En los últimos años, el mapa político de México ha cambiado radicalmente. Uno de los principales perdedores ha sido el PRI, debilitándose tanto en las urnas como en el número de entidades que gobierna.
Una muestra contundente de su declive ocurrió en la elección extraordinaria de 2025 en Puebla, donde Movimiento Ciudadano obtuvo 20 veces más votos que el PRI, evidenciando no solo una pérdida de fuerza territorial del tricolor, sino una desconexión creciente con el electorado.
De haber sido hegemónico durante décadas, hoy el PRI apenas conserva dos gubernaturas: Coahuila y Durango. En 2023, incluso perdió su bastión histórico, el Estado de México, tras 94 años de dominio.
Mientras tanto, Movimiento Ciudadano (MC) ha escalado posiciones de forma sostenida. En 2018, obtuvo poco más de un millón de votos a nivel federal; para 2024, esa cifra subió a 6.2 millones, un crecimiento del 513%. Actualmente, gobierna dos de los estados más estratégicos y económicamente relevantes del país: Jalisco y Nuevo León.
Este ascenso no se limita a sus bastiones. En la elección presidencial de 2024, Movimiento Ciudadano superó en votos al PRI y al PAN en estados como Campeche, Tlaxcala, Zacatecas, Tabasco, Nayarit e Hidalgo. Con este resultado, se posiciona como la tercera fuerza política nacional, y la única que ha crecido de forma constante sin aliarse con otros partidos tradicionales.
Además de su presencia institucional, MC se presenta como una opción fresca y ajena a los escándalos históricos que arrastran el PRI y otros partidos. Su discurso de renovación y sus figuras jóvenes y mediáticas han sido claves para captar el voto de nuevas generaciones, sobre todo en núcleos urbanos.
La caída del PRI y el ascenso de Movimiento Ciudadano reflejan un cambio de época. Mientras el primero lucha por no perder el registro en algunos estados, el segundo se fortalece como una alternativa nacional con proyección a futuro.