La tauromaquia y el sufrimiento animal | La Columna J por: Roberto Ahumada - LJA Aguascalientes
28/03/2025

La Columna J

La tauromaquia y el sufrimiento animal

“La dialéctica es necesaria para el desarrollo sociocultural, por ello, pienso luego existo”.

Estimado lector de este reconocido medio LJA.MX, con el gusto de saludarle como cada semana, quiero aprovechar esta ocasión para abordar un tema que ha polemizado en los últimos días, me resulta poco entendible que la gente se indigne más por las disposiciones para aplicar en las corridas de toros, que el campo de exterminio que se encontró cerca de Guadalajara, es evidente que existe una situación digna del análisis y la retórica.

Estimado lector, expongo un diálogo filosófico a partir de Peter Singer, la tauromaquia es un tema polémico que enfrenta tradiciones culturales con cuestionamientos éticos profundos sobre el trato a los animales. Desde la perspectiva utilitarista de Peter Singer, el sufrimiento de los seres sintientes es el criterio fundamental para evaluar la moralidad de una acción. La pregunta central es: ¿es justificable la tauromaquia cuando implica el sufrimiento deliberado de un animal para el entretenimiento humano?

Singer argumenta que los intereses de los animales deben considerarse a la par de los intereses humanos, bajo el principio de igual consideración de intereses. Si un ser vivo es capaz de sentir dolor y experimentar sufrimiento, sus intereses en evitarlo deben ser tomados en cuenta. Los toros, sin duda, cumplen con este criterio: poseen un sistema nervioso complejo y responden al dolor de manera similar a los mamíferos superiores. Altamente recomendables sus obras.
“Los animales tienen un valor inherente, igual que los seres humanos. Negarlo es caer en el error del especismo”: Tom Regan.

Si analizamos la tauromaquia bajo esta perspectiva, la práctica se vuelve difícil de justificar. La lidia no solo genera dolor físico al toro, sino que también lo somete a un proceso de estrés y miedo prolongado antes y durante la corrida. A diferencia de otras formas de sacrificio animal, donde podría argumentarse que la muerte es rápida o que existe una justificación funcional (como en la alimentación), la tauromaquia se basa en la exhibición del sufrimiento como espectáculo.

Los defensores de la tauromaquia apelan a su valor cultural e histórico. Argumentan que es una tradición arraigada en sociedades como la española, francesa y mexicana, y que forma parte de su identidad. También señalan que la tauromaquia es un arte que exalta la valentía del torero y el carácter noble del toro.

Sin embargo, desde una postura filosófica crítica, la tradición no es un argumento suficiente para justificar la perpetuación de una práctica si esta resulta inmoral. La historia muestra que muchas costumbres antes aceptadas (como la esclavitud o el trato desigual hacia ciertos grupos humanos) han sido abolidas conforme evolucionamos moralmente. Singer respondería que la cultura no es un escudo ético si se sostiene sobre la explotación y el sufrimiento de otros seres sintientes. Es evidente que debemos evolucionar como sociedad e individuos, más allá de los intereses y la lógica del capital. 


Si el objetivo del utilitarismo es maximizar el bienestar general y reducir el sufrimiento, debemos preguntarnos: ¿la tauromaquia genera más placer que sufrimiento? Aunque algunos espectadores experimentan emoción y satisfacción al ver una corrida, ¿es ese placer mayor que el dolor extremo del toro?

Creo que ningún espectáculo puede ser más trascendente que la vida de un ser vivo, se presentará una gran polémica en la próxima feria de San Marcos, ojalá exista el diálogo y los foros para el intercambio de ideas, más allá de la propia polémica.

El cálculo utilitarista sugiere que el sufrimiento del toro es más intenso y prolongado que la satisfacción pasajera del público. Además, la tauromaquia perpetúa una insensibilización hacia la violencia, lo que podría extenderse a la forma en que tratamos a otros seres humanos y animales, ojalá que nunca ningún ser humano tenga que estar en una situación como en la que están muchos animales.

En contraste, prohibir la tauromaquia no implica una pérdida cultural irreparable. Existen muchas formas de arte, expresión y tradición que no requieren del sufrimiento de seres vivos. La evolución moral de la sociedad sugiere que podemos reformular nuestras prácticas culturales sin perder identidad, enarbolando a la virtud, del mismo modo que el arte ha evolucionado sin necesidad de espectáculos sangrientos, después nos cuestionamos ¿Por qué el mundo es tan violento?

La tauromaquia plantea un dilema entre la tradición y la ética del sufrimiento animal. Si tomamos en serio el principio de igualdad de intereses y la necesidad de minimizar el sufrimiento innecesario, la abolición de la tauromaquia parece ser una conclusión razonable.

Sin embargo, este debate no debe cerrarse sin antes considerar las perspectivas opuestas. ¿Podría haber una forma de tauromaquia sin crueldad? ¿Existen derechos culturales que puedan pesar más que los derechos de los animales? ¿Hasta qué punto nuestra empatía hacia los animales debe influir en nuestras costumbres?

Estas preguntas abren el espacio para una reflexión profunda sobre nuestra relación con los animales y el papel de la ética en la evolución cultural. Como diría Singer, el verdadero progreso moral no consiste en aferrarse a costumbres heredadas, sino en cuestionarlas a la luz de principios racionales y compasivos. 

“La ética no termina donde comienza otra especie. El límite de nuestra humanidad se mide en cómo tratamos a los más indefensos”.

In silentio mei verba, la palabra es poder.


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