Concluí mi pasada entrega del l9 de julio intitulada “De Caasa y otros abductores”, afirmando que nos habían abducido nuestro sistema de agua potable municipal, mediante la revisión jurídica, inducida por una visión política partidista interesada, en ese tiempo, de Acción Nacional, so pretexto de una respuesta defensiva bajo la careta del “anónimo” Proactiva-Caasa; como actualización forzada y leonina, en represalia del conato de “rescate” del plan original de manejo concesionario. Por lo que cerraba mi argumento diciendo que ni nos robaron, ni nos secuestraron nuestro sistema de agua potable, simplemente nos lo abdujeron.
Esta aserción en el nombre mismo lleva su explicación: “Abducción es el proceso por el que se forma una hipótesis explicativa. Es la única operación lógica que introduce una idea nueva” (CP 5.171, 1903), proposición originaria de Charles S. Peirce que aporta su famoso concepto de “abducción”, (Ver abajo: ¿Hay una “lógica” de la abducción? Michael Hoffmann. Universidad de Bielefeld, Alemania).
El sentido lógico de éste término, polivalente y equívoco por naturaleza, se aplica en este asunto, evidentemente con un significado distinto al de un secuestro alienígena, que sigue al tema de Ufología. En nuestro contexto lógico-temático, su contenido central tiene que ver con la lógica argumentativa y discursiva, en tanto que: – “(…) No hay sino tres clases elementales de razonamiento. La primera, que yo llamo abducción (…) consiste en examinar una masa de hechos y en permitir que estos hechos sugieran una teoría. De este modo ganamos nuevas ideas; pero el razonamiento no tiene fuerza. La segunda clase de razonamiento es la deducción, o razonamiento necesario. Sólo es aplicable a un estado ideal de cosas, o a un estado de cosas en tanto que puede conformarse con un ideal. Simplemente da un nuevo aspecto a las premisas (…) El tercer modo de razonamiento es la inducción o investigación experimental. Su procedimiento es éste. Cuando la abducción sugiere una teoría, empleamos la deducción para deducir a partir de esa teoría ideal una promiscua variedad de consecuencias a tal efecto que si realizamos ciertos actos, nos encontraremos a nosotros mismos enfrentados con ciertas experiencias. Cuando procedemos a intentar esos experimentos, y si las predicciones de la teoría se verifican, tenemos una confianza proporcionada en que los experimentos que aún no se han intentado confirmarán la teoría. Yo afirmo que estos tres son los únicos modos elementales de razonamiento que hay” (CP 8.209, c.1905). (Cfr.- Michael Hoffmann, Institut für Didaktik der Mathematik, Universität Bielefeld, Postfach 100131. D-33501 Bielefeld, Alemania. e-mail: [email protected]
Entonces, abducir un razonamiento es un procedimiento que recurre al planteamiento de una hipótesis plausible, que tiene visos de verosimilitud, y que una vez propuesta sirve de plataforma de lanzamiento para una razonamiento ya sea deductivo, es decir inferir algunos efectos o consecuencias de los presupuestos planteados, mismos que luego pasa a contrastar con los hechos que se pueden constatar en la vida o en el tiempo real; la otra vía es realizar el camino inverso, que es el de inducir una serie de experimentos –por prueba y error, por ejemplo- para verificar si al final son coincidentes o no con la hipótesis de trabajo determinada. En esto consistiría lo que en términos del método científico se llama la “falsación” de la hipótesis principal.
Pues bien, en el caso de la concesión municipal de la prestación del servicio del agua potable a Proactiva-Caasa, el punto de partida de su hipótesis principal residiría en la viabilidad financiera de la infraestructura existente y la adecuación de la red urbana de distribución domiciliaria en su estatus prevaleciente para elevar su eficiencia, por un lado; por el otro lado, está el reto físico-técnico de la disponibilidad de recarga y extracción o explotación de los mantos acuíferos en el estado crítico en que ya se encontraban, es decir su capacidad real de respuesta al binomio oferta-demanda.
Esta doble problematicidad inherente al plan concesionario, implicaron desde un inicio el correr los riesgos previsibles tanto a la parte concedente del convenio, Municipio de Aguascalientes (entiéndase: viabilidad financiera), como a la concesionaria o Compagnie Géneral des Aux (entiéndase: sostenibilidad del esquema de explotación versus recurso crítico disponible, agua de calidad para consumo humano), representada por sus intermediarias locales, nacionales y extranjeras.
Muy pronto, esos riesgos inherentes –pero aún latentes- habrían de emerger a la superficie. Bastó un anuncio desbocado de “rescate municipal”, para que las empresas madre o nodrizas de la concesionaria, de un audaz manotazo jurídico en la mesa, sustrajeron o mejor aún –como vengo argumentando- abdujeron los argumentos originales, para implantar nuevas premisas de riesgo y de “supuesta afectación” a su interés financiero, para que todo el esquema deducido lógicamente o bien inducido experimentalmente a partir de allí, arrojara diferentes escenarios catastróficos, de no darse la novación del contrato, bajo estricta modificación de cláusulas gravosas, molestas, incómodas o pretendidamente inviables del plan original concesionario; cuyas bondades por cierto fueron profusamente cantadas y exhibidas a nivel nacional e internacional, en el contexto dominante del TLCAN. La cara y contra-cara de esta re-estructuración de la concesión, tomó figura concreta en sus partes intervinientes: – de la dirigencia nacional del PAN, en la célebre y feliz memoria del líder nacional Castillo Peraza y bancadas camerales en turno, en la dirigencia de Conagua, del Secretario de Gobernación en turno, del gobernador del estado Otto Granados Roldán y desde luego del presidente municipal, Ing. Alfredo Reyes Velázquez, a una con el H. Cabildo y el gabinete gubernamental; todo y todos bajo la anuencia superior de la Presidencia de la República.
Los efectos de una tal re-edición del plan original los tenemos a la vista: innumerables quejas ante Profeco de Caasa, con su secuela de amenazas de multas y sanciones, que lacónicamente expresa la Delegada en el estado, Patricia Valadez Bustamante: “es una empresa que se supone presta un servicio, pero no lo está dando con calidad ni transparencia” (La Jornada Aguascalientes, jueves 24 de julio/2014, p. 6). Allí mismo, la presentación del Plan Transexenal Hídrico, que presentó el día 8 de abril de 2013, el gobernador del estado, Ing. Carlos Lozano de la Torre, que ensaya de afrontar los riesgos del suministro de agua potable en las próximas dos décadas y que está en peligro, para lo cual se convida a la empresa española “Aguas, Residuos y Medio Ambiente”, representada por José Luis Pitarch Navarro, presidente general del consorcio, como posible instrumentadora de tecnología e intervención ingenieril para subsanarlo, con un coso proyectado de 1,500 millones de pesos.
Y luego la parte del oficio político, por ahora todavía muy desdibujada, suspicaz, blandengue y pusilánime que está protagonizada por: Uno, el PRD en un aviso del exdiputado Gilberto Carlos Ornelas y el regidor Iván Sánchez Nájera –a ver si es chicle y pega- de que se hará recurso a su co-gobierno con la presidencia y dirigencia local del PAN para solicitar que termine la concesión del agua potable. Dos, coincidente en la misma fecha, el pronunciamiento de Caasa deslindándose de los aumentos de la tarifa domiciliaria por el cobro del servicio, en la persona de Humberto Blancarte Alvarado, su gerente general, quien además argumenta que el municipio no está invirtiendo en la operación del sistema y cita en su favor el alza tarifaria de la electricidad, que representa el 23% del costo de la tarifa.
Tres, la trastabillante declaración de Guadalupe Ortega Valdivia, presidente del Comité Directivo Estatal del PRI –haciendo un llamado a la sensibilidad de Caasa-: “hemos salido a la calle y hemos documentado y escuchado a la gente y encontramos un servicio muy caro, pésimo y abusos frecuentes de esa concesionaria”; por lo cual, “pedirá a su fracción parlamentaria revise, analice y ayude a determinar en su caso, qué hacer para poner freno a los abusos de Caasa”. Inadmisible en primer término, desde mi punto de vista, esa especie según la cual se reparten culpas, el PRI y el PAN, porque fue un alcalde priísta el que pactó la concesión y un alcalde panista el que “la blindó”; para mí eso supone falsear los argumentos y estudios previos que, vistos en su originalidad y desnudez fueron sensatos, razonados, razonables y practicables; muy otro es el caso de su alteración supina por un modo políticamente interesado de concitar a su modificación pervertida y perversa. Es decir, estamos ante un caso evidente de malevolencia y maleficencia institucionalizada versus la sociedad recipiendaria de estos servicios, conculcados por la abducción referida.
Cuatro, esa fracción citada del Congreso local, ya entró en recesión, cuyo lapidario y tronante anuncio versa así: “No está previsto un periodo extraordinario porque no hay temas que por su relevancia o urgencias lo amerite”, sí, así lo dijo el presidente de la Comisión de Gobierno de la LXII Legislatura, Lic. Jorge Varona Rodríguez, contra-argumentando el supuesto rezago legislativo (La Jornada Aguascalientes viernes 01/08/2014, p. 4).
Por lo dicho y visto, el tema del agua potable es un tema por abordar a la chita-callando, que está ahí, pero no es visible, se oye que algo suena, pero no logra escucharse del todo; que es urgente, como hacer malabarismos con una papa caliente, pero no apremia al superior interés del Congreso local, aunque al gobierno municipal se le empiece ya a derretir como helado en barquillo en manos de un infante. Todo a su debido tiempo, ¡a poco no! Eso de festinar –es decir adelantar- que no celebrar, como algunos desinformados o desmemoriados suelen decir, no viene ahorita al caso, tan sesudos argumentos tecno-científicos y jurídicos deberán aguardar al dulce sueño y encanto burgués de la pesadilla que nunca ocurrió. A ver si cuando nos despertemos, el dinosaurio amenazante todavía esté allí.