- El Pan de Muerto y las calaveritas de azúcar son los productos que más se venden
- Visitantes se quejan del cobro del estacionamiento y de la falta de productos tradicionales
“Las penas con pan son buenas”, dice el refrán mexicano, y los aguascalentenses lo aplican año con año durante las festividades del Día de Muertos, temporada donde las panaderías, las tiendas, los centros comerciales y los mercados llenan sus estantes de pan tradicional, redondo y azucarado, sabor a naranja y adornado con formas que evocan huesos.
Por ser una tradición muy antigua, la edición 2014 del Festival de Calaveras dedicó un pabellón entero a la producción de Pan de Muerto, con una exposición de la Catrina hecha de pan y fondant, muestra para niños y degustación. En este pabellón, ubicado en la entrada principal de la Megavelaria de la Isla San Marcos, se encuentra un panadero de más de 60 años de trayectoria, un aguascalentense llamado Elías García Santillán, El Maestro Panadero, aunque él insiste en ser sólo un practicante, pues día a día “practica los ingredientes para hacer un pan nuevo”.
Aunque desconoce la historia del Pan de Muerto, recuerda bien que desde muy niño le dijeron que era el pan para las penas, razón por la cual decidió que cada año haría un Pan de Muerto distinto, que se disfrutara con mayor placer, “hay que hacerlo mejor que ordinariamente, hay que meterle leche y mantequilla, (y/o azahar), que sepa a naranja y azúcar”; para el tercer día del Festival indicó que tuvo que hacer bultos de 20 kilos por día, ya que la venta se elevó inesperadamente.
En un sondeo a los visitantes del Festival de Calaveras, se observó el desconocimiento de la historia del Pan de Muerto, pero a pesar de ello se dejó en claro que sabían que se trataba de una tradición mexicana que no podían dejar de continuar; “no sé de donde venga la tradición pero sé que es un pan dedicado a los muertitos que regresan a reencontrarse con sus familias estos días”. Según algunos historiadores, el Pan de Muerto surge en la época colonial en México, cuando los españoles conocieron el ritual donde se ofrecía una princesa a los dioses, su corazón aún latiendo se introducía en una olla con amaranto, quien encabezaba el rito mordía el corazón en señal de agradecimiento al dios; el rechazo a ese tipo de sacrificios provocó la confección de un pan de trigo que recordara la forma del corazón, bañado en azúcar y pintado de rojo para simular la sangre.
A este pan se le agregan las calaveritas de azúcar, las cuales tuvieron su origen en los altares utilizados por las culturas mesoamericanas llamados “tzompantli”, donde era común conservar los cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban el término de la vida. Estos altares se adornaban con cráneos ensartados, la imagen de Mictlantecuhtli, señor del inframundo y los muertos. Con la conquista de los españoles se adaptaron las calaveras de azúcar en lugar de cráneos reales.
En este Festival más de 20 estands están dedicados a la venta y producción de calaveritas de azúcar, todos conocen perfectamente la técnica original y de dónde proviene, “han sido varias generaciones que se han dedicado al negocio de las calaveritas de azúcar, antes era con la técnica del alfeñique que es como un caramelo formado de azúcar pura de caña que se hace pasta moldeable, pero ahora también hay de chocolate, de amaranto y de caramelo macizo”.
Además del pabellón del pan y de las calaveritas de azúcar, la Secretaría de Turismo realizó un acomodo distinto de las zonas comerciales y gastronómicas del interior de la Megavelaria, en esta vigésima edición los estands son rígidos, coloridos y estratégicamente separados, ya no al estilo tianguis cultural sino algo más recto tipo centro comercial. La Casa de las Artesanías del DIF estatal ocupó un lugar especial con poco más de 30 estands; Atáscate, Panteón es un espacio dedicado a la comida: nieves de garrafa, productos de miel, frutas y verduras, panificadoras, mermeladas, mazapán casero, carnes frías, vino tinto y blanco, frituras, quesos. Empresas de Aguascalientes con el sello de hidrocalidad que otorga la Secretaría de Economía.
Una de las observaciones que manifestaron los visitantes y algunos comerciantes, fue que el Pabellón Artesanal año con año va perdiendo su finalidad, “cómo ponen fritangas, playeras chinas, hasta productos milagro y crepas, a lado del jabón artesanal, los huicholes y juguetes de madera, eso no es artesanía, son productos chinos que no deben de estar ahí”. Un mes antes de iniciar, el titular de la Secture aseguró que se había procurado que el comercio colocado en la Isla San Marcos fuera referente a la celebración, eliminando un poco las importaciones para dar lugar a productos más tradicionales, algo que se observó muy poco en este primer recorrido por los visitantes.
Al seguirse recorriendo los pasillos rectangulares entre variados aromas a pan, frituras y guayaba, se encuentran figuras de barro, hojalata y alebrijes de Oaxaca, bordados de la Asociación de Artesanos de Aguascalientes, joyería de Taxco, Guerrero, textiles de Chiapas, textiles y bordados de Puebla, artesanía de Nayarit y barro de Dolores Hidalgo, que destaca por sus figuras de Catrinas y calaveras a base de una arcilla del cerro de la región, moldeada y pintada a mano: “nosotros le ponemos una laca encima para proteger la pintura vinílica, nos tardamos aproximadamente una hora y media en cada una”. Originario de Dolores Hidalgo, Guanajuato, Javier Robles García creó la empresa familiar Contarte, producto de su trabajo como contador y artesano, además del barro, trabajan la talavera tradicional mayólica.
Este artesano atiende de forma particular a sus clientes, les cuenta sobre los materiales y las técnicas, para que, además de la artesanía, se lleven la historia y el conozcan el valor que tiene el producto.
Este evento se ha convertido en el segundo producto turístico más fuerte para el estado de Aguascalientes. Tras 20 años de realizarse, las personas que lo disfrutan piensan que se ha mejorado en cuanto al programa, pero reconocen que los productos tradicionales se les “están olvidando”; familias que visitaron el Festival el día de ayer se quejaron por el cobro del estacionamiento: “injusto por tratarse de un evento de gobierno”, por lo cual esperan que para las siguientes ediciones consideren evitar tal cobro, “no deberían de cobrar, ya les consumimos mucho adentro y todavía nos cobran el estacionamiento, luego que no digan que no vamos”, “desde hace tres años que traigo a mis hijos y siempre gasto muchísimo en el estacionamiento, luego ni seguridad tienen y me han robado como dos veces, ya si cobran, pues mínimo que los revisen”.