El alguna ocasión, el guitarrista británico Eric Clapton dijo: “Es imposible condensar buena música en sólo tres minutos”, con evidente referencia a las exigencias de la radio comercial que condicionaba a los músicos a estandarizar sus creaciones a más o menos tres minutos de duración con el fin de que pudieran ser transmitidas por las ondas hertzianas.
Durante muchos años los músicos fueron dóciles con la industria discográfica y con los intereses de la radio comercial, al menos lo fueron los llamados “crooners” y un poco más tarde, los representantes de lo que todavía era un incipiente sonido llamado “rock & roll”. Como sabemos el jazz, el blues y la gran música de concierto nunca se sometieron a las reglas del juego, en parte porque el surgimiento de la música clásica, incluso del jazz y del blues, anteceden por mucho tanto a la radiodifusión como a la industria discográfica, pero además porque sus propios formatos no lo permitían, una sinfonía, por muy breve que sea, anda por ahí de los 20 minutos de duración, incluso las más breves, se me ocurre pensar en la Sinfonía “India” de Carlos Chávez que supera los 11 o 12 minutos de duración, es demasiado para el formato de la radio comercial. Así mismo, las improvisaciones, tan propias del blues y el jazz, suelen extenderse libremente obedeciendo más a un interés artístico y de libre expresión, que a los intereses comerciales que nada tienen que ver con una propuesta artística.
De hecho, como sabemos, la música clásica, específicamente la Sinfonía Novena de Beethoven determinó la duración de los CD’s. Una historia cuya veracidad no ha sido comprobada nos dice que el director de orquesta, Herbert von Karajan, insistió en que los discos compactos no deberían durar sólo 60 minutos, ya que esta inmaculada partitura del genio de Bonn no cabría en un solo disco, así que a sugerencia del maestro los primeros discos compactos tenían una duración de 74 minutos, aunque como sabemos, hoy en día se extienden a los 80 minutos. Esto lo menciono, sólo para dejar en claro la trascendencia e importancia de la gran música de concierto y de que en este caso fue la industria la que se sometió a las exigencias del arte y no al revés, como suele suceder.
Pero en sus orígenes, el rock, aun con su natural esencia revolucionaria, contracultural y contestataria, no le quedó otra más que someterse a los intereses mezquinos y condensar el talento y la creatividad a sólo tres minutos de duración. Así, Elvis Presley, Hill Haley, Chuck Berry, Fast Domino, Little Richard, Buddy Holly o Jerry Lee Lewis hacían sus canciones de dos o tres minutos y así aquellos primeros éxitos del rock & roll pudieron llegar, primero a todos los hogares de los Estados Unidos, y después a todo el planeta.
Pero eso no duró mucho tiempo, evidentemente el rock tenía que reaccionar y definir bien su perfil, finalmente, si el rock es, por naturaleza, una manifestación de inconformidad, si su sola existencia es en sí misma un cuestionamiento al “establishment”, no podía seguir dócilmente aceptando los caprichos de la industria del disco y mucho menos iba a aceptar incondicionalmente los parámetros de las radio comercial. Fue durante los años 60, el decenio más revolucionario, no sólo en el rock, sino en todos los ámbitos sociales, cuando algunas agrupaciones empezaron a revelarse en contra de esa regla no escrita de que una canción debería durar religiosamente esos tres minutos, quizás tres minutos y medio, pero no más.
Entiendo que citar algunas de las creaciones musicales, verdaderas obras y ya no solamente simples tonadillas, que se opusieron a condensar la creatividad a la duración de tiempo establecida, nos llevará, necesariamente a omitir otras composiciones igualmente importantes, pero creo que vale la pena citar algunas de ellas, al menos las más trascendentes y revolucionarias.
Se ha aceptado que la primera canción que se atrevió a romper la barrera de los tres minutos y que sin embargo, fue transmitida, completa, por las ondas hertzianas, fue “Hey Jude” de The Beatles en 1968, sin embargo, en el casi mítico verano del ’67, los mismo Beatles editaron el álbum “Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band”, que ya en sí mismo es una desobediencia a los intereses comerciales, se considera como el primer disco conceptual en la historia del rock. Bien, pues la grabación que cierra esta producción se llama “A Day in the Life” y ya supera, por mucho, la barrera del tiempo que la radio comercial permite, anda cerca de los 6 minutos y también carece del estribillo que se convirtió, casi, en un elemento indispensable.
Además de estas primeras canciones que se atrevieron a llegar más lejos sin realmente importarles cualquier otro interés que no fuera el estrictamente artístico, en este caso musical, surgieron, casi de manera inmediata, canciones de larga duración, recordemos a Emerson, Lake & Palmer con Tarkus en 1971 cuya suite sobrepasa por poco los 20 minutos de duración, pero quizás la primera gran canción que se atrevió a más, no sólo en términos de duración, sino de propuesta, fue la legendaria “In a Gadda da Vida” del grupo de San Diego, California, Iron Butterfly, esa canción llega a los 17 minutos con solos instrumentales impresionantes, la canción se hizo famosa por el solo de batería, pero los mismos niveles de excelsitud alcanza el solo de guitarra o el de teclado.
El rock registra otras grandes canciones de estas mismas dimensiones, sobre todo dentro del rock progresivo, como es el caso de “Supper’s Ready” de Genesis, o “Closet o the Edge” de Yes, “Zarathustra” de los italianos de Museo Rosenbach. “Lizard” de King Crimson, entre muchas más.
Pues aquí le dejo que el contador de palabras ya me está presionando demasiado, si tienes alguna otra propuesta, envíamela, me encantaría conocerla.