El Ayuntamiento de Aguascalientes no cuenta con la capacidad de análisis político o su equipo de asesores y de comunicación sólo realiza trabajos técnicos o simplemente es una administración muy al estilo de “Los Beverly de Peralvillo”; y no lo digo en un tono clasista, sino porque al parecer el presidente municipal, Juan Antonio Martín del Campo, no se ha dado cuenta de lo que implica ser un servidor y persona pública, pues su actuar parece estar muy ligado a los imaginarios de la ciudadanía, desde abajo y hacia arriba, sobre la clase política mexicana, como elementos de espectacularización y levedad muy relacionados al ejercicio público, además de que éste se considera un cargo non plus ultra que hay que aprovechar para beneficio de la familia; pues ahora se llevó a la esposa e hijos (por no decir que hasta el perico) a una gira de trabajo a Madrid y Venecia.
Los viajes y adquisiciones de los titulares de una institución siempre serán cuestionados ya que tras una historia de abusos de la clase política, la rendición de cuentas, la transparencia y los resultados de la labor pública continúan siendo una asignatura pendiente que no ha ofrecido respuesta asertiva para la sociedad; pues con el trabajo y erogaciones de la población se sostienen las actividades del Estado y otras instituciones. Además, se debe aceptar que estos temas son material para las guerrillas mediáticas entre grupos. En síntesis, consideraciones que debe tener presente quien participa en el juego político. Por estas razones, la gira de trabajo del presidente municipal y el llevar a toda la familia generó ataques de grupos opositores (no se puede negar), la indignación de algunos y, en lo personal, algo irrisorio, por los mismos argumentos que algunas personas han manifestado: que el alcalde, por ser gente buena, se llevó hasta el molcajete para dar la oportunidad a su familia de conocer “las Europas”; lo que también plantea otra interrogante interesante ¿cómo es que se piensa el poder?
Algunas personas ya han utilizado los argumentos de que Juan Antonio Martín del Campo es un padre de familia bondadoso que al tener la oportunidad de viajar a Madrid y Venecia se llevó a la esposa y los hijos, y según algunas declaraciones, lo de ellos va por cuenta del propio bolsillo del alcalde. Pero este apego a la familia, muy característico de la cultura mexicana, muchas veces es nocivo. Incluso al ser compresivos, muestra una irresponsabilidad y denota para la población menos visceral que la gira de trabajo no implica tanto trabajo pues se tiene tiempo de convivir en familia y pasearse a gusto; incluso para los que estén a favor de la familia como muéganos, ¿y la escuela de los niños?, ¿y las responsabilidades de la presidenta del DIF municipal?
Para no mostrarme envidioso, bien, ¡vámonos todos! Pero, como imagen pública, se debió considerar las responsabilidades de un viaje de este tipo (que plantea la gestión de proyectos e inversiones bilaterales) y las lecturas de actos que podrían presentarse; por lo que se hubiesen planteado algunas reglas: llegando allá, cada quien por su lado; o al menos, “no photos, please”. He aquí la importancia de que asesores y encargados de las áreas de comunicación tengan las facultades que se supone ostentan, que sean considerados para analizar, diagnosticar y planear, en especial cuestionar y advertir, no sólo recibir órdenes; pues el poder obnubila y reduce la mirada, lo cual es de gran riesgo para todo partícipe del juego político; a menos de que su equipo de trabajo tuviera estas jurisdicciones y no lo hayan advertido. Si se fueron la esposa y los hijos con el dinero del bolsillo de Juan Antonio Martín del Campo, hubiera considerado invertir en algo más como un equipo de videoconferencia adecuado, llevar un asesor de relaciones internacionales, de comunicación intercultural, por mencionar algunas ideas.
El punto central de los viajes del presidente municipal, así como del gobernador, los diputados, y de titulares de ayuntamientos del interior (de los que pocas ocasiones nos enteramos), es la rendición de cuentas: que los cargos al erario sean los mínimos indispensable; que dichos egresos sean comprobados en su totalidad con evidencias concretas y públicas; que al argumentar el uso de ingresos personales (sueldos) se informe de las cifras con los gastos y procesos de pago; además de que sean evidentes los resultados de dichas giras; pues la ciudadanía requiere certeza de que no se realizan abusos o malversación de recursos.
En ciertos sectores se ha asumido que el llegar a un cargo público es una oportunidad de hacerse respetar, incluso por las malas, un tipo de beatificación para ser intocable, lo cual también implica darse permiso de algunos lujos, por ejemplo: si se requieren inversiones con empresas, podemos buscar alianzas con transnacionales, así los visitamos y aprovechamos para conocer el mundo, pero, ¿esto sería malo?: no, si las instituciones hubiesen demostrado responsabilidad; pues aunque los gastos personales y durante tiempo libre sean pagados por el sueldo de los servidores públicos, la población seguirá dudando de la veracidad de dicho planteamiento. Por otra parte, en México se educa bajo valores que parecen apología de la codependencia, es así que apoyar a la familia suele ser una obligación para muchas personas, por lo que si consideramos que el ostentar el poder todo lo puede y todo lo perdona, no es de sorprender que el nepotismo y corrupción “bondadosa” sea una constante en el sistema político, o al menos, se cree que toda la clase política puede llegar a realizar estas prácticas.
Se dice que la familia del presidente municipal surgió de la ciudadanía popular, que “es banda”; y me hace recordar que cuando tuve mi primer sueldo, el cual era impensable para mi contexto familiar y social, me aloqué al comprar zapatos y ropa, la diferencia es que sigo siendo un hijo de vecino que busca sobrevivir y no un político en el sistema formal (todas y todos hacemos política). Si bien, el punto focal respecto al viaje del presidente municipal debería radicar en la rendición de cuentas, Juan Antonio Martín del Campo debió pensar en las implicaciones de llevar a su familia a esta gira de trabajo y el permitirse fotografías con ellos en los países que visitó. ¿O sólo se quería generar este escenario para apelar a una bella codependencia familiar a manera de victimización por ser “gente buena”?, lo dudo.
Asumiendo lo que se dice del presidente municipal, que es de las personas que surgieron de una clase no privilegiada, se presenta un tema de preocupación, ¿qué pensamos del ejercicio político? Si partimos de imaginarios sobre la clase política como quienes abusarán del acceso al erario, a poco o alto nivel, y como quienes pueden utilizar su trabajo como pretexto para diferentes caprichos: conocer tierras lejanas, traer al artista de admiración a su propia ciudad, etc.; no podemos avanzar a una mejor gobernanza. Se requiere de la profesionalización de políticos, en especial de quienes asumirán cargos de alta dirección, por ejemplo, hasta hace poco se ha mostrado un incremento en los estudios formales de aspirantes a diferentes niveles de gobierno, pero aún se necesita reflexionar sobre las ideas, motivos y fines del poder. Sólo al pensar en las responsabilidades del ciudadano respecto al Estado y del Estado hacia la población será posible reconfigurar la problematización de las necesidades de la sociedad y así eliminar las asimetrías del poder, sólo así, al evidenciar la responsabilidad de las instituciones y su compromiso podremos observar a los gobernantes divertirse sin que esto signifique un atentado o insulto, pues se habrá construido y demostrado una confianza bilateral y recíproca por el bienestar común. Por el momento, Juan Antonio Martín del Campo estará bajo la mira y algunos esperaremos que de forma fehaciente informe y muestre a la sociedad que el viajar con la familia sólo fue un pequeño desliz, pues con o sin dinero público connota que el trabajo como presidente municipal lo considera tan laxo que no requiere de la dedicación exclusiva que debería merecer.
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