Hace algunos años, cuando entré por primera vez al Hard Rock Cafe de Puerto Vallarta, Jalisco, que lamentable e inexplicablemente no existe más, lo primero que vi fue el enorme vitral que está en el escenario, queda justamente atrás de los músicos que en ese momento se estén presentando. En este vitral podemos apreciar la imagen de tres de los más grandes protagonistas del Rock & Roll; si estamos parados frente al escenario, el vitral que nos queda del lado izquierdo nos muestra a Little Richard de pie aporreando el piano con salvaje espíritu y en letras grandes podemos leer: “Lucille”, una de las canciones emblemáticas, no sólo de Little Richard, sino de todo el rock & roll. En el costado derecho está un vitral con la imagen del polémico Jerry Lee Lewis, también está tocando el piano y en letras grandes podemos leer: “Great Balls of Fire”, un tema clave en su producción personal, y como “Lucille”, también de trascendencia en todo el repertorio rocanrolero. Ahí están estos dos íconos del rock & roll uno de cada lado, como escoltando la imagen del centro. Esta imagen está dedicada al que conocemos y concebimos como “el Rey del Rock”, sí, efectivamente, Elvis Presley. Está sentado pomposamente en un trono portando el cetro y la corona del indiscutible Rey del Rock, sonriente y despreocupado, dejándose rendir tributo por sus dos colegas que lo acompañan. La vista del vitral en cuestión me absorbió, ignorando por completo al grupo que estaba tocando en ese momento.
Muchas cosas me pasaron por la cabeza mientras contemplaba ese vitral. ¿Sabes? Debo confesarte algo, nunca he sido un gran admirador de Elvis Presley, es decir, me gusta su música, tengo varios discos de él y realmente disfruto escucharlo, pero el camionero de Tupelo, Mississippi, el blanco con voz de afroamericano, no es ni de lejos, uno de mis músicos favoritos, es más, en algún momento he llegado a cuestionar su reinado como indiscutible monarca de las huestes del rock & roll. De hecho, en alguna ocasión haciendo un programa de radio, tuve el atrevimiento de decir que para un servidor, Elvis Presley no merecía ser considerado como el Rey del Rock. Ya te imaginarás lo que pasó, recibí varias llamadas telefónicas pidiendo mi cabeza, sólo faltó que alguien ofreciera una recompensa por la caza de quien proclamaba tan atrevidas vociferaciones, recuerdo que alguien llamó y me dijo: “a mí se me hace que estás muy chavito para el rock & roll”, posiblemente en ese momento aquello fuera cierto, yo tenía, no sé, unos 23 o 24 años (a ver, los reto a que sigan diciendo que estoy muy chavito para el rock & roll), el asunto es que ya me daban ganas de conseguir una escolta para salir ileso de la cabina de radio.
Ya pasaron algunos años de aquel comentario y ahora, a mis 51 años de edad, ¿sabes qué? Sigo pensando exactamente lo mismo, dudo mucho de la incuestionable monarquía de Elvis. Voy a intentar explicarme. Los años que Elvis Presley fue un verdadero rocanrolero fueron muy pocos, más o menos de 1953, cuando ingresó a los estudios de la disquera Sun Records, ahora legendarios, hasta 1958, cuando se enlistó en el ejército, se cortó el cabello, se dejó domesticar, el establishment lo endulzó y se acabó el asunto del rock & roll. Cuando mucho cinco años en donde verdaderamente revolucionó la música y se inmortalizó con temas que hoy son clásicos como: “Heartbreak Hotel”, “All Shook up”, “Hound Dog”, “Love me Tender”, “Blue Suede Shoes”, original de Carl Perkins, “Tutti Fruti”, o aquella impresionante baladita llamada “Blue Moon”. También recordamos “Rit it Up”, “Long Tall Rally” que también personalizaron The Beatles, en fin, yo me atrevería a decir que de toda la extensa discografía de Elvis Aaron Presley, sólo los tres primeros discos conservan viva la esencia del rock & roll, lo demás ya fue un descarado y vergonzoso acercamiento a los llamados “crooners” preocupados por rescatar y vivir del famoso “American Song Book” del que hasta Rod Stewart ha echado mano, sólo que Rod Stewart lo justifica en función de una estrategia de mercadotecnia bien planeada, finalmente, no me puedo imaginar a Rod Stewart cantando a estas alturas canciones como “Do you think I’m Sexy?”, considerando su edad, rompería el sentido común, así que inteligentemente recurrió a este repertorio, pero Elvis? A su corta edad cantando las canciones de Frank Sinatra, Bing Crosby, Perry Como, Boby Darin o hasta Nat King Cole, con todo el respeto y la admiración que este músico me merece, sobre todo con su inmenso trío de jazz. No definitivamente no, eso no se lo podré perdonar nunca “al Rey”, se sometió dócilmente a los caprichos de la mercadotecnia obedeciendo a intereses que no eran exactamente los musicales, y dejó el rock & roll por acercarse más a ese repertorio del “American Song Book”.
Para quien esto escribe, el verdadero Rey del Rock se llama Chuck Berry, hasta la fecha, a sus 87 u 88 años sigue fiel a sus principios fundamentales del rock & roll, nunca perdió la espontaneidad, fundamento sólido de esta música y algo muy importante, quizás por razones obvias, pero nunca perdió de vista esa deliciosa negritud de su música. Definitivamente, para un servidor, Chuck Berry el es único y verdadero Rey del Rock, aunque Little Richard, con justicia, también reclame ese nombramiento.
Después de estar absorto en la contemplación del vitral me quedé pensando: “Posiblemente los 4 o 5 años de buen rock que nos regaló Elvis, sean suficientes para justificar su corona y su cetro, en fin, Dios salve al rey”.