El hambre es tan buena maestra, que hasta a los animales adiestra / Letras ciudadanas - LJA Aguascalientes
22/11/2024

Para lograr una determinada conducta en un animal, aunque sea humano, es necesario un estímulo o una presión, o ambos incitamientos a la vez; la naturaleza funciona así, ¿qué le vamos a hacer?

Cuando a un animal le da hambre (presión), va en busca de alimento, en el caso de un rumiante, se desplazará hasta recibir la imagen o el aroma de un pasto (estímulos) y se dirigirá a él para comerlo y deleitarse con su agradable sabor (otro estímulo). Pero no siempre es tan fácil e incluso aquella sentencia Bíblica: “Te ganarás el pan con el sudor de tu frente”… resulta que es de aplicación general.

Volviendo al ejemplo del rumiante, pero ahora afectado por la metáfora antes expresada: a la vaca le da hambre, busca qué comer, no hay nada cerca, camina a los alrededores, el sol es abrasador, y no hay nada, porque prácticamente no hubo temporada de lluvia… entonces tiene que subir a la loma en la cual divisó unos nopales, sigue una penosa travesía luchando contra el calor la sed y el cansancio y por fin llega a su destino, en donde degusta la suculenta cactácea.

Cuando a un perro se le dice -dame la pata-, el cánido no sabe lo que queremos de él, que es la actitud humana que consiste en estrechar la mano opuesta del compañero, ni aunque le hubiéramos dicho -salúdame-, lo hubiera entendido.

Entonces, para que un perro nos salude, recurrimos al “método de los incitamientos” estímulos y presiones, hasta que le sude la frente y por supuesto, le dé hambre y nos dé la mano para que se gane su croqueta. Este comportamiento, una vez aprendido ya no será tortuoso y por lo tanto la recompensa llegará con mayor facilidad y hasta con felicidad y lo sabemos cuando mueve su cola, en clara señal de agradecimiento.

Todo esto viene a colación por la iniciativa de prohibir que haya animales en los circos, “porque son maltratados”. El sentido común nos indica que lo que menos quiere un domador es que sus animales estén en malas condiciones, haciendo un parangón: “Lo que menos desea un médico es que se le muera el paciente”. ¿De verdad será peor el trabajo de estos animales con los humanos que la interacción en la selva?, ¿no será esto como prohibir la venta de automóviles para que no ocurran accidentes viales?

Debemos ser cuidadosos al momento de legislar, tratando de no afectar con daños colaterales, que pudieran presentarse, al atacar una determinada problemática de la sociedad.

En este caso particular, actuemos cautelosa y objetivamente, enfoquémonos con mucho detalle para evitar el maltrato, el escarnio, la tortura y el asesinato de animales, en los circos o en donde quiera que esto ocurra: con leyes más puntuales que den exactamente en el blanco, que es la conducta indeseable y que además propicien la civilidad y la convivencia sana y respetuosa con todos los seres vivos de nuestro entorno.

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