Agarraron al Chapo, ¡sí cómo no! - LJA Aguascalientes
21/11/2024

El sábado en la mañana, los ciudadanos de a pie, los que sólo nos enteramos de las noticias por las ondas posteriores a los medios de comunicación, supimos que había caído el líder del cártel de Sinaloa. El señor, estaba en unas suites de Mazatlán, como esperando ser atrapado.

Cuando era niño, me acuerdo el día en que supimos que atraparon a Pablo Escobar. Veinte años después, una telenovela producida en Colombia a partir de un libro llamado La parábola de Pablo hizo un recuento cuasi histórico sobre la vida de “El patrón del mal” a quien agarraron cuando, cansado de una vida de persecución, se descuidó  por la nostalgia de escuchar a su hija con quien sostenía una llamada telefónica y entonces fue localizado, con apoyo también de los americanos. Carlos Loret de Mola comentó que hablando con quienes trasladaron a Joaquín Guzmán de Mazatlán a la Ciudad de México, le preguntaron lo que todos nos preguntamos ¿Por qué siendo el traficante más buscado del mundo, ese de la revista Forbes, el líder del cártel más poderoso del mundo, no huyó a la sierra o a una isla desierta o a otro lugar?¿Por qué Mazatlán, Sinaloa, la cuna  mediática de donde surgen los narcocorridos y la gente quiere tener una “vida alterada” como dicen los que cantan esas cosas? La respuesta, según Loret de Mola, es simple: quería ver y dormir con sus hijas y su esposa. Igual que Pablo. Igual que cualquier otro que extraña a sus seres queridos.

El golpe mediático que representa la captura del Chapo Guzmán, no es cosa menor. No habla de que el cártel de Sinaloa -a quien se le atribuye ser el principal proveedor de cocaína al vecino país de las “libertades”, y que se supone lava dinero a través de más de 3500 empresas en el mundo- ha llegado a su fin. (Se supone que en redes sociales, sus hijos y sus compinches hicieron un compromiso para esperar a su “patrón”). Pero de lo que sí habla, es que si en la política y en la vida mexicana, la percepción mediática influye en el estado de ánimo de la sociedad, pues la percepción debe ser un golpe positivo para el gobierno. En un Estado débil, el narco es fuerte, por lo tanto en un estado en proceso de fortalecimiento, el narco se está debilitando, quizás sea la premisa aplicada por quienes saben leer las encuestas de satisfacción. Quizá es por eso, que las huestes del mal y los chapobeliebers han querido salir a la calle para hacer una legítima “defensa” del líder encarcelado y en algunas ciudades de Sinaloa, algunos se han atrevido defender a quien  hace trece años se fugó del penal de Puente Grande, donde purgaba una condena de más de veinte por tráfico de drogas y otros cargos.

Con apoyo de las redes, los memes y los chistes no se han hecho esperar a tratar de desacreditar este evento, que sin duda es un vitamina que le cae como anillo al dedo al gobierno del presidente Peña Nieto, y quien según mi punto de vista, al asumir el reto de detener a este capo, se enfrenta a otros retos para completar la obra.

Este acto le ha dado credibilidad, una que el gobierno urgentemente necesita por muchas razones, por historia, por legitimación, por obligación. Esta credibilidad no es como ganar un campeonato, no es como ir a cazar venados y poner la cabeza en la sala de nuestra casa para recordar aquel día en que lo atrapamos y lo tenemos como un trofeo. No. En este caso, la gente de ese cártel y otros que se dedican a delinquir, no se quedarán de manos cruzadas y es necesario que el gobierno y la marina tampoco lo hagan. El gobierno debe encontrar la forma de no “Escobarizar” al Chapo, para que luego surjan las leyendas faraónicas de vidas de dispendio y corrupción en las cárceles que habitan estos delincuentes. Hay que tener mano dura y firme, el tiempo que sea necesario, y no le hace que contemos con el apoyo de los gringos, peor sería no hacer nada.

El problema de los cárteles no radica en dedicarse a un negocio prohibido, ilícito y que arrebata la salud y la tranquilidad a la sociedad. El dilema es saber por qué esta gente decide dedicarse a ello. Unos afirman que la pobreza -corridos sentimentaleros platican la historia del Chapo como un niño que vendía naranjas en la calle- y eso nos obliga a buscar una estrategia para sacar lo más pronto posible a todos los niños que venden naranjas porque si no lo hacemos, mañana serán los chapos de este país. Otros tienden a pensar que es la adrenalina que causa un negocio que se aprende cantando, con corridos e historias de personajes que se catalogan de valientes y machotes, sólo porque no les da miedo tirar balazos y matar gente. Valiente el que trabaja y educa bien a sus hijos. Y para esa adrenalina es necesario que el gobierno asuma muchos emprendimientos, pero tres fundamentales: mejorar la economía para no dar falsos pretextos, el segundo es mejorar la seguridad social y esto implica la participación de la misma sociedad y tercero y último promover conductas humanas saludables. La detención del Chapo no es el fin del narco, es el inicio de una lucha que implicará también tres respuestas(como en el método del marco lógico): una política de persecución de estos delincuentes firme y honesta; la promoción de contextos donde se puedan generar competencias productivas para que la gente pueda tener la tranquilidad mínima que genera el ingreso económico a las familias; y una política de prevención de las adicciones y de promoción de conductas asertivas en la sociedad (por eso cala que en la capital de este país, haya legisladores tratando de legalizar la mariguana), para que tarde o temprano podamos afirmar que las drogas y la industria que generan a su alrededor, van a la baja también por un asunto de baja demanda.

 

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