Vente para la Autónoma. Estaba esta cocinera disfrutando las siete cazuelas, el viernes de vigilia pasado, en el restaurant La Saturnina. Ya había yo pasado por la deliciosa sopa de haba al estilo Aguascalientes, o sea con chile güero-bola cocido en la sopa -esa fijación de Agüitas con el picante- y el pipián (mole con semilla de calabaza) con sus papitas güeras, nopales y tortitas de camarón seco. Cuando estaba yo dobleteando postres con capirotada de bolillo y torrijas con miel de maguey, me llamó Maru Ramírez y me dijo vente para la Universidad Autónoma de Aguascalientes, que tenemos una conferencia con el Departamento de Sociología y el Colegio Mexicano de Ciencias Forenses. ¡Ah caray! Pensé yo, pero si Maru es buena como el pan ¿Qué interés puede tener en el estudio del comportamiento humano antisocial? Digo, Maru dirige una asociación civil llamada Dignidad Perruna pero ¡Nada que ver! Así que para salir de dudas, debí dejar para mejor ocasión la capirotada de bollo, y aunque Usted apreciable lector, estimada lectora no lo crea sólo alcancé a tomar una ¡Una! Taza de café… ni hablar, otra vez será.
Café con piquete. Qué arrepentida estuve de no haber tomado más café, pues lo que vi y escuché en esa conferencia, en la UAA, impartida por el Maestro Criminalista Fernando Ramírez Flores ameritaba café ¡Con todo y piquete del que raspa! Cuando arribé a la sala 5-B de nuestro orgullo académico local, Fernando Ramírez mostraba una desgarradora imagen de un encantador pequeño de unos nueve añitos, sosteniendo el cuerpo inerme de un gato con sus órganos internos expuestos “es que quería ver qué había dentro”, nos expuso el maestro Fernando Ramírez; esa era la explicación que Jeffrey Dahmer daría años más tarde, al narrar su niñez a la policía de Milwaukee, tras haber asesinado a unos 17 jóvenes y ser identificado popularmente como “El Carnicero de Milwaukee”.
Psicópata, necrófilo y necrófago El Carnicero de Milwaukee, Jeffrey Dahmer, hombre inteligente, apuesto y cautivador, contaría cómo, cuando en su niñez pescaba con su padre, le gustaba abrir en canal los peces aún vivos, para ver como morían. Dahmer, nos dijo Fernando Ramírez, es un asesino en serie cuyo perfil psicológico es el prototipo del hombre carente de todo aquello que hace tolerable la vida: la compasión, la bondad, el amor, etcétera. A Jeffrey, no le gustaba realizar sus crueles actos de tortura y abuso físico con animales o jóvenes muertos, ni en estado inconsciente; por eso inyectaba ácido en el cerebro de sus víctimas (primero animales y luego hombres) para poder “gozar” del desgaste físico y el dolor que causaba con el abuso y la tortura que ejercía sobre ellos, para poder “disfrutar” de su prolongada y atormentada agonía. Una vez muertos: ya no le interesaban sus víctimas al “carnicero”, se desharía de los cadáveres y congelaría partes de los cuerpos de sus víctimas, especialmente cabezas -cualquier semejanza con eso a lo que llaman “fiesta brava” es mera coincidencia-.
¿Por qué? A esa altura de la conferencia que impartía, nada más y nada menos que el Presidente del Colegio de Ciencias Forenses e Instructor en Investigación Criminal para la Policía Federal, Fernando Ramírez Flores, esta cocinera comenzó a comprender el sentido de lo que ahí ocurría, en ese espacio académico se ofrecía a los y las presentes una respuesta (no la única por supuesto) a la pregunta que los hidrocálidos nos hemos planteado una y otra vez: por qué. ¿Por qué el aumento exponencial de la criminalidad en nuestra amada entidad? ¿Por qué los delincuentes son más crueles cada vez? ¿Por qué nuestros niños y nuestros jóvenes son tan irritables, tan intolerantes, tan molestos? ¿Por qué el aumento de la violencia familiar? ¿Por qué nos está rebasando la violencia escolar? Fernando Ramírez fue muy claro: desensibilización, desviación, impiedad… y otras conductas antisociales que fomentamos y toleramos -y hasta aplaudimos- en la sociedad actual, en esta, donde Usted y nuestros seres amados vivimos. Pero de sobre esto, la segunda parte, y objetivo central de la conferencia que aquí le presento, hablaremos el próximo martes si Dios. Eso sí, prepárese con suficiente café y algo de piquete, porque falta lo más difícil de lo que vi, escuché y sentí esa tarde de vigilia en la sala 5-b de la Universidad Autónoma de Aguascalientes.
Recuerde Ud. apreciable lector y lectora, que en mi cocina se come, se lee, estudia y platica de todo… especialmente de política.