Hace muchos años que pasó la época de los grandes festivales masivos, eso fue allá a finales de los años 60’s, el último gran festival fue la tercera edición del realizado en la Isla de White, a finales de agosto de 1970 al sur de Inglaterra; claro está, el festival de Avándaro en el Estado de México, que se realizó el 11 de septiembre de 1971. Este fue un festival masivo que congregó junto al lago de Valle de Bravo a posiblemente 250 mil personas, aunque no tenemos al cifra exacta. Sin embargo, sin ánimos de demeritar nuestro gran festival, éste fue estrictamente de interés local, no trascendió las fronteras geográficas de nuestro país, se quedó aquí, fue un festival casero. De ahí que me atrevo a afirmar que el último gran festival masivo de la siempre inconclusa historia del rock, es el de la Isla de White.
Originalmente se realizaron tres ediciones de este festival, el primero fue en el verano de 1968; el segundo, un año más tarde, sólo unas cuantas semanas después del Festival de Woodstock, el festival de festivales, y fue justamente a esta segunda edición de la Isla de White a la que asistió Bob Dylan después de haber rechazado participar en Woodstock. El tercero y último de esta primera etapa se celebró en los últimos días de agosto de 1970 y fue este el más trascendente de los tres. Ese festival llamado “De la Isla de White”, que desde el año 2002 regresó a la escena de la música internacional, aunque sin su esencia original, debe su mística celebridad a esta edición de 1970, porque además de muchas otras cosas, marcó el final de esa utópica y soñadora generación de los años 60’s, sobre todo durante la segunda parte de ese decenio. Justamente en 1970, John Lennon decía en su canción “God”: “The Dream is over, what more can I say?” (El sueño terminó, ¿qué más puedo decir?). Lennon tenía razón, terminaban los 60’s y con ellos la ilusión, la fantasía, la magia, el misticismo, los valores irrenunciables de la paz y el amor, el “Flower Power”, “make love not war”. En fin, todo aquello en lo que la juventud del mundo creía, todo aquello por lo que vivía, y en algunos casos, moría, todo eso llegaba a su fin en 1970, y en ese festival al sur de Inglaterra, cerca de la ciudad de South Hampton, se congregaron, por última vez, algunos de los protagonistas, de los héroes, de los portavoces de aquella generación. Jimi Hendrix estuvo en la Isla de White con versiones sublimes de algunos de sus temas clásicos de su repertorio, como “Power to Love”, “Midnight Lightning” o “Foxy Lady”. Ahí estuvo Hendrix por última vez en un concierto masivo, murió un par de semanas después, el 18 de septiembre de ese mismo 1970. Los Doors también estuvieron en el festival con un decadente Jim Morrison luciendo un abdomen muy abultado y una barba crecida. Me lo imagino más como un apacible y sabio gurú que como el Rey Lagarto, salvaje e impredecible de 1967, aquel contestatario y reaccionario que propuso el caos en una época en donde reinaba el amor y la paz.
También participaron Procol Harum, Sly and the Family Stone, Cactus, David Bromberg, Ten Years After, el apacible Leonard Cohen, Emerson, Lake & Palmer, finalmente el rock progresivo ganaba un espacio en los grandes festivales. En fin, estuvieron presentes, sin duda, algunas de las más brillantes luminarias del rock.
Se esperaban unas 300 mil personas para esta tercera edición del Festival de la Isla de White, pero algunos testimonios de periodistas afirman que fueron más de 800 mil personas, ¿te imaginas?, casi un millón de personas reunidas en un espacio de 165 acres, en la granja de East Afton, al oeste de la isla más famosa del Reino Unido.
Las cosas se salieron de control y ya no fue posible continuar realizando cada verano este “happening”, se interrumpió hasta que en el 2002 se pretendió dar continuidad a esta historia… ¿o será leyenda?
Muchas cosas sucedieron ahí, pero nadie puede dar cuenta de ellas con puntualidad. Varios asistentes dijeron haber vivido una especie de sueño, fue como haber participado involuntariamente en una especie de Teatro del Absurdo. Me imagino que fue como fugarse de las páginas de una obra de Sartre: “El Muro”, “La Náusea” o posiblemente “El Ser y la Nada”. Como una especie de apuntes olvidados en alguna parte de Albert Camus, no sé cómo imaginarlo o cómo entenderlo. A diferencia de los festivales celebrados en Estados Unidos, como el de Monterey, en el área de la bahía de San Francisco, o el de Woodstock, o el de Atlanta Pop Festival, un auténtico sauna, se habla de una temperatura superior a los 40 ºC. Todos éstos fueron festivales luminosos, llenos de sol y sonrisas, con flores en el cabello. El de la Isla de White fue un festival frío y húmedo, finalmente es Inglaterra, aderezado por el casi infaltable ingrediente medieval, insisto, finalmente Inglaterra.
Nadie entendió qué pasó en el Festival de la Isla de White, fue inasible, etéreo, irrepetible, fugaz, como una improvisación de Jimi Hendrix en su Fender Stratocaster, o un solo de Keith Emerson en su órgano Hammond. Una chica canadiense que estuvo en el Festival, dijo: “Estuve ahí, sé que estuve. Recuerdo mucha música, y recuerdo los nombres y las canciones y la gente con las fogatas en las colinas, pero en conjunto aún no puedo saber qué es lo que pasó, y eso es lo que estoy tratando de entender, lo que realmente pasó cuando todo era mucho de todo”.
La semana pasada leyendo tu artículo sobre Woodstock mencionaste algo sobre la isla de White y te escribí para mencionarte que era Wight.
Saludos y felicidades por tu sección.