¿Quién soy yo para juzgarlos? / Cinefilia con derecho - LJA Aguascalientes
23/11/2024

La frase que da título a esta columna fue toda una noticia cuando la emitió Francisco I y aunque si bien no se pronunciaba directamente sobre los gays, el silencio que encerraba implicaba para muchos en realidad una aprobación hacia la comunidad. Para los que somos católicos nos llama la declaración de SS, de igual forma interesa la apertura de sacerdotes como Raúl Vera, que no ha tenido empacho en demostrar que el amor que profesa nuestra iglesia es para todos, sin distinciones, por el contrario nos causa tristeza aquel clero que aún vive en la más pura ortodoxia, parecidos al padre Beto de la excelente serie Catolicadas.

Creada por la asociación civil Católicas por el derecho a decidir (y que además de ser ampliamente vista en youtube se transmite hasta donde sé con Brozo) se trata de cortos animados donde se enfrentan dos puntos de vista, el de Sor Juana, una moderna monja que con base en el amor que Cristo profesó, se opone a todas las expresiones anticuadas de un muy ortodoxo sacerdote Beto (cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia) argumentando con la propia Biblia, concilios o documentos de la iglesia, y así ella da cabida a las parejas divorciadas, comprende la sexualidad de los jóvenes, condena a los curas pederastas, critica el celibato de los sacerdotes, defiende el aborto en casos especiales, aboga por la inclusión a los gays, de hecho respecto a estos últimos hay varios capítulos muy interesantes donde la heroína de millones de católicos da serias lecciones al religioso sobre el amor y la tolerancia hacia este grupo.

A pesar de lo básico de su animación, está muy bien elaborada, los guiones bastante coherentes pero sobre todo divertidos; sobre la creadora de esta serie dice Elena Poniatowska: “María Consuelo es el azote de obispos y sacerdotes, y el gran amor de sacerdotes tan extraordinarios como Alejandro Solalinde… por lo pronto, los religiosos progresistas de México la apoyan en todas sus iniciativas. Los obispos convencionales le temen… critica y da a conocer la falta de congruencia de las enseñanzas y actitudes de nuestros obispos con la tradición católica y los documentos oficiales de la Iglesia, y señala sus fallas en los problemas de derechos humanos y, lo que es más importante para nosotras las mujeres, derechos sexuales y reproductivos” (La Jornada, 10 de agosto de 2014).

La comunidad gay ha sufrido discriminación desde tiempos inmemoriales, pero el colmo es que en nuestras sociedades occidentales laicas, sobre todo basadas en una cultura de la democracia, siga existiendo cualquier rastro que tenga tufo de discriminación. ¿Matrimonio o sociedades de convivencia? Tengo que pronunciarme en el sentido de que debemos permitir el matrimonio, la Corte ya ha dicho que hacerlo exclusivamente entre hombre y mujer es violatorio de derechos humanos, como lo señala en la tesis Matrimonio. La ley que, por un lado, considera que la finalidad de aquél es la procreación y/o que lo define como el que se celebra entre un hombre y una mujer, es inconstitucional, que se publicó en el Semanario Judicial de la Federación del pasado mes de Julio. Respecto a las sociedades de convivencia, considero no logran el objetivo de las parejas homosexuales y que es considerarse iguales a todos, el viejo argumento de que el matrimonio jurídicamente nació para hombre y mujer me parece que implica considerar al derecho como algo estático y no dinámico como en verdad lo es.

¿Adoptar o no? Es una tontería siquiera el considerar que la preferencia sexual hace a una persona no apta para adoptar, lo que está en juego en realidad es el interés superior del menor, es decir, se tiene que analizar quién puede cuidar mejor a un niño, independientemente de sus gustos. En lo personal tengo amigos gays que serían o son excelentes padres y sé de heterosexuales que son o serían horrendos padres, y viceversa. Lo que me parece sumamente ofensivo, discriminativo y además retrógrada es pensar que el tener preferencias por su mismo sexo hace a alguien incapaz de ser padre, como si fuera una enfermedad o una clase de desviación.

Nuestra sociedad hidrocálida aun cuando tiene algunos visos de conservadora, en la práctica está evolucionando, ya en estos días es común ver por ahí de la mano en Expoplaza o el centro histórico a parejas del mismo sexo sin que cause mayor controversia, hay personajes públicos que abiertamente son homosexuales sin que nadie los tache o discrimine. La Corte ya se ha pronunciado para que en lo jurídico pueda haber matrimonio entre personas del mismo sexo, y si bien me queda claro que un paso similar en la Iglesia aun es complicado, de lo que sí estamos seguros es que, como cita el capítulo 8 de Catolicadas primera temporada, el Concilio Vaticano II dice que “toda forma de discriminación debe ser vencida y eliminada por ser contraria al plan divino”.

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