- Durante los gobiernos del PAN la relación se estrechó aún más
- El escritor Garibay Ibarra considera que ha habido un avance por el bien de la Nación y de la libertad de cultos
A decir de Manuel Carlos Garibay Ibarra, autor del libro Cuando se Acabaron las Misas, novela histórica que cuenta la historia de la Guerra Cristera, la cual sucedió de 1926 a 1929, la relación entre el Estado y la Iglesia ha cambiado para bien.
Durante una conferencia de prensa, señaló que definitivamente la Guerra Cristera fue un choque de intereses: la Iglesia Católica buscaba recuperar los privilegios que tuvo durante el siglo 19, pero que se perdieron con la proclamación de las Leyes de Reforma, por lo que quiso aprovechar el vacío de poder que se creó al estallar la Revolución Mexicana.
De parte del gobierno -particularmente de la Constitución de 1917- reaccionaron contra la Iglesia endureciendo las leyes y restringiendo su participación en los bienes de la Nación y de los procedimientos civiles, y fue ahí en donde se complicaron las cosas y se generó un conflicto que fue extremadamente costoso: las estimaciones moderadas consideran un total de 250 mil víctimas, 100 mil civiles y 150 mil soldados federales y cristeros.
Sin embargo, a pesar de que este conflicto jamás ha dejado de existir -inclusive en años recientes en los que el Estado ha cobijado a la Iglesia-, ambas autoridades se respetan, por lo que desde el punto de vista del autor de la novela histórica “en ese sentido ha habido un avance por el bien de la Nación y de la libertad de cultos”.
Respecto a los años recientes de la relación entre la Iglesia y el Estado, Garibay Ibarra considera que en los dos sexenios anteriores sí hubo una infiltración más cercana a la Iglesia Católica, sobre todo por los nexos entre Marta Sahagún, esposa del entonces presidente Vicente Fox Quesada, y los Legionarios de Cristo, además de que la tendencia de Felipe Calderón Hinojosa, expresidente y miembro del Partido Acción Nacional (PAN), fue la de privilegiar la Iglesia y dejarla entrometerse en temas políticos.
Pero en el caso del Partido Revolucionario Institucional (PRI), cada quien está por su lado y cree que el laicismo está siendo respetado, esto a pesar de que la posición del actual mandatario, Enrique Peña Nieto, no se ha visto, sino más bien “parece que no da color”.