Alejandro “Alito” Moreno sigue empeñado en darle al PRI una reputación más baja de la que ya arrastra. En una nueva muestra de desesperación política, el tricolor lanzó una serie de ataques contra Jorge Álvarez Máynez, líder de Movimiento Ciudadano, que el Instituto Nacional Electoral (INE) no tardó en desmantelar por calumniosos. El PRI mintió, otra vez, y lo hizo con todas sus letras.
El spot en cuestión no ahorró adjetivos: acusaciones de corrupción, encubrimiento, sumisión a Morena y más, todo sin pruebas, todo en voz alta. Parecía más un berrinche mediático que una pieza de comunicación política. Pero esta vez el INE no dejó pasar el show: ordenó el retiro inmediato del video y cualquier publicación relacionada, calificando los dichos como imputaciones falsas que no pueden escudarse en la libertad de expresión.
Para cerrar con broche de oro su drama de ficción, el PRI montó su campaña sucia también en redes sociales, intentando viralizar las acusaciones en X, Facebook e Instagram. El problema no fue solo la mentira, sino la insistencia. Como si repetir una falsedad lo convirtiera en verdad. Como si estuvieran compitiendo por el premio a la propaganda más absurda de 2025.
Los consejeros del INE fueron unánimes: el spot constituye calumnia y el PRI debe abstenerse de seguir por esa ruta. Así, el árbitro electoral tuvo que recordarle al partido que no todo vale en campaña, aunque su dirigente nacional lo entienda como sinónimo de “todo se vale si estoy perdiendo”.
Máynez respondió sin perder la oportunidad de poner el dedo en la llaga: tachó el spot de “acto desesperado” y “homenaje al crecimiento de Movimiento Ciudadano”. Y tiene razones para pensarlo. En las últimas elecciones, el tricolor ha sido derrotado con márgenes vergonzosos —como el 20 a 1 que MC le recetó en Puebla—, y su narrativa se ha convertido en una combinación de nostalgia, fake news y rencor.
Pero si alguien ha llevado la contradicción al exgtremo, ese es Alito. En apenas un año puede elogiar a Manlio Fabio Beltrones como el salvador de Sonora y después acusarlo de todos los males habidos y por haber. No es estrategia, es oportunismo sin memoria. Y cuando se agotan los argumentos, lo único que queda es la calumnia.
Lo ocurrido no es un desliz aislado, sino una muestra más de cómo el PRI bajo la dirección de Moreno ha adoptado la mentira como línea política. La campaña contra Máynez no solo fue desinformativa; fue una confesión en voz alta del vacío ideológico en el que se encuentra el partido. Y de paso, dejó claro que Alito está más interesado en destruir reputaciones ajenas que en rescatar la suya.
