El vuelo de la Conciencia / H+D - LJA Aguascalientes
21/11/2024

La alternativa al neoliberalismo se llama conciencia

José Saramago

–¡Damas y caballeros les habla su capitán! Pasajeros, sean bienvenidos al Vuelo MX866 de su Aerolínea Mexicana de Aviación, la aerolínea les agradece su preferencia y estimamos un vuelo con altas turbulencias, nubosidad constante y peligro de aterrizaje forzoso por lo cual pedimos su consideración en ajustarse sus cinturones.

 

Antes de estas amables indicaciones los pasajeros aéreos se fueron sentado uno a uno en diversas partes del avión, unos se fueron a la derecha y otros a la izquierda, en el centro nadie quedó (es muy peligroso mantenerse en el centro, no existe cinturón de seguridad). Ahí entre cabina y asientos las aeromozas comentaban: –es posible que hoy rumbo a Toronto sea nuestro último vuelo, –¡no! ¿cómo crees?, si la historia de Mexicana de Aviación se remonta hasta el año 1921, en los años 70 llegamos a ser la aerolínea más grande de Latinoamérica y posteriormente en los 80 la mayoría de las acciones de la empresa fueron compradas por el gobierno mexicano, –¡a ver! cuéntame más, –ya para la década de los 90 un grupo de inversionistas mexicanos toman el control de Mexicana de Aviación, aunque el gobierno continuó con un 30 por ciento, tres años después nuestra competidora Aeroméxico adquiere el control de Mexicana y comienza a administrarla, pero con la crisis de 1995 el gobierno mexicano opera ambas compañías según para sanearlas y venderlas luego por separado.

 

–Compañera ya estamos por despegar y tenemos que atender a los pasajeros, cuéntame más rápido, –Bueno, en 2005 Gastón Azcárraga adquiere ambas aerolíneas, es decir Mexicana y Aeroméxico y dentro del paquete también Click, –¡Aah pues, estamos en buenas manos!, yo creo que todo saldrá bien.

–Pasajeros de Mexicana de Aviación les habla su capitán, por razones ajenas a los trabajadores, los cuales sumamos más de 8 mil, les informamos que estamos perdiendo altura por lo cual preparase para la contingencia.

–Mira la reacción de los pasajeros compañera, algunos rezan, otros están dormidos, otros se quedan callados y mira qué pasa con los de allá atrás, ¿pues, por qué tanto ruido?,               –están discutiendo compañera y parece ser muy grave, se formaron dos grupos ¿los ves?, los del ala derecha y los del ala izquierda, vayamos a ver qué pasa.


–¡Calma señores que estamos volando!, ¿Qué pasa?, –Les explico a los del ala izquierda que la historia humana es trágica por naturaleza, y, cuando se cambia para mejorar, siempre hay costos intermedios. Sabíamos perfectamente que desprenderse de las empresas públicas y la flexibilización laboral iba a dejar a gente en la calle. Pero son fenómenos transitorios en una estrategia que me parece que ha servido al desarrollo humano. Por doloroso que sea, era necesario pasar por todo esto para hacer empresas más productivas (Michel Camdessus).

–¡Sí!, yo apoyo al pasajero de primera clase Michel, las mejores mentes no están en el Gobierno. Si hubiera alguna, el sector privado se las robaría (Ronald Reegan).

–¡Pero amigos!, para el neoliberalismo económico todo es prioritario, formar buenos consumidores antes que buenos ciudadanos. El consumidor es un cliente, el ciudadano es una persona (Antonio Franco).

–¡Bueno, señores pasajeros!, por favor les pedimos mantener la mesura y la calma, ya que atravesamos momentos de vuelo muy delicados.

–¡Así es!, éramos un país con una deuda inmensa y el Estado lleno de propiedades mientras el pueblo acumulaba necesidades (Carlos Salinas).

–Mire señorita, ¡de basta nada! esos que usted ve ahí muy sentados, vienen a asociarse con el capital internacional para negocios turbios por donde quiera. Damas, caballeros, el neoliberalismo es pinche, no sirve para desarrollar una nación ¡pero el neoliberalismo a la mexicana, es pinchísimo! (Paco Ignacio Taibo II).

–La economía es el método. El objetivo es cambiar el alma (Margaret Thatcher).

–Pues, ese método señora, en este país nos ha costado la destrucción de una parte de la salud, el recorte del dinero público para las universidades, la destrucción de los ferrocarriles, luz y fuerza del centro, y esto es el abuso, es la soberbia, es el insulto a la nación, y si ustedes no se sienten insultados compañeros están ustedes oyendo al pasajero equivocado ¡A la Chingada! ¡Vámonos! ¡Necesitamos respuesta moral! (Paco Ignacio Taibo II).

–¿Oíste a este pelafustán Charly?, –Margaret, yo… ni los veo ni los oigo.

–Moral y conciencia compañero Paco, ¿Qué es lo que tenemos nosotros para oponer a esto? No tenemos poder, no estamos en el gobierno, no tenemos multinacionales, no dominamos la finanza especulativa mundial, no tenemos nada de eso. ¿Qué es lo que tenemos, entonces, para oponer? Nada más que la conciencia. La conciencia sobre los hechos, la conciencia de mi propio derecho, la conciencia de que soy un ser humano, sencillamente un ser humano, y que no quiero ser más que eso, la conciencia de que lo que está en el mundo me pertenece no en el sentido de propiedad, me pertenece como responsabilidad, me pertenece como derecho a saber, como derecho a intervenir, como derecho a cambiar (José Saramago).

 

–Pasajeros, les habla su capitán les recuerdo que la situación de los que operamos este avión es grave y sus reflexiones nos confunden y en el plano real no nos darán para sobrevivir, ¿cuántos quedaremos en la calle y seremos parte del ejército de desempleados?, somos miles de familias y de seres humanos los que nos quedaremos en la nada. Al Estado y sus instituciones no le interesa defender los derechos de los trabajadores.

–Se lo he dicho capitán, política ficción (Carlos Salinas), –No, nada de ficción señor, eso se llama conciencia (José Saramago).

–Y en el fondo de eso José, las fronteras entre lo público y lo privado desaparecen. El Estado ha sido quien ha proporcionado las reglas del mercado que luego se han extendido a otros ámbitos sociales. Nos equivocamos al hablar del poder capital, porque son los propios Estados los que han dotado a los mercados de la lógica que hoy impera. Existe una trampa cuando criticamos el neoliberalismo como el fanatismo del mercado y es considerar que las reglas del mercado surgen de forma espontánea, sin tener en cuenta que detrás de ello existe toda una normativa jurídica y política que lo dota de sentido y lo mantiene vivo. No hay que subestimar al adversario. Aquellos que siguen diciendo que el mercado se regula por sí mismo nos tratan de mostrar una fachada, pero hay que saber mirar detrás (Christian Laval).

–Pero entonces si vamos directo a estrellarnos y nuestro avión de Mexicana de Aviación quebrará inminentemente, no importando los trabajadores de una empresa nacional que generaba ganancias y era altamente rentable, que fue financiada con recursos públicos de todos los mexicanos, y era un bien nacional ¿Qué podemos hacer?

–¡Mire señorita!, usted se pregunta de frente a lo que está pasando: ¿Qué es lo que la sociedad civil podrá hacer, y con qué estrategia podría oponerse al presente “statu quo”? ¿Cómo deberíamos actuar, y que es lo que podríamos promover? ¿Cómo hacer que nos escuchen?

Lo único que tenemos para oponernos a esta vergonzante realidad, es la conciencia. La conciencia se refuerza y se profundiza en el trabajo, en la acción, en el debate, en el intercambio de ideas, en la reflexión participativa. Necesitamos comprender y entender el mundo que estamos viviendo, comprender y entender cómo podemos reconocer en el otro a la persona amiga, al compañero, al socio necesario. Y todo esto es lo que bien podríamos llamar el sano encuentro de las conciencias (José Saramago).
Cuatro años después de este “último vuelo”, Mexicana de Aviación ha sido declarada este pasado viernes en quiebra por parte del Poder Judicial. La quiebra no ha sido ficticia como estos encuentros y tampoco las palabras que perduran. La quiebra es real y los miles de trabajadores también.

 

 


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