La democracia azul - LJA Aguascalientes
23/11/2024

Decía Carlos Castillo Peraza, que “la democracia es el procedimiento que legitima a la autoridad”. Tal vez no se imaginaba la magnitud de agresiones y provocaciones que llegaría a tener la primera campaña por la presidencia nacional del Partido Acción Nacional (PAN) en la que participa directamente la militancia en 2014 -anteriormente se hacía a través de consejeros-, o tal vez sí. Tal vez aún así, su apuesta era por la democracia que legitimara al dirigente.

Tras sesenta días de campaña “interna”, finalmente este domingo se llevará a cabo la elección -sin precedentes en nuestro país- donde se elige a un presidente nacional de un partido político por la vía del voto libre, secreto y directo de todos y cada uno de sus militantes. Las planillas registradas son dos, la encabezada por Gustavo Madero acompañado por Ricardo Anaya y la de Ernesto Cordero con Juan Manuel Oliva.

El desgaste durante el proceso ha sido excesivo, se han dado acusaciones tanto de un equipo como del otro, las denostaciones han sido el pan de cada día y la ausencia de propuestas también; denuncias de sumisión al gobierno federal priista, los “moches”, los casinos, los manejos de recursos en la Secretaría de Hacienda, entre muchos otros. El PAN, como partido llega a su renovación nacional siendo la tercera fuerza política en el país, con escenarios muy diversos en cada una de las entidades federativas, como ejemplo Aguascalientes, donde en la última elección la sociedad le dio un voto de confianza para encabezar los tres municipios con mayor número de población en el estado.

Atrás han quedado los tiempos de la “oposición leal”; término que acuñó en 1974 la investigadora Soledad Loaeza, cuando afirmaba que el PAN “no representa una alternativa real de poder y, por lo tanto, no constituye una amenaza para el monopolio político del partido oficial… Lleva a cabo la función de crítica política sin constituirse en relevo político”, por el contrario, con los años el PAN se fue convirtiendo en una opción real de gobierno y en un factor importante para la transición democrática en el país. Hoy no podríamos entender la creación de instituciones, leyes y programas de transparencia y acceso a la información sin los gobiernos panistas.

Su fundador, Manuel Gómez Morín, definía a Acción Nacional como “un movimiento de mexicanos esforzándose por cumplir con su deber, para ver si es posible lograr que haya en México un positivo renacimiento de la ciudadanía”, ciudadanía que sólo podemos entender como la participación e involucramiento libre y constante en la toma de decisiones públicas. Tal vez por eso, aunque a muchos asombre, moleste o indigne, el PAN ha apostado por la democracia a pesar de los costos que elección interna tras otra tiene que asumir y pagar, los cuales en muchas ocasiones se traducen en rupturas y traiciones que no alcanzan a sanar en los retos electorales siguientes.

Más allá de preferencias partidarias, como mexicanos, como ciudadanos, nos viene bien el tener un partido político democrático, un partido que cumpla con la sociedad, que contribuya a tener un mejor entorno para todas y todos, un partido, que como dijera Efraín González Luna, llegue al poder “en cualquiera de sus distintos aspectos y actividades, con un propósito de servicio”. A todos nos toca exigir que así sea.

@OzielGuerrero

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