Hoy comienzo una nueva serie de artículos de opinión, con el objeto de analizar los acontecimientos del proceso electoral federal cuya jornada electiva se realizará el domingo 7 de junio de 2015. En esa fecha alrededor de 800 mil electores podrán legitimar la elección de los 500 diputados al Congreso de la Unión; mil nueve ayuntamientos en disputa en todo el país, más diecisiete congresos locales y nueve gubernaturas en disputa. Expresar opinión sobre un terreno frágil y escabroso donde el interés del Gran Elector estará a la orden del día, significa el anuncio de varios suicidios políticos en un juego repleto de mentiras embozadas o de engaños pactados.
Los comicios federales de 2015, en Aguascalientes, acontecerán inmersos en la inconformidad popular. No sólo por el cuestionado lema del “progreso para todos” sino por la actividad incontenible de las mafias más violentas que nuestra patria ha sufrido desde su fundación. El gobierno de la República ha sido cuestionado debido al incumplimiento de un plan nacional anticorrupción. Este gobierno, en la práctica, desapareció a la Secretaría de la Función Pública con el objeto de armar el proyecto de Comisión Nacional Anticorrupción, cuya iniciativa de reformas duerme el sueño de los justos sobre algún escritorio del Senado de la República. El delito de Peculado, continúa siendo tipificado como un mal menor de la sociedad mientras tanto, los funcionarios públicos se enriquecen al disponer del erario público, hurtan sin castigo y se apropian ilícitamente de los bienes del Estado.
En materia de Seguridad Nacional, el sueño que va de la mano de la Gendarmería y la Nueva Fiscalía General de la República, ha sido superado por la realidad de la violencia y la rebeldía de los cárteles de la droga, contrabando, hurto; y en complicidad con la política parecen hoy más unidos que en el pasado y sus intereses se han infiltrado en algunas áreas de la administración pública. Por su parte, los partidos nada hacen por denunciar las prácticas abusivas de los gobiernos en turno y sus directivas se convierten en cómplices del abismo entre el pueblo y su gobierno. Las cabezas esconden el rostro que antes aparecía iluminado sobre los grandes carteles propagandísticos que pedían el voto de confianza de los electores, los pequeños individuos que un día rindieron protesta ante la Soberanía del Pueblo, alterados diciendo “y si no cumplo: que la Nación me lo demande”, hoy circulan temerosos sobre camionetas blindadas con cristales oscuros y escoltados por decenas de militares y policías que en el futuro, al verse desempleados, quedarán a expensas de los narcotraficantes.
En medio de tal escenario, casi en la oscuridad, las instituciones electorales se preparan para poner en escena una jornada más de la democracia. Y mientras el 7 de octubre, durante su primer acto público, reciben en su seno a tres partidos nuevos con un presupuesto de sobrevivencia y apuran los tiempos mientras escuchan inmutables las peroratas insignificantes de consejeros que no aconsejan nada y representantes que nada representan.
Contribuir para explicar el porqué la gente se aleja de las urnas, me parece una actividad justa y perfecta. ¿Quién votará el 7 de junio de 2015? Espero hacerlo con inteligencia.
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