En el menú digital de los servicios de internet, Totalplay llevaba años sirviendo la promesa de un banquete ilimitado. Pero este abril, a la empresa le rugieron las tripas… de rentabilidad. Y en lugar de ajustar su dieta corporativa, decidió ponerle candado al buffet. El resultado: un nuevo modelo que mezcla el platillo estrella del internet simétrico con una inesperada guarnición de topes de datos y cobros extra. Porque si te pasas de gigas, no solo engordas el tráfico: ahora también la factura.
La jugada maestra de Totalplay comenzó con correos y notificaciones alegres que anunciaban el nuevo “beneficio”: velocidades de subida igualitas a las de bajada. Todo muy vanguardista. Pero, entre líneas, la compañía deslizó una cláusula de esas que ni con lupa se encuentran en el contrato original: si excedes los gigabytes incluidos en tu plan, prepárate para pagar 110 pesos por cada 100 GB extra. Y si superas los 3,999 GB, no importa cuánto dinero tengas: ya no puedes comprar más datos. Porque, al parecer, la abundancia también tiene un tope moral.
Como si se tratara de una startup noventera que descubrió el internet ayer, Totalplay argumenta que esta medida es parte de su “Política de Uso Justo”. O sea, que ellos deciden qué tanto internet es justo para ti, aunque tú pagues por él. Generoso, ¿no?
El internet “ilimitado” que muchos contrataron ahora resulta que tenía letra chiquita, invisible y, según algunos usuarios, redactada en klingon. En redes sociales no faltaron los indignados que se sintieron estafados, ni los memes que hacían comparaciones con compañías de telefonía móvil de hace 15 años. Y es que limitar los datos mensuales en pleno 2025 suena tan retro como volver a los SMS.
La reacción fue tan explosiva que incluso la Profeco levantó la ceja. En un comunicado —porque también están en modo “no me dejan otra”—, recordó lo obvio: que ninguna empresa puede cambiar los términos de un contrato sin consentimiento del cliente. Básicamente, le recordó a Totalplay que el “pues si no te gusta, cámbiate de plan” no es una cláusula legal válida.
Pero esperen, que la historia mejora. Tras el tsunami de quejas, cancelaciones anunciadas y usuarios diciendo “me voy con Telmex, aunque duela”, Totalplay sacó la carta de reversa. En redes sociales, ofreció a sus clientes la opción de mantener su plan actual “sin cambios”, es decir, sin simetría y sin cargos nuevos. Porque, al parecer, el “beneficio” era tan opcional como un susto en casa del terror. Eso sí, si quieres quedarte como estás, mejor avisa, no sea que te lo apliquen por “error administrativo”.
En su intento de redención, Totalplay dejó claro que todo fue una “confusión”. Tal vez pensaban que nadie notaría que lo que vendían como mejora venía con tarifa encubierta. O tal vez subestimaron la furia del consumidor digital con tiempo libre y WiFi… aún sin límites.
Mientras tanto, otras compañías aprovecharon la crisis con elegancia pasivo-agresiva. Telmex, por ejemplo, lanzó promociones resaltando que no limitan los datos. Un clásico: el rival te da la estocada justo cuando más estás sangrando.
Del lado de los consumidores, el malestar no era solo por el límite de gigas, sino por la sensación de haber sido engañados. “Pero qué tal cuando no te dan el servicio completo por sus fallas, ahí deberían descontar, pero no”, escribió una usuaria en X, en lo que podría considerarse un mic drop para cerrar toda esta tragicomedia.
Y en medio de esta novela moderna, Ricardo Salinas Pliego, dueño del changarro, básicamente dijo: “pruébenlo, si no les gusta, se pueden ir”. Todo muy CEO de multiverso distópico.
¿La conclusión? Totalplay quiso vestirse de innovación, pero terminó disfrazado de operadora vintage. Y en un contexto donde trabajar, estudiar o simplemente sobrevivir depende del internet, limitar datos no solo parece una mala idea: es jugar con fuego en una fábrica de fuegos artificiales.
Eso sí, todavía hay tiempo de corregir. Si no por amor al cliente, al menos por miedo a la cancelación masiva. Porque una cosa es limitar gigas, y otra muy distinta es subestimar la capacidad de quejarse del mexicano con WiFi.