- Felipe Ávila Espinosa recordó que la lucha revolucionaria rescató al campesinado, pero advirtió que en los últimos cincuenta años ha empeorado su situación
- La conmemoración de los cien años de la Soberana Convención Revolucionaria debería recordar que el problema agrario sigue latente
Ante el advenimiento de la conmemoración de los cien años de la Soberana Convención Revolucionaria de Aguascalientes, así como los mismos años de sucedida la entrada triunfal de los ejércitos zapatista y villista en la Ciudad de México, sus proyectos y planteamientos en el tema agrario y la situación del campesinado siguen plenamente vigentes, lo que invita a reflexionar sobre la deuda que tiene el estado para con el mismo.
Así se refirió Felipe Ávila Espinosa, al ser cuestionado sobre la situación actual del agrarismo en México. El investigador del Instituto Nacional de Estudios Históricos sobre las Revoluciones de México (INEHRM) detalló que recordar los cien años de dichas eventualidades de la historia se convierte en un buen momento para hacer un balance acerca de la situación actual del agrarismo.
El especialista en el tema agrario enfatizó la importancia de la Revolución Mexicana al considerar las demandas promovidas por Villa y Zapata, pero contrastó con el hecho de que no fueran implementadas de la manera que se plantearon, ya que éstas se caracterizaron principalmente por su sentido radical, y quienes las llevaron a cabo no tuvieron la capacidad de hacer una abstracción de la propuesta.
Señaló que la principal deficiencia al respecto radica en su incipiente referencia a través de la Constitución de 1917, que si bien a la posteridad se tradujo en un importante reparto agrario a través de la Reforma Agraria, no pudo lograr sus objetivos fundamentales al emanar del estado, a manera de dádiva y herramienta de control político, efectuando un reparto que garantizara la legitimidad de los gobernantes en turno; más que de la base campesina, quien además de tierra, requería insumos para garantizar el aprovechamiento del suelo.
Ávila Espinosa estableció que Villa y Zapata dieron cien años más de vida al campesinado, pero advirtió que a mediados del siglo XX, se aprobaron contrarreformas que frenaron la Reforma Agraria, y la crisis principal se produjo con el salinismo cuando se aprobó la privatización y asociación colectiva de los ejidos.
Ante dicho panorama, enfatizó, no es casualidad que en los últimos 50 y 60 años la pobreza se concentre en las zonas rurales, de las que cada vez emigran más pobladores hacia la ciudad en busca de oportunidades.
El campo, sentenció, sigue siendo uno de los principales problemas nacionales a los que se enfrenta el país y no existe justificación para su desatención.