Jeanette Vizguerra ha pasado décadas luchando por los derechos de los migrantes en Estados Unidos. Creó redes de apoyo, alzó la voz en contra de las injusticias y se convirtió en un símbolo de resistencia. Hoy, se encuentra tras las rejas, detenida por ICE en Aurora, Colorado, mientras su familia y cientos de personas exigen su liberación.
La mañana del lunes 17 de marzo, Vizguerra salió de su trabajo en Target sin imaginar que un grupo de agentes la estaba esperando. Su hija, Luna Báez, relató que los oficiales de inmigración la rodearon y se burlaron de ella mientras la arrestaban. Jeanette, que lleva ya 27 años en el país y es madre de ciudadanos estadounidenses, fue llevada a un centro de detención sin siquiera poder avisar a su familia. Durante horas estuvo incomunicada.
Una historia de años de lucha, Jeanette Vizguerra
Jeanette Vizguerra llegó a Estados Unidos en 1997 en busca de un futuro mejor. Trabajó como conserje y, como miles de inmigrantes, se enfrentó a un sistema que criminaliza la supervivencia. En 2009, su vida dio un giro cuando la detuvieron por conducir con una etiqueta vencida en Denver.
Durante la revisión, los oficiales encontraron un número falso de seguro social en su bolso, algo que muchos migrantes utilizan para poder trabajar. La acusaron de un delito menor y pasó 21 días en prisión.
Desde entonces, su vida se convirtió en una constante batalla contra la deportación. No solo peleó por su caso, sino que también se convirtió en una líder comunitaria.
Creó una red de iglesias-santuario en Colorado, protegiendo a otros migrantes en situaciones similares. Pero su lucha también le costó vivir con miedo: en 2012, tuvo que regresar a México para despedirse de su madre moribunda. Volvió en 2013 y desde entonces, su situación migratoria ha sido un limbo peligroso.
En 2017, bajo la primera administración de Donald Trump, ICE rechazó su petición de alargar su estancia legal en el país. Jeanette tomó una decisión radical: se refugió en el sótano de una iglesia en Denver, desafiando al sistema. Permaneció ahí 86 días, hasta que logró obtener una protección temporal contra la deportación. Su historia se hizo tan grande que la revista Time la nombró una de las 100 personas más influyentes de Estados Unidos ese año.
Detienen a Jeanette Vizguerra, la inmigrante que se había convertido en símbolo de la lucha contra las deportaciones de Trump
La reciente detención de Vizguerra ha encendido alarmas entre defensores de derechos humanos. La organización American Friends Service Committee ha señalado que ICE no tenía una orden de deportación firmada por un juez cuando la arrestó, lo que podría significar que su detención fue ilegal.
Pero ICE insiste en que la activista tiene una orden de expulsión desde 2009. Según ellos, Jeanette nunca debió regresar a Estados Unidos después de su viaje a México en 2012. Sin embargo, sus abogados argumentan que su regreso fue una necesidad humana, no un crimen.
Mientras tanto, en las afueras del centro de detención de Aurora, las protestas no se han hecho esperar. “¡Sin odio y sin miedo, los inmigrantes son bienvenidos aquí!”, corean decenas de manifestantes, exigiendo la liberación de Vizguerra. Su familia, desesperada, ha pedido apoyo legal y mediático para evitar que la deporten.
Reacciones divididas
El alcalde demócrata de Denver, Mike Johnson, condenó la detención y la comparó con “una persecución al estilo Putin de disidentes políticos”. Los senadores de Colorado, John Hickenlooper y Michael Bennet, también han expresado su preocupación, señalando que Vizguerra no representa un peligro y que su único “delito” es haber luchado por los derechos de los migrantes.
Sin embargo, no todos piensan igual. John Fabbricatore, exagente de ICE, celebró su detención en redes sociales, llamándola una “criminal” que “odia a Trump y aboga por fronteras abiertas”. Su comentario refleja la división que aún existe en Estados Unidos sobre la política migratoria.
Más que un caso, una causa
Jeanette Vizguerra no es solo una activista, es el rostro de miles de migrantes que viven con miedo a ser arrancados de sus hogares. Su historia es la de una mujer que nunca se rindió, que luchó hasta el final por un país que la quiso fuera desde el principio.
Su destino es incierto. Pero si algo ha demostrado Vizguerra es que su voz es más fuerte que cualquier muro o política de deportación. Y mientras su familia y su comunidad sigan luchando por ella, su historia seguirá resonando.