, es de llamar la atención la denuncia presidencial de un complot para desestabilizar. Más importante que la contundente y emotiva aclaración de la primera dama de que esa propiedad, valorada por ella misma en 4.5 millones de dólares, fue adquirida con el producto de su trabajo, y la expresa negación oficial de que exista en México algún tipo de contubernio político-empresarial a pesar de la cancelación del proyecto del tren rápido, resulta preocupante esta revelación de la existencia de intereses opuestos al proyecto de nación. Si alguien pretende desestabilizar, por lógica, al menos por lógica gramatical, es porque el país está ahora en situación estable o estabilizado.
En siete ocasiones este año, el Banco de México ha anunciado que la expectativa de crecimiento económico, se ha revisado a la baja. Después de que hace un año se esperaba que el aumento del Producto Interno Bruto (PIB) con respecto al del año pasado fuese de 3.4%, ahora se espera el crecimiento de la economía de 2.56% en 2014. El año pasado y el antepasado las razones por el bajo crecimiento se achacaba a la falta de reformas y la inseguridad. Ahora, con todo y reformas, la tendencia sigue siendo a la baja. O bien los desestabilizadores ya desestabilizan desde entonces -cosa preocupante que el presidente no nos lo haya dicho desde antes-, o se considera como estable esta tendencia del crecimiento a la baja.
En cuanto al tipo de cambio, las perspectivas de los analistas han estado cambiando continuamente. Hace un año, se esperaba que al cierre de 2014 el dólar se vendería a $12.69; hoy, a poco más de un mes de finalizar el año, el Banco de México establece el precio del dólar en $13.61. O sea, “establemente al alza”, encareciendo todos los productos importados que, a su vez, han “incrementado establemente” su proporción en la canasta cotidiana de los mexicanos, en detrimento, también estable, de los productos de origen nacional.
Esta baja en ventas de productos nacionales ha ido aparejada, a su vez, de “reducciones estables” en el poder adquisitivo de los salarios y en el aumento del desempleo. Hace ocho años el porcentaje de desocupación más el de subempleo sumaban el 9% de la población económicamente activa; actualmente se encuentra en 13%. Las condiciones laborales del país, con base en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, ENOE, del INEGI, manifiestan un “establemente progresivo deterioro” de las condiciones de vida de la población. Durante el sexenio pasado la población en condiciones críticas de sustentabilidad, medida como la suma de la población dependiente de una persona desocupada más la población dependiente de una persona que percibe menos de tres salarios mínimos por su trabajo -menos de $196/día- pasó del 72.7% al 78.5%. En los dos años del presente gobierno se ha logrado “estabilizar el deterioro del nivel de vida” al grado que actualmente el 80.5% de la población, 96.5 millones de personas, vive en condiciones críticas.
La cancelación del contrato de construcción del tren rápido México-Querétaro es algo que incide en la confianza internacional para realizar inversiones en México. Se dice que ésta nada tuvo que ver con la posible relación de la empresa constructora que ganó la licitación, con la casa que compró la primera dama, casa que construye y financia el dueño de esa misma empresa constructora. Si la compra de la casa fue legal ¿por qué venderla? Si la licitación fue absolutamente transparente, ¿por qué revocarla? La señal que se envía con estas acciones sí puede preocupar a los inversionistas extranjeros en nuestro país.
De los 5.518 billones (millones de millones) de pesos de valores gubernamentales (deuda) que se encuentran en circulación, el 36.26% está en manos de inversionistas extranjeros, de acuerdo con cifras recientes del Banco de México. Es una cantidad muy elevada de dinero, equivalente al 12.5% del PIB, cuya salida sí puede desestabilizar considerablemente las finanzas nacionales. El nerviosismo de los inversionistas, ante una situación crítica interna del país, sí es causa de importante preocupación.
La historia de las inversiones extranjeras en el mundo muestra que ha habido fuertes inversiones hacia países con regímenes corruptos y represores, lo cual no puedo aseverar que sea el caso de México, pero sí hay fuertes inversiones cuando los regímenes en cuestión son muy dadivosos hacia los intereses extranjeros. La salida abrupta de capitales desestabiliza cuando se evidencia la incapacidad de los gobiernos para mantener atractivo el clima de los negocios y, consecuentemente, la rentabilidad de las inversiones.
Las señales que México envía al mundo con los asuntos que emanan de la casa presidencial pueden ser motivo para poner nervioso a uno que otro inversionista. El viaje a China del primer mandatario seguramente tranquilizó a algunos, pero también hay que tomar en cuenta que otros inversionistas se ponen nerviosos desestabilizadoramente cuando en los países donde invierten se atenta contra los derechos humanos o no propician la confianza en el futuro de sus habitantes. Esta semana miles de jóvenes en México salieron a manifestarse porque, por la violencia e inseguridad, su futuro no ve claro ni estable.
@jlgutierrez