“La labor de los medios de comunicación es fundamental en el resultado que se obtendrá el próximo 1 de julio” ésta es una frase que escuchamos en muchísimas ocasiones, y claro que fue certera, ya que sin el apoyo de ellos, obviamente el resultado electoral que ahora vemos hubiera sido completamente distinto, pues la fuertísima inercia que logró la espiral que se creó entorno a Enrique Peña Nieto logró su cometido, que consistió en arrastrar con la inconsciencia y la ignorancia a la mayoría de los ciudadanos mexicanos, lo cual se vio reflejado en votos a su favor.
Lamentablemente, los menos, o sea, los medios de comunicación que buscamos un pleno respeto del proceso electoral, y por ende, de la insípida democracia que vivimos en nuestro país, no logramos el equilibrio por el que tanto luchamos; pero lo más penoso es que, a pesar de que fuimos testigos presenciales de la forma en que estaban operando las estructuras de promoción del voto del PRI en el estado, con respecto a la compra y coacción del voto, sencillamente no sirvió de nada este alzamiento de voz, pues nuestra presencia y señalamientos fueron totalmente descalificados. Previo a la elección, dimos cuenta oportuna de estas situaciones, de la entrega de artículos varios (utilitarios principalmente), despensas e inclusive dinero, pero reitero, simplemente fue un compromiso que no sirvió de nada.
Al llegar la jornada electoral, la situación continuó. A como dio lugar la gente se comunicaba de forma constante con nosotros como reporteros, para hacernos saber las situaciones que se vivían en las diferentes colonias y fraccionamientos de Aguascalientes, donde de la forma más rápida posible nos dábamos cita y corroborábamos la operación de estas estructuras priístas. Operaban con todo descaro en vehículos lujosos y con gente con comunicación sofisticada dentro de ellos. El conjunto de casas en las que se hacían los pagos a quienes apoyaban a los candidatos del PRI fue una novela que presenciamos a lo largo del día, por lo que el resultado no fue a causa de ningún augurio, sino por el simple sentido común, al presenciar estas acciones.
Pero no todo está perdido. La realidad indica que la población ha comenzado a despertar; es algo que sostengo y que he comprobado con base en la experiencia práctica y teórica con que cuento en procesos electorales, ya que por una parte, los electores fueron capaces de negarse ante la continuación de la forma totalitaria practicada en el gobierno y por los propios candidatos del PRI en el estado, haciendo una reflexión de la forma en que votarían. De esta forma dieron una dura lección a los gobiernos del Revolucionario Institucional, lo que debe mantenerlos alerta de las imposiciones que buscan y del autoritarismo con que se desempeñan.
Otro de los factores que han demostrado el despertar social, y es del que más orgulloso me siento, son los jóvenes, ya que después de mucho tiempo y de haber perdido su constancia al manifestarse, asumieron su naturaleza, pero, sobre todo, su papel en el presente, ya que les pertenece como a nadie. Lo que más me ha motivado de ellos es la forma en que lo han hecho. Aterrizo con un ejemplo del caso que se presentó en nuestra entidad, y es que inclusive antes de que se desarrollara la jornada electoral, se dieron a la tarea de trabajar en la concientización de los ciudadanos, para que entendieran que la mejor forma de emitir su sufragio es de forma razonada y con una plena convicción. A la vez se enfrentaron, de forma enérgica, a un enemigo común: Enrique Peña Nieto, el candidato de Televisa.
La energía, y sobre todo el valor con el que los jóvenes se enfrentaron a las autoridades en el estado, son dignos de reconocerse, pues en ningún momento demostraron inseguridad, ni mucho menos tibieza, a pesar de que las persecuciones de los gobernantes, y en concreto de sus estructuras, fueron y han sido constantes. No por esto han desistido, a pesar de que es desgastante seguir con las manifestaciones, sin recursos y sin los medios idóneos. Sin embargo, sí conservan las ganas de que la cosa cambie y la perseverancia de no caerse por la sinuosidad del camino; mucho menos van a ceder ante la imposición de un autoritarismo voraz.
Desdichadamente, a pesar de los riesgos y de las acciones que unos y otros ciudadanos hemos corrido, y de lo exhaustivo que ha sido la lucha en la que nos mantenemos, se obtuvo el resultado que muchos esperábamos: ganó el derroche de recursos, ganó la imposición, la que se puso por encima de la razón. Sé que mi planteamiento se adelanta a una de las últimas etapas en el proceso electoral, la cuarta, en la cual el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación habrá de deliberar si las pruebas que se interpongan por parte de algunos partidos políticos son válidas y si se comprueba lo que fue evidente para nosotros, y que finalmente se anule la elección. (Esta situación no va a ocurrir).
Tristemente conocemos este sistema político con el que nos tocó nacer, cuyo problema no es la inoperancia. No, sí opera, pero solamente en función del mejor de los postores, del que hasta este momento desconocemos su identidad. Pero estoy seguro de que cobrará todas y cada una de las facturas que realizará, las cuales no se encuentra a nombre de Enrique Peña Nieto, de Carlos Salinas o del PRI propiamente, sino que se encuentran a nombre del pueblo mexicano. A fin de cuentas éste habrá de pagar las tarjetas de Soriana, las de Monex, las despensas, los millones de artículos utilitarios que se repartieron o las míseras cantidades por las que la gente vendió su dignidad, y muy posiblemente el futuro de muchos, que en algún momento desearán nunca haber nacido.
No culpo las lamentables condiciones en que vive la mayoría de los mexicanos, ya que hacerlo es dirigirme a una consecuencia del sistema político que nos rige, causa que es digna de analizarse y de señalarse. Reitero, no culpo las consecuencias, sino las causas lógicas, pues la gente ve una solución en un brevísimo plazo y la toma. Esto es de lo que se aprovechan aquellos cuyos intereses les hacen actuar de una forma muy consciente y voraz, y que su única visión es la de alcanzar el poder a como dé lugar.
