Pareciera que nuestra patria está destinada a no cambiar, o mejor dicho a no evolucionar, en aquel 1956 un periodista y escritor mexicano se aventuró a dibujar sin prejuicios una sociedad que hasta la fecha la podemos palpar, pero sobre todo, vivir en carne propia. Me refiero a Luis Spota y su novela titulada Casi el paraíso; la transición al México moderno, al milagro mexicano, a la justicia hecha por la Revolución para la mayoría de los ingenuos pobladores del cono de la abundancia.
Cada fin de sexenio nos encargamos de afirmar que el infierno está por terminar y que ahora sí, estaremos casi en el paraíso. Contagiados por la inercia mediática y los altos presupuestos que los partidos políticos invierten para hacer llegar al elegido a Los Pinos, quedamos casi indefensos y con el intelecto trastocado sin otra opción más que criticar, blasfemar, pero prestos al ejercicio democrático más puro y limpio del mundo, nuestro proceso electoral.
Y así transcurre la vida en mi México, el mismo que el de Spota, colmado de dobles caras, robos, traiciones, corrupción, lleno de nosotros mismos, los buenos del cuento que en cualquier momento podemos morder la manzana y caer en tentación; los buenos del cuento que a veces perdemos la brújula y parecemos los malos de la historia.
Hace dos años inició el nuevo sexenio con todo y regreso del PRI a la silla presidencial;
veníamos de una lucha encarnizada contra el crimen organizado y dos gobiernos llenos de funcionarios corruptos que frenaron el crecimiento sociopolítico del país, eso generó altas expectativas hacia el partido que en ese momento era oposición pero que siempre ha gobernado a la raza de bronce. Un candidato emanado del grupo Atlacomulco, el poder desde la cuna y el compromiso de regresar para poner las cosas en orden, ser algo así como los redentores con el mesías adecuado porque la situación así lo ameritaba.
Y así fue, se presentó una figura mediáticamente manejada desde las altas esferas, una personalidad que pudiera con el papel de interpretar a un presidente de una República en vías de desarrollo con muchas, pero de verdad muchas áreas de oportunidad, con una población de alguna manera noble y con el reto de demostrar que los azueles no eran los buenos, los tricolores seguían siendo los reyes.
Pero a veces las cosas no salen como las pensamos, igual que al príncipe Ugo Conti de la novela citada en esta columna, a nuestro personaje el tiempo le comienza a cobrar facturas. Ahora que tenga oportunidad le invito a leer Casi el paraíso y podrá ver todas las similitudes entre estos dos caballeros de noble estirpe.
¿Cómo llegamos hasta aquí? Sencillo, todos contribuimos a que esto pasara, no le pusimos un alto a tiempo a los actores protagónicos de esta nación, permitimos que nuestra indiferencia fuera el alimento para los buenos y los malos, dejamos el camino libre para que las decisiones malas se llevaran a cabo, así como las pocas acertadas salieran a la luz pública.
Un ejemplo, las autoridades han encontrado fosas clandestinas con cadáveres que no son de los 43 estudiantes desaparecidos y entonces nos quedamos más o menos tranquilos con la ligera esperanza de que ellos aparezcan vivos, pasando por alto el delicado hallazgo, a final de cuentas son cuerpos sin vida que encontraron y que el simple hecho, (ese de encontrar cadáveres) refleja la ingobernabilidad nacional.
Otro sector de la sociedad, en este momento más nutrido y con más presencia que en días pasados propone paros, marchas y dinámicas de resistencia con el fin de presionar al gobierno para que presente con vida a las 43 personas desaparecidas desde hace más de un mes. ¿Será que el gobierno realmente está sintiendo que el agua le llega al cuello? Seguramente no, estrategias son estrategias y se implementan para ganar las batallas en el desierto.
¿Qué va a pasar si no regresan vivos, quién va a pagar con su libertad por lo sucedido?
Es tan ágil y eficaz nuestro sistema de inteligencia que pudieron encontrar a los dos presuntos responsables de la desaparición en comento, eso quiere decir (o por lo menos desde la óptica con que veo el panorama), que si encontraron a dos pueden encontrar a 43.
Si los pies de José Luis Abarca y su mujer pisan la prisión, entonces sería obligada la compañía de estos personajes de Ángel Aguirre exgobernador de Guerrero.
Nuestro Ugo Conti dice que con esta detención espera que las autoridades puedan resolver el caso y por fin darle el tan esperado carpetazo al expediente Ayotzinapa… Las autoridades, tal vez quiso decir que él no es el máximo jerarca o que no tiene vela en el entierro, los problemas se resuelven con la creación e implementación de pactos, claro es lo de hoy.
Estimado lector, cómo quiere que termine esta historia, perdón, cómo quiere salir de esté problema, cómo le hacemos para cambiar la ruta que llevamos, desde su trinchera qué está haciendo, llenamos la agenda nacional de asuntos escabrosos. Las cortinas de humo, los distractores elementales, el inicio de las festividades que año con año nos entretienen, atento a las calaveras, al buen fin, a las posadas, a la navidad con las estrellas y a las 12 uvas.
Dentro de un mes y algunos días el panorama cambiará, se aproxima el espíritu que todo lo sana y que todo lo puede, nuestra versión de Ugo Conti se mantendrá firme y llegaremos casi al paraíso a no ser que algunos revoltosos quieran impedirlo.
en Twitter: @ericazocar