- Adapta Mariana Torres el poemario con que ganó el Premio Dolores Castro
- Cuenta desde casa, la historia de una mujer viuda, dolida y llena de rabia por la muerte y desaparición de su marido
“Ya no llores, Chata, el desierto empieza a devolver a los muertos en nubes de polvo y yo regresaré por la venta de mi… de nuestra casa”, Mariana Torres decidió adaptar su poemario De muerte y rabia, ganador del Premio Dolores Castro, al teatro, y no un teatro común sino un teatro íntimo, cercano con el público y con acalorados momentos de dolor, así es como No más Gardel comenzó su corta temporada en su propia casa adaptada para un cupo de 30 espectadores.
No más Gardel está dirigido por José Concepción Macías Candelas, producido por Alexa Torres y representado por la autora Mariana Torres y Beto Béjar, y cuenta la historia de una mujer viuda, su dolor y desesperación por la muerte y desaparición de su marido, “el profe”.
La autora recordó que cuando escribió el poemario lo concibió como escenas, por lo que más bien era la gente de teatro la que veía esas voces poéticas en pequeños momentos, “del poemario a la obra de teatro no me costó trabajo, la verdad, porque de alguna manera, inconscientemente lo tenía visualizado desde la escena”, aunque no están todos los poemas en la obra, Mariana Torres buscó dar pistas al espectador de quiénes son los personajes, sus profesiones, sus rutinas, cosas que significaran algo para lo que cada poema estaba diciendo; trabajado en tan sólo una noche de desvelo, No más Gardel tuvo sus transformaciones, pues el director muy respetuosamente le dio un tratamiento sobre cómo presentarla escénicamente, cómo diferenciar y distinguir determinadas situaciones, lo cual para Mariana Torres fue un trabajo enriquecedor para su obra.
El director compartió su sorpresa al haber sido invitado al proyecto pues nunca había tenido la oportunidad de trabajar como tal con estos tres agentes teatrales, “también me puse nervioso porque cada vez que uno tiene una oportunidad de dirigir una obra, sabe que parte de cero”, aunque reconoció que inmediatamente al darle lectura al texto hubo una unión increíble entre la idea de la autora y Macías Candelas, “sin duda es un material muy interesante al cual debíamos hacerle justicia en la escena”, así fue como las experiencias personales de cada uno del equipo hicieron que la adaptación tomara su rumbo solo.
“Yo he creído siempre que el director solamente es el entonador, el que conduce pero no impone y también se alimenta mucho”, por ello las aportaciones que hicieron tanto las hermanas Torres como Béjar fueron complementarias para que el proyecto se convirtiera en algo muy íntimo, real y legítimo; siendo ésta la gran ventaja del teatro comunitario, pues permite tener mucho acercamiento de confianza y opinión abierta, “yo sólo me vine a sumar, integrarme y adaptarme a su dinámica teatral que me parece excelente”, la idea de que se usara la casa, con qué características y qué es lo que querían transmitir al público ya estaba planteado, sólo hacía falta reunir todo y comenzar a ensayar; reconoció sentirse un poco extraño pues en otros proyectos había cosas que arreglar “al cinco para las 8:00”, y en este caso desde un día antes cada quien estaba en sus actividades, ya sólo esperando que se diera la fecha para comenzar.
Para Beto Béjar siempre es un reto “sabroso y de alto trabajo” cada montaje, sin embargo este en específico representó un nivel de preparación muy especial ya que en primera tiene al público a menos de un metro de distancia en un ambiente cálido, encerrado con una visibilidad perfecta, que no da chance para equivocarse, además de que en la mayoría sabe la historia pues previamente leyó el poemario.
“No había otra manera de contar esta historia que no fuera ésta, la verdad pensamos en la posibilidad de que fuera en un teatro pero para lo que Mariana había conseguido en su texto no había otro modo más que contarla desde la recámara de una mujer verdadera en un espacio real”, esto principalmente para que el espectador entienda el sufrimiento de esta mujer en un hábitat genuino y desde su intimidad.
De ahí el que subrayara la maravilla del teatro, pues en cada lugar es distinto, especial y único, de esta manera el teatro nunca da la posibilidad de acostumbrar al actor ni al público de algo, sino que siempre se tienen que reinventar.
Como productora “hiperdisciplinada”, como la describieron sus compañeros, Alexa Torres reveló haber sido una producción “en caliente” pues al haberse atravesado la Feria, mucho del trabajo se atrasó, sobre todo las partes técnicas, las luces, la escenografía, el dónde colocarían al público, pues asistieron a medir gradas pero por el espacio tan reducido de la sala no cabían, por lo que improvisaron unas gradas de madera firme que proporcionan al público una vista perfecta desde cualquier perspectiva.
“Parece sencillo porque es en la casa, pero justamente por ser ahí salió más laborioso”. Relató que en un inicio se pensó que se trataría de sólo un mueble y una luz baja, pero conforme pasó el tiempo el proyecto fue sumando más ideas para que se lograra una atmósfera de desierto, dolor y rabia, ya cuando las propuestas crecieron decidió contratar a un escenógrafo profesional: Lalo Gaytán, quien comenzó a dialogar y diseñar la escenografía junto con el director, quienes transformaron una pequeña sala en un mundo de palabras y sentimientos.
Usted, lector, se preguntará cómo en un espacio tan pequeño, con tan poco público, podrá recuperarse la inversión ya que se sabe que a estas alturas del camino laboral los actores no pueden hacer las cosas por puro amor al arte; pues la productora diseñó la temporada para que salieran perfectamente bien librados en recurso, aunque aclaró que más que querer ganar dinero quieren hacer teatro en casa porque pocos lo hacen y es un trabajo muy interesante y rico en experiencias tanto para los creadores como para el público asistente.
Béjar añadió que de manera desafortunada el arte siempre se ha pensado desde el subsidio y el teatro lo hemos visto transitar por el argumento terco de quienes lo hacen para tener una beca o que los institutos les den dinero, y si no, no se hace, “pienso que quienes hemos apostado por el arte y el teatro autosuficiente, independiente, no necesita que alguien te preste un teatro porque el teatro no tiene que vivir siempre en ese espacio oficial”, el teatro genuino es aquel que tú construyes, propones, logras y sostienes por tus propios medios, aquellas personas que creen que si no es bajo este esquema oficial el arte no puede existir. Asimismo los invitó a acercarse a todos estos proyectos de calidad que se están efectuando sin necesidad de una beca institucional ni apoyos de gobiernos, “claro, hay que apostar a los espacios no oficiales pero con productos profesionales, solventes en el equipo que los conforman y que sea un texto que proponga”.
En el caso de No más Gardel la resolución fácil hubiera sido montar una simple mesa y una luz baja, sin embargo no hubiera tenido el mismo impacto en el público, y si la idea del teatro es transmitir sentimientos y emociones a un tercero por medio de personajes y una historia, no podían quedarse en el conformismo sencillo y sin validez; además destacaron estar convencidos de que el teatro es una disciplina que si no tiene calidad no puede llamarse producto escénico, sino un costal de ocurrencias.
“El teatro donde se haga tiene que tener un sello de calidad, porque se puede hacer en cualquier pero si no tiene calidad, en cualquiera será un fracaso”, señaló Macías Candelas añadiendo que ha conocido personas que se jactan de ser teatreros callejeros por convicción, pero al verlos en un teatro no saben manejar luz, entre otros errores, entonces, en su opinión, esto no es un asunto de convicción sino de ignorancia.
La temporada constará de tres semanas en la calle Ignacio Allende número 233 en la zona centro, con funciones de jueves a domingo a las 20:30 horas a partir del 22 de mayo hasta el 8 de junio. Como el espacio es reducido se requiere reservar ya sea por Facebook (No más Gardel evento público) o al teléfono 449-890-9690 con Alexa Torres.