Imagina un estadio en Belfast, el aire frío de marzo cortando la piel, el césped húmedo bajo las botas y un silbato que suena como un grito de libertad. Sapir Berman, una árbitra israelí de 30 años, se paró en el centro del Seaview Stadium para dirigir un partido de clasificación para la Eurocopa Femenina Sub-17 entre Irlanda del Norte y Montenegro. No fue un juego más: fue el día en que el fútbol internacional vio a su primera árbitra transgénero tomar las riendas. Esto no es solo un pitazo; es un trueno que resuena en las gradas del deporte más popular del mundo.
El camino al silbato internacional: 14 Años de lucha y corazón
Sapir no llegó aquí por casualidad. Lleva 14 años corriendo tras el balón, primero como Sagi Berman, un árbitro que se ganó respeto en la Premier League israelí, una de las ligas más machistas y pasionales de Medio Oriente. Pero en 2021, a los 26, Sapir decidió quitarse la máscara. “Siempre me vi como mujer, desde niña”, confesó en una rueda de prensa en Ramat Gan, según The Times of Israel. Vivió 26 años proyectando un hombre exitoso, en el arbitraje, en la escuela, con las chicas, pero sola, en su espejo, era Sapir.
La transición no fue un pase fácil. En sus primeros años como árbitra abiertamente transgénero, las hormonas y los procedimientos médicos la tumbaron físicamente. Falló pruebas de resistencia y bajó a la segunda división israelí, la Liga Leumit, según ISRAEL21c. Pero la Asociación de Árbitros de Israel no la soltó: le dio un psicólogo deportivo, un plan físico personalizado y análisis de video para pulir su juego. Dos años después, estaba de vuelta en la élite, pitando duelos como Hapoel Be’er Sheva vs. Maccabi Haifa con la autoridad de quien sabe lo que cuesta estar ahí. Y en 2025, tras un esfuerzo titánico del CEO Yariv Tepper y negociaciones con UEFA y FIFA, le llegó el gafete internacional. “Un sueño hecho realidad, es solo el comienzo”, dijo a AFP.
El día que el fútbol cambió: Belfast 2025
El 17 de marzo, Sapir entró al campo con el peso de la historia en sus hombros. El partido terminó 2-1 a favor de Montenegro, pero el marcador fue lo de menos. Ella lo sabía: “Entro a este momento con humildad y emoción, esperando dar lo mejor, representar a mi país y a mis hermanas en la comunidad transgénero”, dijo a Footboom.
Seis días después, el 23 de marzo, volvió a pitar, esta vez entre Montenegro y Kazajistán. Dos juegos, dos tarjetas amarillas sacadas con firmeza, y un mensaje claro: el fútbol es de todos.
No estaba sola en este hito. Lucy Clark, la británica que en 2018 se convirtió en la primera árbitra transgénero en un partido semiprofesional, le mandó un guiño desde Inglaterra: “Sapir lo hará brillante”, dijo a Outsports. Pero Sapir fue más lejos que Clark, quien nunca llegó al escenario internacional. Este no es solo un logro personal; es un golazo para la inclusión.
¿Qué significa esto para el fútbol?
El fútbol es un espejo del mundo: machista, apasionado, a veces cruel. Pero también es un lienzo donde se pintan revoluciones. Sapir Berman no solo pitó un partido; abrió una puerta. “Cuando las jugadoras jóvenes ven diversidad en la cancha, la inclusión se vuelve normal”, dijo a The News. Y tiene razón. En un deporte donde las mujeres aún pelean por salarios justos y los árbitros enfrentan insultos como si fueran parte del sueldo, una mujer transgénero en el centro del campo es un puñetazo a los prejuicios.
Esto llega en un momento clave. Mientras en Estados Unidos, figuras como Donald Trump han empujado políticas contra la participación trans en deportes, según CNN, Sapir demuestra que el talento y el compromiso no tienen género. En Israel, donde los hinchas la han recibido con respeto, su ascenso es un faro. Jugadores que antes la llamaban “Sagi” ahora usan el femenino en hebreo, un gesto pequeño que pesa toneladas.
Pero no todo es miel sobre hojuelas. La polémica de la boxeadora argelina Imane Khelif en París 2024, quien no es trans, pero avivó el debate de género, casi frena su designación. UEFA y FIFA dudaron, hasta que la presión de Israel las hizo ceder. Sapir lo sabe: “No sé si soy pionera o la primera, lo hago por mí”, dijo en 2021. Y eso la hace aún más grande.
El eco en las gradas
¿Qué dejó Sapir Berman en el fútbol? Un mensaje que rebota como un balón en el travesaño: el deporte no es solo goles, es humanidad. Para las niñas que sueñan con pitar en un Mundial, para los chicos trans que temen ser ellos mismos, Sapir es un “sí se puede” con piernas y silbato. Su estilo no es sólo arbitrar partidos, arbitra esperanza.
El fútbol no será el mismo después de Belfast. Cada tarjeta que saque Sapir, cada fuera de juego que marque, será un recordatorio: las reglas del juego las escribimos todos. Y mientras el mundo debate, ella sigue corriendo, con el silbato en la boca y el corazón en la cancha, demostrando que los sueños no tienen vestuario asignado.