Beijing, República Popular China, 9 de noviembre de 2014. Exudando confianza y bonhomía, el presidente chino, Xi Jinping, esboza, como anfitrión del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC), su perspectiva del “sueño Asia-Pacífico”. El ingeniero químico prosigue: “Tenemos la responsabilidad de crear y realizar el sueño Asia-Pacífico para la gente de la región”.
Al día siguiente, durante la llamada foto de familia con los líderes de los países miembros de la APEC, Xi envía un fuerte mensaje diplomático al colocar al mandatario ruso, Vladimir Putin (el hombre más poderoso del mundo, por segundo año consecutivo, según la revista Forbes), a su derecha. Un sonriente y menoscabado Barack Obama es colocado, a una distancia de un metro, a la izquierda del líder chino.
Las escenas arriba descritas, sirven de introducción al presente artículo, el cual pretende explicar en qué consiste el “sueño Asia Pacífico”, aupado por China, y su contraparte euroasiática, en la cual Beijing y Moscú, trabajan en conjunto y cómo México encaja en esta dinámica.
Con el objetivo primordial de generar prosperidad para mil trescientos millones de habitantes y asegurar la viabilidad de su sistema político -basado en las enseñanzas de Karl Marx, Friedrich Engels y Mao Tse-tung-, China se ha embarcado, bajo la égida de Xi Jinping, en una ambiciosa política exterior.
Por ello, en octubre de este año China, en tándem con una veintena de países asiáticos, decidió lanzar el Banco de Inversión de Infraestructura Asiática. El capital de la precitada institución bancaria asciende a 50 mil millones de dólares, los cuales serán aportados en su mayoría por Beijing.
Antes de viajar a China, para firmar un gigantesco acuerdo energético, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, había lanzando su dardo verbal cuando advirtió que la Asociación Transpacífico (TPP), una iniciativa comercial estadounidense, no sería “capaz de promover efectivamente el comercio y la cooperación económica si excluía a jugadores clave, como Rusia y China”.
El 11 de noviembre de 2014, al final de la reunión plenaria de la APEC, Xi anunció que los líderes habían “decidido construir una Zona de Libre Comercio (FTAAP, por su siglas en inglés) y hemos adoptado una hoja de ruta para lograrlo”. Este anuncio fue descrito por el jefe del Estado chino como un “paso histórico”.
El otro sueño chino, este unión de Rusia, es la creación de la “Nueva Ruta de la Seda”, una compleja red de trenes de alta velocidad, gasoductos, cables de fibra óptica y telecomunicaciones que China desea construir para -a través de Asia Central, Irán, Rusia y Turquía- unir a sus boyantes ciudades costeras con el corazón de Alemania y Europa: Berlín.
La piedra angular de la “Nueva Ruta de la Seda” son los dos mayores proyectos de infraestructura que hay sobre nuestro planeta: el gasoducto “Poder de Siberia” que entregará 38 mil millones de metros cúbicos de gas ruso a China; y la ruta Altái, la cual abastecerá anualmente 30 mil millones de metros cúbicos de gas.
Previendo la reacción estadounidense, Moscú ha finalizado la sujeción del rublo al dólar estadounidense y al euro, y estudia, con Beijing, la creación de una alternativa al sistema de mensajes financieros SWIFT. Además, el banco ruso VTB hizo un doble anuncio: su alianza estratégica con el gigante chino de las telecomunicaciones Huawei, y el posible traslado de sus operaciones extranjeras de Londres a Shanghái, para así ligarse con la Bolsa de Valores de Hong Kong.
¿Cómo se interrelaciona México con la dinámica mencionada? Para empezar, Xi declaró que “para Asia Pacífico y para el mundo en general, el desarrollo de China generará ingentes oportunidades y beneficios”. Prueba de ello es que China ha previsto invertir más de 1.2 billones de dólares fuera de sus fronteras en la próxima década. De igual manera, más de 500 millones de turistas chinos saldrán de su país en el siguiente lustro.
Para muestra un botón: la empresa de telecomunicaciones Huawei anunció una inversión de mil quinientos millones de dólares en México. Asimismo, el banco más grande del mundo por activos, el Banco Comercial e Industrial de China (ICBC), controlado por el gobierno chino, fue autorizado por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores para realizar operaciones en nuestro país.
Más aún, el Banco Nacional de Comercio Exterior (BANCOMEXT) firmará un acuerdo de cooperación con su contraparte china, SINOSURE, e inaugurará su oficina en la capital, Beijing.
Cabe mencionar que la visita del presidente de México, Enrique Peña Nieto, a China hubiera sido un triunfo diplomático de no haber mediado dos situaciones: el pasmo con que el gobierno federal manejó la desaparición forzada de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa y la torpe licitación para el tren rápido México-Querétaro. Proyecto que sería financiado en un ochenta y cinco por ciento por el EXIMBANK de China.
El águila azteca -envuelta en su mayor crisis política desde 1968 y sobre cuyas instituciones pende la espada de Damocles del crimen organizado- deberá navegar en un mundo donde las ilusiones del dragón chino y el oso ruso se centran en debilitar el dominio ejercido por un disminuido pero tenaz aguilucho calvo estadounidense.
Aide-Mémoire.- Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro, León Larregui y el padre Alejandro Solalinde nos han recordado el valor de los Artículos 6 y 7 de nuestra Constitución Política.
Colegio Aguascalentense de Estudios Estratégicos Internacionales, A.C.