Dos de las mejores cosas que le han sucedido al siglo XX en términos de música de concierto, y más concretamente en lo que se refiere a la música orquestal son, sin duda, Richard Strauss y Gustav Mahler, aunque este último apenas tuvo tiempo de saludar la primera década del siglo antes de que su feroz cardiopatía lo llevara al lugar de los inmortales, ahí donde todos permanecemos para siempre jóvenes.
Pero hablemos de Strauss, que es el tema que nos mantiene ocupados en esta ocasión, además, cuando hablo de Gustav Mahler pierdo fácilmente la compostura y me gana el apasionado delirio que gracias de Dios padezco por el atormentado y siempre incomprendido Mahler.
Richard Strauss está considerado como uno de los más importantes compositores de ópera, no sé si valga el término “operista” y creador de poemas sinfónicos del siglo pasado. La Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, como seguramente todas las grandes orquestas del mundo, ha dedicado un programa que desde la programación resultó soberbio con el fin de conmemorar los 150 años de su nacimiento, aunque me parece muy afortunado que este programa integral de Strauss se haya programado en este mes de septiembre, ya que el día 8 se cumplieron 65 años de su muerte y claro…transfiguración.
El programa inició con el Poema Sinfónico “Don Juan”, OP. 20, es una obra de juventud, pero ya muestra la madurez del maestro en el arte de la orquestación, es un verdadero ejemplo de un dignísimo manejo orquestal.
Después del Op. 20 escuchamos el Concierto para Oboe en Re mayor en tres movimientos: Allegro Moderato. Andante y Vivace ejecutados sin solución de continuidad. No es el género concertante lo que mejor define a este compositor bávaro, ya hemos comentado que es el poema sinfónico y la ópera los lenguajes musicales que mejor dibujan su perfil como compositor, sin embargo, sus escasas obras dentro de este repertorio son de una belleza incuestionable, como son sus conciertos para Corno, sobre todo segundo, el de Oboe que fue el que escuchamos, y el doble para fagot y clarinete, todos ellos compuestos entre 1942 y 1947, es decir, dedicó sus últimos años de vida a retomar ese lenguaje que en algún momento de juventud había utilizado, pero que abandonó durante todo el desarrollo de su carrera.
El Concierto para Oboe es una obra de altísima tensión para el solista, que en esta caso fue el maestro Bruno Hernández, integrante de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, que por cierto, no es esta la primera ocasión en que se presenta como solista con nuestra máxima institución orquestal. El solista no se enfrentó a un delicado dulcecito fácil de saborear, sino a una obra de altísima demanda y que exige un total dominio en la técnica de ejecución, incluso, una condición física envidiable, la transición del segundo al tercer movimiento es un momento muy demandante y agotador toda una prueba de resistencia, y evidentemente, esto se logra con el trabajo intenso para lograr una técnica depurada que permita tocar así.
No satisfecho con el desgaste exigido en el concierto en Re mayor de Strauss, el maestro Bruno Hernández nos regaló un exquisito encore, la Partita en Sol menor de Johann Sebastian Bach, originalmente escrita para flauta en la tonalidad de La menor.
Después del intermedio, escuchamos una de las mejores y más intensas partituras orquestales de Richard Strauss, “Tod und Verklärung”, OP. 24 (Muerte y Transfiguración), una obra que coincide con la fecha de composición de Don Juan, es decir, hablamos de un Strauss aún muy joven, pero con una madurez consolidada en el manejo orquestal. Esta obra, específicamente, es dueña de una orquestación exquisita y es uno de los ejemplos más fieles de lo que es la música programática, es decir, música descriptiva. El maestro Román Revueltas salió muy bien librado de este dificilísimo compromiso. El poema sinfónico Muerte y Transfiguración pone en constante riesgo al director, el peligro de convertir aquella inconmensurable riqueza de sonidos de una belleza incuestionable en una masa amorfa sin orden, en una escandalosa cacofonía es latente en cada compás, sin embargo, salimos satisfechos del trabajo realizado desde el podio.
Para terminar el concierto, el maestro Revueltas nos ofreció “Der Rosenkavalier”, (Suite El Caballero de la Rosa), basado en una ópera del mismo compositor en donde el maestro selecciona motivos musicales conjuntando algunos valses para formar esta suite.
Lamentablemente no se conserva un testimonio grabado de este concierto, como de otros de la Sinfónica. Al parecer el canal local, Aguascalientes TV tenía otras prioridades, entre las que no está, por supuesto, la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes y sólo van a grabar los conciertos, seguramente, cuando no tienen otra cosa mejor qué hacer, qué lástima que la cultura no sea una prioridad, sin embargo, aun con la falta de apoyo de los medios en general, la Sinfónica mantiene un generoso e incuestionable poder de convocatoria, el teatro no se llenó, pero sí hubo una buena entrada.
La próxima semana, en el cierre de temporada, la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes nos presenta un programa que inicia con la Obertura El Carnaval Romano de Hector Berlioz, continúa con el Concierto para Violín y Orquesta, Op. 35 en Re mayor de Piotr Ilyich Tchaikovski con la participación de la maestra Magdalena Hernández como solista. El concierto termina con la Sinfonía en Re menor de Cesar Frank. El concierto será dirigido por el maestro Juan Carlos Lomónaco, un placer verlo una vez más en Aguascalientes. La cita con su majestad la música es el próximo viernes 26 de septiembre a las 21:00 hrs en el Teatro Aguascalientes, la casa de la Orquesta Sinfónica, por ahí nos veremos si Dios no dispone lo contrario. Hasta entonces.
