En el capítulo 23 de la serie de televisión House of Cards, el presidente Garret Walker enfrenta un escándalo por lavado de dinero. Abandona una rueda de prensa debido a que todas las preguntas se relacionan con el tema. El silencio presidencial no hace más que enardecer los ánimos, los medios de comunicación exigen respuestas. En una reunión de emergencia, el presidente pregunta a su asesor legal qué le conviene hacer, éste le responde “como su asesor, le sugiero que no hable con los medios hasta que tengamos más información; como ciudadano común creo que, entre más tiempo pase, más sospechoso resultará todo”.
Desconozco si efectivamente los asesores políticos estadounidenses entienden la diferencia entre su trabajo como consejeros y su vida como ciudadanos. Espero que así sea. En México, me queda claro, eso no ocurre.
Es muy probable que, de vez en cuando, los funcionarios se equivoquen. Independientemente de su formación, su honestidad o falta de ella, sus propósitos -claros u oscuros-, su capacidad y su ideología, van a cometer errores. Si actúan solos, sin consultar a nadie, desde la parcialidad del capricho, el egoísmo -egolatría en algunos casos- o la mera falta de perspectiva, van a cometer muchos más.
Hace unos días comenzó la remodelación de un par de cuadras de la calle Nieto. Seguramente cuando terminen las obras, esas dos cuadras lucirán muy bien. Desde luego, los trabajos implican el cierre al paso de vehículos y con ello algunos problemas viales inevitables; y es difícil reclamarlo, aunque no nos guste mucho. Ahora bien, podríamos preguntar por qué se comienza a trabajar en Nieto antes de terminar las obras de Galeana -que han durado demasiado-. Imaginemos que hay respuestas serias y puntuales a tal cuestionamiento. Creamos que los encargados de planeación y los constructores han elegido el orden en que se harán las remodelaciones y las fechas a partir de un análisis profundo. Demos por cierto que quienes toman las decisiones lo hacen siempre después de consultar con los expertos. ¿Por qué queda entonces todavía la sensación de que las cosas se hacen de manera azarosa, sin orden, “al ahi se va”?
Hace unas semanas fue noticia el retiro de los “techos verdes” que se habían colocado en un par de edificios públicos durante la administración municipal anterior. Estos techos verdes consistían en un montón de macetas con plantas colocadas en azoteas que no estaban diseñadas para ello, no fueron adaptadas para ello y, por supuesto, no sirvieron para ello. Resulta que las plantas necesitan agua para vivir, y por lo tanto hay que regarlas, y pues las macetas escurren, y las azoteas se humedecieron y el agua se filtró. Así pues, un proyecto presumido por una administración es desmantelado por completo por la siguiente. Los que se fueron justificaron sus decisiones y acciones en su momento, los que llegaron también. O aquéllos la regaron -literal y metafóricamente- o éstos se equivocan.
Algún asesor, en algún momento, tendría que haber dicho: es ridículo comenzar una remodelación si no hemos terminado otra, yo conduzco diario y de verdad es incómodo hacerlo cuando hay una calle en obras, será peor cuando sean dos, mejor terminemos bien una y luego comenzamos la otra. Algún otro debía haber dicho: pues sí, soy experto en salvar la ecología, pero mi vecina tenía macetas en su techo y tuvo problemas con la humedad, mejor no caigamos en modas, porque será pura pantalla.
Las personas que nuestros gobernadores y nuestros presidentes municipales consultan son expertos en sus áreas -deben serlo, espero que lo sean, confío, sospecho que por lo menos algunos lo son-; pero definitivamente han olvidado que también son ciudadanos comunes.