Tragicomedia Mexicana II; Crecer o no crecer / Ciudanía económica - LJA Aguascalientes
16/11/2024

La solución a todos los males, la panacea para recuperar el bienestar económico, nos insisten los voceros gubernamentales, es el crecimiento. El mero crecimiento, dadas las cosas como están, sólo beneficia a unos cuantos. A los mismos que se han beneficiado desde que se impuso el modelo llamado por unos, neoliberal, desde los años 80. Por encontrarse la economía mermada en su capacidad de recuperación y distorsionada porque se han favorecido actividades depredadoras, el modelo de crecimiento, como nos lo quieren vender, no solamente es inviable, sino dañino para la mayoría.

Durante los años de crisis presupuestal -provocada al excederse las administraciones de Echeverría y de López Portillo en el gasto gubernamental-, la política económica mexicana fue sometida al tratamiento de choque del “Consenso de Washington” para “estabilizar la economía” como prioridad para recuperar la capacidad de pago de la deuda externa. Así, la política se centró en contraer la actividad económica: reduciendo la inflación, contrayendo los sueldos, reduciendo el gasto público y devaluando la moneda.

Como consecuencia de ese cambio en la política económica, que injustificadamente se extendió durante décadas, se modificó sustancialmente la estructura productiva nacional: se fortalecieron los monopolios (los nacionales y los ligados a las grandes corporaciones internacionales) y se contrajeron las actividades económicas tradicionalmente generadoras de más empleo y riqueza local. La economía del país se distorsionó.

Para decirlo de manera ilustrativa, es como si durante ese tiempo, ejemplificando el cambio en el cuerpo de una persona, unas partes del cuerpo hubieran crecido más que proporcionalmente que el resto, y otras se hubieran reducido. De acuerdo con ese símil, la crisis primero y la cura -impuesta por el sistema bancario internacional- después, privaron a ese cuerpo de la capacidad muscular para moverse y sostenerse por sí mismo y anuló la capacidad para obtener a partir de su funcionamiento la energía propia de su constitución. El cuerpo económico, aunque en promedio crezca, con ese crecimiento está acentuando la distorsión. Entonces, en el hipotético caso de una persona con cuerpo deformado con cabeza enorme y piernas y brazos pequeños, al aumentar su estatura, la proporción deformada sólo se acentuará. Esto es, con el crecimiento, algunas extremidades habrán disminuido su proporción respecto a la estatura total y otras habrán aumentado.

Los datos estadísticos que elabora y publica el INEGI dificultan el análisis crítico de la política económica de largo plazo, especialmente entre 1950 y 1993, décadas críticas de la evolución de la economía. Debido a que durante ese lapso se han hecho sucesivas modificaciones en la composición de los datos -cambio de año base-, se produce lo que en matemáticas se llama falta de transitividad -comparar peras con manzanas- que es lo que dificulta el análisis de un período a otro.

Entre 1993 y 2013, período en donde hemos podido minimizar el efecto de la intransitividad estadística, la importancia relativa de los distintos sectores (las partes del cuerpo) respecto al PIB (la estatura total del individuo en el símil anterior) ha cambiado en las siguientes proporciones:

Ramas de actividad económicas que se han contraído
Fabricación de fertilizantes, pesticidas y otros agroquímicos -54.67%
Fabricación de prendas de vestir -49.89%
Fabricación de productos de cuero y piel -44.72%
Fabricación de insumos textiles y acabado de textiles -44.59%
Extracción de petróleo y gas -38.90%
Aprovechamiento forestal -38.06%
Agricultura y Ganadería -21.33%
Ramas de actividad económicas que se han expandido
Industria de las bebidas 28.70%
Actividad bancaria 39.01%
Fabricación de maquinaria y equipo 56.75%
Minería y servicios relacionados 98.14%
Fabricación de automóviles y camiones 140.23%
Fianzas, seguros y pensiones 192.09%
Información en medios masivos 396.00%

En suma, el crecimiento del PIB en la economía mexicana es indeseable como meta en sí mientras no se corrija la distorsión. Con el impulso del crecimiento a través de la inyección de dinero obtenido por el aumento de la deuda gubernamental se acentúa la distorsión del cuerpo económico: las ramas generadoras de empleo -el músculo económico- siguen empequeñecidas, afectadas adicionalmente con la “reforma” fiscal, mientras que se alimenta a las actividades financieras y bancarias, así como las que extraen a favor del extranjero la riqueza de las entrañas del país.

Por lo anterior, algunos analistas, particularmente los más sensibles respecto a la sustentabilidad ecológica, promueven el decrecimiento sustentable como solución al crecimiento desmedido y desigual que privilegia el modelo económico preponderante en el mundo, exacerbando la depredación del trabajo humano y de los recursos naturales.

Sin embargo, con base en el análisis anterior, un decrecimiento sustentable es necesario en aquellos sectores o ramas de actividad económica que han crecido desproporcionadamente. Pero en un país devorado por el capitalismo salvaje, esta estrategia debería combinarse con el fortalecimiento y crecimiento de aquellos sectores que tienen mayor incidencia en la generación de ocupación humana y efecto correctivo del impacto ambiental.


El desarrollo económico para esta estrategia no proviene de la inyección monetaria a través del sistema bancario ni del endeudamiento adicional para impulsar el gasto público. Se requiere una readecuación y distribución del gasto público a través de la sociedad civil. De acuerdo con el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública del Congreso de la Unión, por cada peso que se dona o se canaliza a través del las Organizaciones de la Sociedad Civil -OSC- se genera un efecto multiplicador vía donaciones en especie, voluntariado y transferencia de recursos monetarios. Por cada peso de donativo deducible entregado a una OSC, el gobierno deja de recibir $0.30, el donante aporta $0.70 y la sociedad civil aporta $4.00 entre voluntariado, ingresos autogenerados, y recursos gubernamentales transferidos. Así, la sociedad obtiene un beneficio público de $4.70. El bienestar económico perdido no se logra sólo con crecimiento, sino con la eliminación del modelo económico depredador y la socialización del gasto público.

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Twitter: @jlgutierrez


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