Jura, Escocia. Septiembre de 1945. La figura alta y desaliñada de un famoso escritor social-demócrata se deja ver por los páramos de la isla. Frecuentemente tose -síntoma inequívoco de la tuberculosis. Quizás influido por su padecimiento, el literato ha adoptado una visión pesimista sobre el futuro de su patria, Inglaterra, y Europa, ahora dividida en dos campos por los Estados Unidos y la Unión Soviética. Su fatigado cerebro, trata de encontrar la frase que defina la nueva realidad global.
Meses después, en marzo de 1946, George Orwell, futuro autor de 1984, alarmado por la amenaza soviética escribe que “tras la Conferencia de Moscú, Rusia ha comenzado a hacer ‘la Guerra Fría’ a Gran Bretaña y al Imperio Británico”.
La escena arriba descrita sirve como prefacio al presente artículo, el cual pretende hacer un recuento de la Guerra Fría y explicar cuándo ha comenzado la segunda versión de este conflicto y, por último, el rol de América Latina y México en este entorno.
Tras ser advertido del expansionismo de Iósif Stalin, y la incapacidad de los británicos de proporcionar ayuda económica y militar a Grecia y Turquía, el 12 de marzo de 1947 el presidente de los Estados Unidos, Harry Truman, anunció que su país, “apoyará a los pueblos líderes que resistan las tentativas realizadas por minorías armadas, o a través de presiones exteriores”. En pocas palabras, los Estados Unidos, campeones del capitalismo, se comprometían a la derrota de la heredera metafísica de Karl Marx, Friedrich Engels y Vladimir Lenin, la Unión Soviética.
Los años 50 contemplaron una serie de choques en diversas partes del mundo: Corea, Hungría, Indochina y el Medio Oriente. En el caso de Latinoamérica, el derrocamiento del gobierno socialista de Juan Jacobo Arbenz en Guatemala, urdido por la CIA, y el triunfo de la Revolución Cubana, dirigida por Fidel Castro Ruz y Ernesto Che Guevara, fueron los hechos más relevantes.
La siguiente década contempló las gestas más peligrosos de esta conflagración: la construcción del Muro de Berlín, la Crisis de los Misiles en Cuba, la Guerra de Vietnam, la invasión soviética de Checoslovaquia y la carrera espacial entre los EUA y la URSS.
En los 70 surgió la distensión entre la Unión Americana y la Rusia soviética. Además, la Alemania occidental emprendió la Ostpolitik, un intento exitoso de establecer puentes entre los dos campos ideológicos. En Iberoamérica, el evento más relevante de fue el golpe de estado, planeado por los norteamericanos, contra el gobierno de Salvador Allende en Chile. La derrota estadounidense en Vietnam y las victorias soviéticas en Angola, Mozambique y Etiopía auguraban el triunfo de Moscú.
La fase final de la Guerra Fría comenzó con la intervención soviética en Afganistán y el surgimiento del sindicato Solidaridad en Polonia. Una tríada de líderes compuesta por Ronald Reagan, Juan Pablo II y Margaret Thatcher fue la responsable de domar al oso ruso. Aunque cabe mencionar que el reformista líder soviético, Mijaíl Gorbachov, tuvo un papel relevante.
Para algunos historiadores la Guerra Fría terminó el 9 de noviembre de 1989 con la caída del Muro de Berlín; otros dicen que fue el 25 de diciembre de 1991 con la desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, “la mayor tragedia geopolítica del siglo XX” (Vladimir Putin dixit).
Durante última década del siglo veinte, los Estados Unidos, al carecer de un rival geopolítico y geoeconómico, hicieron, salvo raras excepciones, lo que quisieron a escala planetaria. Sin embargo, las fracasadas invasiones anglo-americanas de Afganistán e Irak, la crisis financiera de 2007-2009 y el surgimiento de los llamados países emergentes, liderados por China y Rusia, cambiaron el orden internacional.
El primer aviso ocurrió en agosto de 2008, cuando la Federación Rusa derrotó a Georgia, aliado de Estados Unidos e Israel. Este conflicto que según el diplomático norteamericano, Ronald D. Asmus, “cambió al mundo”, ya que supuso el resurgimiento de Rusia como gran potencia.
Quizás cuando los historiadores escriban sobre esta nueva Guerra Fría dirán que ésta empezó en 2014, el centenario de la Gran Guerra. ¿Por qué? La anexión de Crimea, en marzo próximo pasado, por parte de Rusia supuso una victoria geopolítica, pues la península (y el mar Negro) seguirá en manos rusas y Siria continúa siendo su aliada, lo cual supone un desafío directo al orden geoestratégico diseñado por los Estados Unidos tras la desaparición de la Unión Soviética.
Probablemente, sea el 15 de julio del presente año, cuando los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) decidieron crear el Nuevo Banco de Desarrollo y el Acuerdo de la Reserva Contingente, lo cual, en las palabras del científico social brasileño Braz Baracuhy, representa “que esas naciones han formado una coalición y puede acordar un conjunto de posiciones comunes para reformar las reglas y la estructura de toma de decisiones de la instituciones internacionales”.
En pocas palabras, ni el Fondo Monetario Internacional ni el Banco Mundial, manejados por los Estados Unidos y la Unión Europea, serán las únicas opciones para los países emergentes.
¿Cómo participará América Latina? Los gobiernos de izquierda (Argentina, Bolivia, Brasil, Cuba, Venezuela, etc.) han escogido jugar con China y Rusia. Esto fue demostrado tras las recientes giras, efectuadas por Vladimir Putin y Xi Jinping, por la región.
¿Y México? Debido al Tratado de Libre Comercio de América del Norte y al Comando Norte seremos “socios” de la Unión Americana en esta nueva contienda. Eso si no somos desmembrados, como augura el especialista Robert Kozloski.1
Finalmente, esta nueva Guerra Fría, como su predecesora, será, según dice el periodista carioca Pepe Escobar, jugada en un “tablero de ajedrez ensangrentado”.
Aide-Mémoire.- ¿Hasta cuándo dejará Benjamín Netanyahu de sacrificar niños palestinos?
1. – Taking the Long View on Hispanic Immigration