Al entrar al Cine Auditorio C.T.M. fue indescriptible la sensación de ingresar a un lugar estigmatizado, tal vez haya experimentado el morbo o la tan popularizada transgresión; y es que está cargado de simbolismos, la mayoría de ellos negativos, al ser un establecimiento para la proyección de películas pornográficas. Debido a esto, también está circunscrito entre mitos sobre las interacciones que podrían darse en el recinto. Sin embargo, ¿qué tan acertadas serían estas ideas (pre)concebidas?, ¿qué tan responsables serían los trabajadores del cine?, y lo más importante, ¿qué nos dicen estos espacios? De los cines originarios de la entidad, el antes nombrado Cinema Variedades es el único que queda en pie, a pesar de los embates de personas y grupos conservadores, lo cual también sufrieron otros cines como los extintos París y Dorado 70; y como actividad económica, no es posible que continúe sin alguna demanda de consumo.
Durante la década de los 80 se proyectó en Aguascalientes la primera “película para adultos”: Camariera senza… malizia (La camarera sin malicia) de Lorenzo Onorati; lo cual marcó una nueva oferta de entretenimiento para una ciudad en proceso de urbanización: la pornografía, la espectacularización de prácticas sexuales. Por ello, se suele pensar que el único uso de estos productos mediáticos es el erotizarse para la masturbación o algún acto sexual posterior o a la par; por estas razones, el pensar en un sitio colectivo de exhibición de este tipo de filmes inmediatamente nos lleva a pensar en posibles contactos sexuales entre los asistentes. Sin embargo, existen otras formas de consumir estas producciones audiovisuales.
Recuerdo que mi madre me contó que durante su juventud, cerca de los veinte años, mi abuela le pidió a una vecina que la llevara a una película “de esas”, y aunque no se refería ni a una película erótica, sí a una con escenas de sexo trucado, esto para explicarle lo que era la intimidad en el matrimonio sin tener que hablarlo directamente. Si bien, la pornografía como recurso educativo era entendible en un contexto histórico de poca apertura a la sexualidad; actualmente continúa como una forma de descubrimiento: para observar posibles fantasías a través de otros extraños o considerar nuevas técnicas eróticas, que desde algunas visiones representa el mejorar la actividad sexual, es decir, un Kama Sutra moderno en formato audiovisual, dramatizado, y meramente operativo (a diferencia del texto hindú).
La pornografía utiliza como materia prima el deseo, fetiches y fantasías erótico-sexuales de las personas, aunque en la mayoría de las culturas estos aspectos de la vida han sido negados a las mujeres, al ser considerada la reproducción como fin primordial de sus órganos sexuales y zonas erógenas; por esto, la industria del porno se ha dirigido especialmente a los hombres. Es así que los cines tres equis son considerados como zonas masculinas y de homoerotización, del goce entre hombres, aunque esto no implica una interacción cuerpo a cuerpo, sino que incluso representa un reto de doble filo: el demostrar la potencia de erección y/o la heterosexualidad al evitar la excitación ante estímulos considerados como propios de la homosexualidad, y no necesariamente el exhibir el pene fuera de la ropa; como en algunos deportes en los cuales los jugadores se dan nalgadas o se palpan el pene entre sí. Debido a esto, es razonable que los 100 títulos con los que cuenta el Cine Auditorio C.T.M. sean de cohorte heterosexual y que no exista alguna película orientada al público femenino (nicho de mercado que recién se ha iniciado a explotar por el porno); además de que la mayoría de los 200 espectadores cautivos sean hombres y las únicas mujeres que han ido es con su pareja de forma esporádica. Según uno de los trabajadores de dicho cine, por lo general se tiene una fluencia de 15 a 20 personas, mientras que los domingos se llegan a recibir hasta 50; y no sólo de estratos socioeconómicos “bajos”; lo cual pude observar por la ropa y estilos de los espectadores, al igual que por los coches en los que algunos arribaban.
Aunque pueden ser miles las razones por las cuales alguien decida entrar al Cine Auditorio C.T.M., la mayoría creemos que es un espacio permisible para prácticas sexuales en público (cruising). Aunque, estas zonas posibilitan la selección de una pareja sexual, al igual que los bares, esto no significa que cada uno de los usuarios vaya con esta consigna, aunque puede haber uno que otro aventurado, como algunas parejas en salas cinematográficas comerciales durante películas, incluso familiares. Por otra parte, ¿suena descabellado que algún grupo de amigos acuda por morbo, o terminen consumiendo un filme pornográfico como comedia, al reconocer la exageración de los sonidos, los encuadres, los escenarios?… ¿Qué tanto hemos limitado nuestro pensamiento y evitamos la posibilidad de la resignificación?, ¿hasta qué punto hemos adoptado una postura morbosa ante algo que podría ser más soso de lo que creemos?
montoya [email protected]
Twitter: @m_acevez