El segundo concierto de la actual temporada de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes contó con una programación distinta a lo habitual o a lo estrictamente ortodoxo. Digamos que es una regla no escrita que un concierto sinfónico inicie con una obertura, continúe con un concierto y termine, después del intermedio, con una sinfonía. En este caso, lo que escuchamos fue un programación pensada, posiblemente, para agradar a un público que no suele frecuentar los conciertos de la OSA, con obras que no es extraño escucharlas a manera de encore, obras cortas, de fácil digestión y que seguramente cautivaran al más neófito. Sin embargo, este repertorio, si bien es cierto que se va por el camino fácil, en donde no hay margen de error si lo que se pretende es capturar nuevos públicos, no deja de agradar a quienes, con un oído más educado y con mayor conocimiento de causa, asisten a la sala de conciertos.
En este aspecto, siempre he sido muy crítico de los programas facilistas. Bueno, yo creo que para eso hay conciertos en donde la Sinfónica sale de su contexto habitual, y se lanza a la caza de nuevos públicos, labor indispensable, sin duda. Pero ya una vez que están en temporada de conciertos en su casa, que es el Teatro Aguascalientes, creo que es necesario enfrentar compromisos mayores, como lo veremos en los conciertos siguientes, de hecho esta temporada me parece que es una de las más atrevidas con obras de Bruckner, de Bruch, de Schnittke, y otros, probablemente más conocidos pero que demandan un incuestionable virtuosismo para una buena ejecución. Así que, ignorando estas exigencias de un servidor que seguramente parecerán exageraciones, lo mejor es entender y aceptar estas licencias que se suelen tomar en la programación de una temporada y disfrutar de la música sin inhibiciones, finalmente, el maestro Revueltas suele ser muy bueno en la programación de conciertos.
El segundo programa inició con el celebérrimo y hermosísimo “Capricho Italiano”, Op. 45 de Tchaikovsky, continuamos con el “Vals Triste” del finlandés Jean Sibelius, después la Rapsodia Sueca No.1 – Midsommarvaka de Hugo Alfvén. La segunda parte del concierto inició con “Frühlingsstimmen, Op. 40 (Voces de Primavera) de Johann Strauss Hijo. Del francés Camille Saint-Säens: las Bacanales de Samson et Dalila. De Emmanuel Chabrier disfrutamos de Joyeuse Marche y finalmente del Huapango de José Pablo Moncayo. El director para este segundo concierto de temporada fue el maestro Román Revueltas Retes, director titular de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes. Es uno de esos conciertos, estoy seguro, en donde la mayoría de las personas que asistieron, al ver el programa, podían afirmar que no conocían muchas de las obras que se ejecutaron, pero al momento de escuchar las primeras notas, entendían que era música que conocían muy bien.
Nuestra Sinfónica hizo una ejecución decorosa de cada una de las partituras que ejecutamos, digamos que son obras de repertorio que deben estar perfectamente dominadas por quienes las interpretan, y así fue, aun con el pequeño, pero perceptible desliz de algunos metales en la parte final del Huapango de José Pablo Moncayo, peccata minuta, sin duda, pero que tampoco es posible ignorar.
El público respondió favorablemente a la convocatoria para este concierto, como también lo hizo la semana pasada, no fue un lleno, pero si una entrada muy decorosa, lo que ya se está haciendo una sana costumbre en cada uno de los conciertos de la Sinfónica. Recordemos que la temporada pasada casi todos los conciertos fueron llenos, tendencia que continuó en las presentaciones de feria y que seguramente, hacemos votos para que así sea, lo seguiremos viendo en esta temporada. Aún cuando algunas de las obras que habrán de ejecutarse no son exactamente unos dulcecitos fáciles de digerir, Bruckner y Shnittke exigen mucho más, no sólo de los intérpretes, sino de quienes escuchamos, pero eso sí, es música exquisita e imprescindible en el repertorio de cualquier buena orquesta, música para la que sin duda, ya hay un público numeroso aquí en Aguascalientes, finalmente eso es lo que se busca en el difícil proceso de buscar nuevos públicos.
Para la próxima semana, en el tercer concierto de temporada, tendremos el gusto de escuchar una programación mucho más ambiciosa y exigente. Iniciamos con la obertura “La Clemenza di Tito” K. 621 de Wolfgang Amadeus Mozart; el Concierto para Piano y Cuerdas de Alfred Schnittke, compositor ruso contemporáneo de alcances musicales impresionantes, un verdadero virtuoso con una capacidad de expresión que deja plasmada en esta deliciosa partitura. El solista será el maestro Alain del Real, joven pianista ya conocido entre el público melómano de Aguascalientes. En la segunda parte del concierto escucharemos la Serenata No.1, Op. 11 en Re mayor, que bien podríamos considerar como un ensayo sinfónico del compositor, antes de atreverse a abordar abiertamente la sinfonía, lenguaje con el que tuvo muchas reservas por no poderse desembarazar, según decía él “de la sombra del gigante” con obvias referencias al genio de Bonn Ludwig van Beethoven. El director para este concierto será el maestro Ramón Shade. La cita con su majestad la música es el viernes 30 de mayo a las 21:00 horas en el Teatro Aguascalientes, la casa de nuestra Orquesta Sinfónica. Por ahí nos veremos si Dios no dispone lo contrario. Hasta entonces.