Deteniendo la historia / Opciones y decisiones - LJA Aguascalientes
15/11/2024

Mientras ‘Juan Pueblo’ publicaba el Bando Solemne que impide, durante los próximos ocho días, cualquier expresión de tristeza, estrés, enfado, trabajo y preocupación; daba inicio la fiesta del carnaval en el puerto jarocho de Veracruz. Por lo que, con gran desenfado, el Rey Momo condenó a la hoguera a “El Chapo” Guzmán, acusado de “meterle goles” al Presidente Vicente Fox Quesada con su fuga de la prisión de máxima seguridad, Puente Grande, en el estado de Jalisco. Al mismo tiempo, Juan Carnaval ordenó desaforar a todos los integrantes del “Congreso de la Desunión” por ser “unos chismosos y piojosos que cobran sin trabajar”. Esto ocurría el 21 de febrero del año 2001.

Cita capaz de evocar la esencia de la fiesta de carnaval antes de ingresar al tiempo de las “carnestolendas”, es decir, suprimir la carne “los días de guardar”. En el mensaje del Rey Momo, ese referente de condenar al patíbulo a prominente narco o desaforar legisladores indolentes, obviamente, serían actos que pudieran romper el orden establecido bajo el imperio de la Ley; así como, aludir simbólicamente a la autoridad presidencial como un guardameta al que le pueden meter goles, e interpreta como juego, el rôle supremo del presidente de la República. Pero, precisamente para provocar este rompimiento simbólico está hecho el gran evento folklórico del Carnaval. Sesudos estudios del análisis de las culturas populares nos enseñan que instalar el carnaval como forma de vida, equivaldría a institucionalizar una revolución -donde cualquier semejanza con hechos de la historia es mera casualidad.

Una vez publicada dicha proclama, entra en vigencia el edicto mediante el cual “lugareños y visitantes tienen la orden superior de abocarse al relajo, el ‘chupe’ y la diversión, si quieren salvarse de ser candidatos a la hoguera el próximo año”. En efecto, el carnaval, en su sentido original y socialmente más poderoso, se instala como una fiesta de revitalización de la comunidad, que pide el favor divino para que las siembras y productos de este año sean fecundos, abundantes y satisfagan ese gran anhelo del imaginario colectivo que es el auto-abasto y la satisfacción de las necesidades primordiales. Notas que hacen de él una celebración de la fecundidad, la fertilidad y la seguridad colectiva de contar con el pleno sustento familiar; es ante todo una celebración vital del cuerpo, y por extensión se hace fiesta de la sensualidad, del placer, del rompimiento del orden establecido y del tiempo rutinario de la vida cotidiana, por ello es revolucionario.

En ese mismo tiempo de referencia, el Papa Juan Pablo II celebraba su octavo Consistorio, en que habría de incorporar a 44 religiosos más como Cardenales de la Iglesia, con los que este cuerpo colegiado supremo de la Iglesia llegaba a 184 miembros; de lo cuales, sólo 135, por ser menores de 80 años, tendrían derecho a participar en un eventual cónclave para la elección del próximo Papa. Evento que está centrado en un simbólico ritual que, desde mi punto de vista, hoy cobra sorprendente actualidad: Los nuevos purpurados se arrodillan uno por uno delante del Sumo Pontífice, quien les impone un birrete rojo, símbolo de que deben ser fieles a la Iglesia “hasta el derramamiento de sangre”. La consagración queda sellada mediante el pronunciamiento de cada Cardenal ante el Papa, en latín, de un juramento de fidelidad a Cristo, al Evangelio, a la Iglesia de Roma y al mismo Pontífice. Y que incluye en su fórmula: que no divulgará informaciones “cuya revelación cause daño o deshonor a la Iglesia”. En este pacto de fidelidad y secrecía descansa inconmovible la estructura jerárquica de la Iglesia Católica. Entendido esto, toda referencia hecha a los penosos y vergonzosos casos de pederastia destapada a nivel global, es pertinente.

De manera central, en la Política, tiene incidencia el Carnaval. Cuyo sentido de presagio o premonición, se revela, desde aquellas mismas fechas, en que se celebraba la cumbre presidencial que dio origen al “Espíritu de Guanajuato”, cuyo contenido esencial fue emitido en la declaración de los presidentes George W. Bush, de Estados Unidos, y Vicente Fox Quesada, de México, que se cifró en lo siguiente: Anclar esta nueva proximidad en dos grandes valores: la democracia y los derechos humanos; bajo los siguientes puntos: (1) Primer compromiso, ratificar el libre comercio como palanca del crecimiento económico y un “desarrollo incluyente”, en ello cifran la calidad de “una relación plena, madura y equitativa”. (2) El primer reto a vencer, cerrar la gran brecha que separa a las personas de uno y otro lado de la frontera norte, y que caracteriza el desnivel económico logrado entre ambos pueblos. Bajo esta óptica, revisar el TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), el que junto con Canadá habrá de reenfocar sus mutuos beneficios hacia las zonas menos desarrolladas de la región y a favor de sus grupos más vulnerables. Se alude a la política fiscal en uso, que habrá de reformarse bajo el criterio dominante de bajas tasas de inflación y la consolidación de los sistemas financieros. (3) El punto central de la migración exige: establecer “un esquema ordenado de flujos migratorios que garantice un trato humano, seguridad jurídica y condiciones de empleo dignas a los migrantes”; y se propone “iniciar, a la brevedad, negociaciones formales de alto nivel tendientes a alcanzar acuerdos… (asunto aún pendiente con el Presidente Obama). (4) Ambos presidentes acuerdan actuar en el combate contra la violencia, mediante una comisión binacional; y resolver como primer punto el tema del transporte transfronterizo. (5) Definen el narcotráfico, el consumo de drogas ilícitas y el crimen organizado que lo hace posible, como “amenazas de primer orden para el bienestar de nuestra sociedades”. Y para combatirlo, declaran: “debemos fortalecer nuestras respectivas estrategias e instituciones de procuración, así como fomentar una cooperación bilateral y multilateral de mayor confianza mutua”; cuyo propósito es: “Nos proponemos reducir la demanda de drogas y eliminar a las organizaciones de narcotraficantes”, respetando siempre la jurisdicción de cada nación”. (6) En el tema energético, acuerdan: asumir el enfoque del TLCAN junto con Canadá: “Desarrollaremos un enfoque de América del Norte con respecto al tema de los recursos energéticos”. (7) En lo socio-cultural: Aumentaremos los intercambios y becas profesionales que contribuyan a desarrollar el capital humano y fomentar el respeto por la herencia cultural de cada país”. (8) Una política de cooperación “en el ámbito de la ciencia, la tecnología y la protección del medio ambiente, ya que de ello depende nuestro progreso económico y el bienestar de nuestros pueblos”. (9) Finalmente, enmarcan esta relación bilateral en una perspectiva continental y de asuntos hemisférico, incluyente de la Cumbre de las Américas. Fincan un modo de actuar “como amigos y con un espíritu de respeto y confianza mutua”. Anticipaciones que harían detener la historia.

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