El economista Mark Carney ha asumido como el vigésimo cuarto primer ministro de Canadá, marcando el inicio de una nueva etapa política tras casi una década de liderazgo de Justin Trudeau. La ceremonia de investidura se llevó a cabo en Ottawa, donde Carney y su gabinete juramentaron ante la gobernadora general Mary Simon. Con la expectativa de convocar elecciones en los próximos días, su mandato se perfila como una gestión de transición en un contexto de alta tensión con Estados Unidos y desafíos económicos internos.
Un cambio de liderazgo en un momento crítico
Carney, quien anteriormente lideró el Banco de Canadá y el Banco de Inglaterra, llega al cargo con la promesa de estabilizar la economía canadiense y fortalecer la posición del país ante la administración de Donald Trump. A pesar de representar al mismo Partido Liberal que su predecesor, ha formado un gabinete renovado, reduciendo significativamente el número de ministros y priorizando perfiles estratégicos para abordar la crisis comercial con EE.UU.
La administración de Trump ha intensificado las tensiones con Canadá, imponiendo nuevos aranceles al acero y aluminio y lanzando comentarios polémicos sobre una posible anexión del país. Ante estas declaraciones, Carney respondió tajantemente: “Canadá nunca será parte de Estados Unidos, de ninguna manera. Eso nunca va a suceder”. Además, en un guiño a la identidad nacional, reafirmó la determinación del país con una referencia al hockey: “En el comercio, como en el hockey, Canadá ganará”.
La guerra comercial y la respuesta de Carney
Uno de los retos más urgentes de Carney será manejar la disputa comercial con Washington. Trump ha impuesto aranceles del 25% sobre productos clave para la economía canadiense, lo que ha obligado a Canadá a responder con medidas similares. Carney ha dejado claro que mantendrá estos aranceles hasta que EE.UU. ofrezca un trato comercial justo. “Nuestra respuesta tendrá un impacto máximo en Estados Unidos y un impacto mínimo aquí, en Canadá”, declaró el nuevo primer ministro.
Sin embargo, Carney no descarta la negociación. Ha expresado su disposición a dialogar con Trump siempre que haya “respeto por la soberanía canadiense”. En los próximos días, se espera una llamada entre ambos mandatarios para abordar el futuro de las relaciones bilaterales.
Un primer ministro sin experiencia política, pero con un sólido historial financiero
A diferencia de sus predecesores, Carney no tiene experiencia política previa. Su trayectoria se ha desarrollado en el ámbito financiero, ocupando cargos clave en instituciones como Goldman Sachs, el Banco de Canadá y el Banco de Inglaterra. Su gestión durante la crisis financiera de 2008 y el Brexit le han valido el reconocimiento internacional como un experto en el manejo de crisis económicas.
Su llegada al liderazgo liberal fue resultado de una victoria arrolladora en la contienda interna del partido, obteniendo más del 85% de los votos. Ahora, enfrenta el desafío de gobernar en un periodo de transición hasta que se convoquen elecciones generales, que podrían adelantarse en las próximas semanas.
La reconfiguración del gabinete y el futuro político de Canadá
Carney ha reducido significativamente el tamaño del gabinete en comparación con la administración de Trudeau. Se espera que su equipo de ministros esté compuesto por entre 15 y 20 personas, una medida que busca mejorar la eficiencia del gobierno en un contexto de incertidumbre política y económica.
Entre los cambios más significativos está el traslado del actual ministro de Finanzas, Dominic LeBlanc, a la cartera de Comercio Internacional, con el fin de fortalecer la respuesta canadiense a la guerra comercial con EE.UU. También se ha especulado sobre el futuro de Mélanie Joly, ministra de Relaciones Exteriores, quien ha liderado las negociaciones con Washington y otras potencias aliadas.
A pesar de la incertidumbre sobre su duración en el cargo, Carney ha dejado claro que su prioridad es la estabilidad económica y la defensa de la soberanía canadiense. Las encuestas actuales muestran una leve ventaja para la oposición conservadora, lo que podría significar un gobierno de corta duración si las elecciones anticipadas no le favorecen.
Por ahora, Canadá entra en una nueva era política con un primer ministro cuya experiencia financiera será clave para afrontar los desafíos que se avecinan. Su liderazgo será puesto a prueba en las próximas semanas, en medio de negociaciones tensas con Trump y la preparación para un proceso electoral que definirá el futuro del país.