Elon Musk continúa con su peculiar mezcla de audacia y promesas, y esta vez ha dejado claro que el cohete Starship de SpaceX tiene como objetivo Marte para finales de 2026. Con el robot humanoide Optimus a bordo, el lanzamiento será un espectáculo digno de la era espacial moderna, aunque, como era de esperarse, Musk no se ha mostrado especialmente optimista sobre los plazos. El magnate del espacio aseguró que los aterrizajes con humanos podrían empezar en 2029, pero apuntó que una fecha más realista es 2031. Y, claro, se siente cómodo diciendo esto tras haber hecho lo mismo con otros proyectos espaciales, que hasta la fecha se han retrasado bastante.
Starship, un cohete de dimensiones descomunales —con 123 metros de altura, superando incluso la Estatua de la Libertad— es clave en la visión de Musk de colonizar Marte. El cohete es el más grande y potente del mundo, capaz de transportar 150 toneladas en modo reutilizable, lo que lo convierte en un jugador esencial en la ambiciosa meta de Musk: hacer de Marte una segunda casa para la humanidad. Su idea es simple, casi utópica: si la Tierra se va al garete por alguna catástrofe, que los humanos tengan un “plan B” interplanetario. Como él mismo ha dicho en el pasado, “si algo terrible sucede en la Tierra, queremos tener un seguro de vida para la humanidad”.
Sin embargo, SpaceX aún tiene que superar algunos obstáculos técnicos antes de poner a Starship en órbita. El lanzamiento de este cohete ha estado marcado por explosiones en pruebas previas que hicieron estallar los sueños de Musk (y los de sus seguidores) en pedazos metálicos. De hecho, la última prueba del Starship resultó en una explosión espectacular que dejó claro que, aunque las intenciones son grandiosas, la tecnología aún necesita mucho trabajo. La Administración Federal de Aviación (FAA) ha tomado nota y ha exigido investigaciones antes de autorizar cualquier otro lanzamiento, dejando claro que SpaceX debe resolver sus problemas antes de seguir adelante.
Este traspié en las pruebas de Starship no es aislado. Musk ha prometido en varias ocasiones fechas que no ha logrado cumplir, como su meta de enviar humanos a Marte para 2024 o incluso su plan de vuelos privados alrededor de la Luna para 2018, que nunca despegó. Así que no es de extrañar que muchos expertos se muestren escépticos sobre los plazos anunciados. La presión para que Starship demuestre su fiabilidad no solo proviene de la FAA, sino también de la NASA, que espera usar una versión modificada de la nave para su programa Artemis, destinado a llevar astronautas de nuevo a la Luna en esta década.
Por supuesto, no todo es catastrofismo. La visión de Musk para Marte sigue siendo un sueño futurista que muchos observadores ven como una muestra de la capacidad humana para imaginar lo imposible, aunque, con los pies en la Tierra, los desafíos parecen cada vez más grandes. Los problemas técnicos, la fiabilidad de los lanzamientos, y los retrasos en las promesas anteriores son solo una parte del panorama. Musk también ha sido claro sobre el desafío logístico de crear una civilización autosostenible en Marte, una tarea monumental que requiere no solo tecnología avanzada, sino también soluciones innovadoras para problemas como la falta de agua y las temperaturas extremas en el planeta rojo.
Mientras tanto, SpaceX sigue cumpliendo con su rol de proveer servicios de transporte espacial con otras misiones importantes, como el envío de astronautas a la Estación Espacial Internacional (ISS). De hecho, el mismo día en que Musk compartió sus planes de Marte, la empresa estaba lanzando una nueva tripulación a la ISS, debido a la situación irregular de los astronautas Wilmore y Williams, quienes llevan más de nueve meses varados en el espacio debido a fallas en la nave Starliner de Boeing.