Nueva ley en Hungría prohíbe el Orgullo LGBTIQ+ y genera protestas masivas - LJA Aguascalientes
23/03/2025

El gobierno húngaro, liderado por Viktor Orbán y su partido Fidesz, ha dado un nuevo paso en su cruzada contra la comunidad LGBTIQ+ con la aprobación de una ley que prohíbe los eventos del Orgullo y habilita el uso de tecnología de reconocimiento facial para identificar a los asistentes. Esta medida, votada por 136 diputados a favor y 27 en contra, ha desatado una ola de protestas tanto dentro como fuera del país, intensificando las críticas sobre la deriva autoritaria del gobierno de Orbán.

La ofensiva legislativa contra la comunidad LGBTIQ+

La ley se justifica bajo la retórica gubernamental de “protección infantil”, un argumento que ya había sido empleado en legislaciones previas para restringir derechos de las minorías sexuales. La “ley de defensa de menores” de 2021, sobre la que se sustenta esta nueva prohibición, ya impedía la representación de la homosexualidad en medios dirigidos a menores, así como en la educación escolar. Ahora, con esta nueva enmienda, se tipifica como delito la organización y asistencia a eventos del Orgullo, estableciendo multas de hasta 200.000 florines húngaros (aproximadamente 546 dólares), con el pretexto de destinar esos fondos a la “protección infantil”.

Lo más alarmante es la incorporación del reconocimiento facial como herramienta de represión. Esta tecnología permitirá a las autoridades identificar y sancionar a quienes participen en eventos prohibidos, una estrategia que recuerda a los métodos de vigilancia masiva empleados en regímenes autoritarios como Rusia y China.

Reacciones dentro y fuera de Hungría

La aprobación de esta ley ha sido respondida con indignación. En el propio Parlamento, legisladores de la oposición protestaron encendiendo bengalas de humo de colores y exhibiendo imágenes provocadoras, como una fotografía de Orbán besándose con Vladimir Putin. Fuera del recinto legislativo, miles de manifestantes tomaron las calles de Budapest, bloqueando el puente Margarita y enfrentándose a un fuerte dispositivo policial.

Desde la Unión Europea, la comisionada de Igualdad, Hadja Lahbib, condenó la medida, recordando que “el derecho a reunirse pacíficamente es fundamental” en la UE y expresando su respaldo a la comunidad LGBTIQ+ húngara. Human Rights Watch calificó la ley como “una nueva ofensiva contra los derechos humanos”, mientras que los organizadores del Orgullo de Budapest no tardaron en responder, señalando que “esto no es protección infantil, esto es fascismo” y reafirmando que la marcha del Orgullo, programada para el 28 de junio, seguirá adelante a pesar de la prohibición.

Un patrón de represión y la instrumentalización del odio

La prohibición del Orgullo es solo el último eslabón en una larga cadena de medidas regresivas promovidas por el gobierno de Orbán. Desde su llegada al poder en 2010, el partido Fidesz ha modificado la Constitución para definir el matrimonio como la unión exclusiva entre un hombre y una mujer, ha prohibido la adopción a parejas del mismo sexo y ha eliminado el reconocimiento legal de las personas transgénero.

Este ataque sistemático contra los derechos de la comunidad LGBTIQ+ no es un fenómeno aislado. Al igual que en Rusia, donde se han prohibido las “manifestaciones de relaciones sexuales no tradicionales”, el gobierno húngaro busca consolidar su poder desviando la atención de los problemas reales del país. La economía húngara enfrenta una crisis inflacionaria y una caída en la calidad de los servicios públicos, pero en lugar de abordar estos desafíos, Orbán recurre a la persecución de minorías para movilizar a su base ultraconservadora.

El desafío de la oposición y el futuro de Hungría

A pesar del control casi absoluto que Fidesz ejerce sobre el Parlamento, la oposición comienza a ganar terreno. Peter Magyar, exaliado de Orbán y líder del partido de centroderecha Tisza, ha emergido como una figura crítica del oficialismo, denunciando la mala gestión gubernamental y las violaciones sistemáticas a los derechos humanos. A medida que se acercan las elecciones parlamentarias de 2026, la pregunta clave es si la ciudadanía húngara permitirá que el país siga por esta senda autoritaria o si, finalmente, decidirá cambiar el rumbo.

Por ahora, la comunidad LGBTIQ+ húngara y sus aliados han dejado claro que no se rendirán. La lucha por el derecho a existir en el espacio público continúa, y la marcha del Orgullo de este año podría convertirse en un símbolo de resistencia ante la represión estatal. Mientras tanto, el resto del mundo observa, con la esperanza de que Hungría no siga el mismo camino que otros regímenes autoritarios.


Vía Tercera Vía


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