Durante su última mañanera, la presidenta Claudia Sheinbaum volvió a hablar sobre el caso del Rancho Izaguirre en Teuchitlán, Jalisco, donde se presume que hubo un campo de exterminio. Perooo, sorpresa (o no), en lugar de centrarse en esclarecer los hechos, advirtió que pronto dará a conocer quién está detrás de la “campaña” que supuestamente busca desprestigiar a su gobierno.
“Ya vamos a presentar el primero que habló de esto (…) revisen qué personajes de la oposición fue quien primero habló de esto”, dijo Sheinbaum, insinuando que todo este escándalo fue impulsado por un personaje de la oposición para dañarla políticamente. Porque, claro, todo se trata de ella. Pero, bueno, vamos parte por parte de su discurso, para entender porqué es tan problemático.
La prioridad de Sheinbaum ante el caso de Teuchitlán
Mientras Sheinbaum insiste en que “se construyó una historia” para atacarla políticamente, ella misma parece estar tejiendo su propia narrativa para desviar la atención (además de lo obvio de minimizar la situación).
En lugar de centrarse en garantizar una investigación transparente sobre la posible existencia de un campo de exterminio en Teuchitlán, su prioridad es señalar quién habló primero del caso y sugerir que todo es parte de una conspiración de la oposición. Tal cual lo venía haciendo AMLO con cualquier caso de violencia.
Este giro discursivo desvía el foco del tema central: ¿Qué pasó realmente en Teuchitlán? La presidenta ha puesto más énfasis en identificar enemigos políticos que en exigir resultados claros y veraces a la Fiscalía. Y eso es preocupante, porque su papel como jefa del Ejecutivo debería ser garantizar justicia para las víctimas… no inventar enemigos.
La contradicción del discurso oficial
Sheinbaum habla de “derecho de réplica” frente a la supuesta campaña de desprestigio, pero al mismo tiempo pretende desacreditar cualquier versión que no coincida con la narrativa oficial. Este doble discurso es peligroso, porque sienta las bases para que cualquier hallazgo incómodo sea catalogado como parte de un ataque político.
Aquí radica la contradicción más grave: Sheinbaum afirma que “la verdad es la verdad, lo que encuentre la Fiscalía”, pero al mismo tiempo cuestiona el origen de la información para sembrar dudas sobre el proceso. Si realmente confía en que la verdad saldrá a la luz, ¿por qué tanto interés en exponer quién habló primero o en descalificar voces críticas?