El Profe fue levantado un día saliendo de la escuela por unos desconocidos. Ni siquiera esperaron a que los niños se fueran a sus casas. Uno más de los miles que en todo el país son privados de la libertad injusta e inexplicablemente. Inició entonces para su Chata una tragedia de más de veinte años de dolor, de angustia y de muerte en vida.
Aunque podría serlo, no es una historia de la vida real. Sin embargo, se siente, asfixia y duele. Duele cuando se presencia íntimamente, en casa de su autora, Mariana Torres, en donde se desarrolla una puesta en escena de teatro íntimo en la que ella misma interpreta a la viuda del Profe.
Beto Béjar encarna impecablemente al Profe, casi vivo en un espacio donde apenas cabe con su querida Chata y su infelicidad, un pequeño lecho, que podría ser mortuorio, un buró de tres patas, un perchero, una botella de mezcal y escasos treinta espectadores.
Bajo la experimentada dirección de J. Concepción -Chon- Macías y la esmerada producción de Alexa Torres, Proyecto 5 Teatro presenta una obra de una vastísima carga emocional y artística. Se trata de la adaptación del poemario De muerte y rabia, con el que Mariana ganó el Premio Dolores Castro el año pasado.
Ahí, en la sala de una casa antigua de la calle Allende, la Chata retoma algunos de estos poemas, muriendo de a poco, anhelando noticias de su Profe: “Juré buscarlo toda mi vida, profe. Ojalá me muera pronto pues este juramento me devora las entrañas y la razón… …La casa ha enmudecido y yo con ella. Mi cuerpo está lleno de muerte y de rabia… Ojalá que todo desaparezca poco a poco para tener la casa vacía y desmemoriada… Que ardan las cortinas, los muebles, los libros, las fotografías, las páginas inconclusas, las flores ilusas, las puertas, la música, los sueños, las palabras, los insultos, las promesas, las quejas, las reconciliaciones. Que arda la noche. Que arda mi memoria. Que arda mi cuerpo”.
Y es que en el fondo la obra duele porque aborda el drama de las personas desaparecidas. Un tema que es vergüenza nacional en México. Un tópico que por cotidiano, se confunde ya con otras estadísticas en las noticias, pero que sigue doliendo. Duele principalmente a todas esas Chatas que como palomas negras se juntan en las plazas de muchas de nuestras ciudades y nuestros pueblos, esperando, muriendo cada día, gritando, y escuchando sólo ecos en los edificios de gobierno.
Mariana Torres da voz y rostro a una realidad que maquillamos, muchas veces inconscientes, indiferentes, insensibles, otras veces cómplices. Pero que cualquier día, a cualquiera nos podría alcanzar.
Y es la indiferencia de los indiferentes la que les hace cómplices de los asesinos. La indiferencia que, quizá como un instinto de supervivencia, nuestra mente y nuestro corazón se encargan de dejar fuera, “qué sencillo sería todo si los recuerdos pudieran desaparecer calcinados en una hoguera”, de lo contrario moriríamos por dentro, como muere la Chata en la calle de Allende.
“Tengo miedo del encuentro -cantaba Gardel- …con la frente marchita… …con el pasado que vuelve a enfrentarse con mi vida” y permanecemos temerosos e indiferentes a las injusticias, por no meternos en problemas, y casi gritamos como la Chata “ayer intenté escuchar a Gardel y fue imposible, ni siquiera esas cosas he podido recuperar. No más Gardel, me dije. Tiré los discos. Tiré su ropa, sus libros, sus cartas, profe. No más Gardel, no más”.
Y así olvidamos que lo que hoy sucede a otro, podría sucedernos. Pero debemos tener cuidado porque la realidad nos puede alcanzar, una injusticia. Lo que hoy pasa a otras y a otros, un día podría sucedernos, y lo único que nos salvará será la solidaridad de quienes reclamen la injusticia, no por interés o afinidad, sino simplemente por injusticia.
Martin Niemüller (1892-1984) pastor luterano arrestado por la Gestapo en 1937 y declarado culpable de traición, confinado hasta el final de la guerra en los campos de concentración de Sachsenhausen y Dachau, salvando la vida de milagro, pronunció después de la guerra innumerables conferencias, concluyéndolas a menudo con estas palabras:
Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista;
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío;
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista;
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante;
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada.
Hoy publica el evento “No más Gardel” de la red social Facebook que sólo hay unos cuantos lugares para el 8 de Junio, la última función de esta, su primera temporada. Recomiendo no perder la oportunidad de ser parte de la historia de la Chata y el Profe.
Twitter: @manuelcortina [email protected] www.manuelcortina.com