- Ella cuenta con 20 años de servicio como bombera en Aguascalientes y fue voluntaria durante tres años antes de ser contratada
- Como capitán de bomberos, es responsable de la seguridad de su tropa durante cada emergencia
- A lo largo de su carrera, ha vivido experiencias de alto riesgo, pero mantiene su pasión por servir a la comunidad
Durante 20 años, Susana López Bueno ha dedicado su vida al servicio de la comunidad como bombera en Aguascalientes. Su historia es un reflejo de vocación, esfuerzo y perseverancia, pues antes de integrarse como elemento de paga en la corporación, pasó tres años como voluntaria, combinando su formación académica con su pasión por el rescate y la protección civil.
Desde su infancia, Susana sintió una fuerte inclinación por ayudar a los demás, aunque en su familia no existía antecedente alguno de alguien dedicado a los servicios de emergencia; sin embargo, su determinación la llevó a abrirse camino en un ámbito tradicionalmente masculino: “Cuando entré, éramos solo dos mujeres. Hoy, afortunadamente, ya somos entre tres y cuatro por turno. Se nota la diferencia, el impulso y las ganas de las chicas por formar parte de este equipo”, comparte.
Como capitán de bomberos, Susana es responsable de liderar su tropa en cada emergencia, asegurando que cada integrante tenga el equipo adecuado y esté abastecido para enfrentar cualquier situación: “Dependemos unos de otros. A la hora de salir a un servicio, nos encomendamos a Dios… y vámonos”, afirma con convicción.
La rutina de un bombero no solo implica responder a incendios o rescates, sino también realizar labores de mantenimiento y revisión de equipos cada mañana. Susana supervisa que las unidades estén limpias y en condiciones óptimas, verificando mangueras, mochilas aspersoras y el abastecimiento de agua en cada camión. Asegura que el trabajo en equipo y la disciplina son fundamentales para la eficacia del cuerpo de bomberos.
El peso del equipo es otro de los desafíos que enfrentan día a día. Entre el traje, las botas, el casco y el equipo de respiración autónomo, cada bombero carga entre 20 y 25 kilos en cada intervención, lo que exige gran resistencia física y mental: “Dentro de un incendio sudamos, nos mojamos y la presión del agua lo hace aún más pesado”, explica.
A lo largo de su trayectoria, ha vivido momentos de alto riesgo que han dejado una huella en su vida. Recuerda con especial impacto un rescate en el que estuvo a punto de perder la vida durante una explosión de gas: “Hemos tenido servicios que nos marcan la vida. Una vez, junto con mis compañeros, estábamos atendiendo una fuga de gas, hubo una acumulación y explotó. Estábamos todavía adentro… estuvimos a punto”, relata.
Además de su labor como bombera, Susana es madre de tres hijos, quienes han crecido viendo su entrega y dedicación. Para su sorpresa, sus dos hijos mayores han decidido seguir sus pasos y prepararse para convertirse en bomberos: “Me parte el corazón saber los riesgos que correrán, pero es lo que ellos quieren y solo me queda apoyarlos”, comenta.
A todas las mujeres y jóvenes que sueñan con formar parte del cuerpo de bomberos, Susana les envía un mensaje claro: “Que vengan, que no se limiten. Los límites los ponemos nosotras. Aquí van a contar con todo el apoyo y respaldo para demostrar de lo que somos capaces”.
En su experiencia, el trabajo en el departamento de bomberos no solo se trata de combatir incendios, sino de servir a la comunidad en todas sus necesidades, desde rescatar personas hasta salvar animales en apuros: “Cada vez más nos llaman para rescatar perritos y gatitos que se meten en problemas, y claro que vamos. No importa si es una persona o un animal, cada vida cuenta”, concluye con una sonrisa.