En la actualidad el concepto de propiedad ha cambiado mucho. Servicios como Kindle, Netflix, Spotify e incluso los videojuegos en plataformas como Steam nos han enseñado a pagar por acceder a contenido, pero no a ser dueños de él de la misma manera que antes.
En lugar de comprar algo que puedas tener para siempre, como un libro físico o un CD, ahora pagamos por una suscripción o por una licencia, que puede estar limitada. En este nuevo modelo, no siempre tenemos control total sobre lo que creemos que hemos “comprado”.
¿Qué es una licencia de uso?
Una licencia de uso es un permiso que otorgan las empresas o creadores de contenido para que los usuarios puedan acceder, utilizar y disfrutar de un producto digital, pero sin ser dueños de él.
Cuando compramos un libro en Kindle, una película en iTunes o un juego en Steam, no estamos adquiriendo la propiedad total del contenido. En realidad, estamos pagando por el derecho de usarlo bajo ciertas condiciones definidas por los términos y condiciones de cada plataforma.
Algunos ejemplos concretos
- Kindle (Amazon): Al comprar un libro no tienes total control sobre el mismo, Amazon puede retirarlo de tu biblioteca en cualquier momento. Esto ya ocurrió hace algunos años, en 2009 para ser específicos, cuando Amazon eliminó las copias de 1984 de George Orwell debido a problemas de derechos de autor.
- Netflix y Spotify: Pagas una suscripción que te da derecho a acceder a un catálogo de contenido, pero si dejas de pagar, pierdes acceso a todo lo “adquirido”.
- Videojuegos: En plataformas como Steam o PlayStation Store, puedes comprar juegos, pero si tu cuenta se bloquea o el servicio cierra, perderás el acceso.
¿Volverá el formato físico?
Aunque el formato físico, ya sean libros, DVD o discos, ha quedado en segundo plano frente a las plataformas digitales, aún conserva ventajas significativas. Comprar productos en formato físico te otorga derechos más claros: puedes prestar, vender o heredar lo que compras. Además, no corres el riesgo de perder acceso al contenido si una plataforma cierra o cambia sus políticas.
Por otro lado, al adquirir productos físicos, también contribuyes indirectamente a la preservación de la cultura, ya sea de películas, música o libros, lo que no siempre ocurre con el contenido digital, que puede desaparecer sin previo aviso.
El modelo de licencias de uso ha revolucionado la manera en que consumimos contenido, pero también ha abierto un debate sobre lo que realmente estamos comprando. Al pagar por acceso y no por posesión, se plantea la pregunta de si estamos perdiendo derechos importantes sobre lo que adquirimos. En un mundo donde las suscripciones dominan, ¿estás dispuesto a renunciar a la propiedad a cambio de la comodidad y la inmediatez?