Nada como un poco de fuego para recordar que la naturaleza no perdona, y en Chihuahua, la situación es más que un simple susto: al menos 15 incendios forestales activos devoran el estado mientras brigadistas luchan contra llamas que se rehúsan a ceder. Si fuera una película de desastres, la trama sería predecible: un incendio tras otro, ráfagas de viento que avivan la crisis y un ejército de combatientes del fuego con recursos limitados tratando de evitar lo peor.
Con 11,842 hectáreas calcinadas y contando, los incendios han puesto en jaque a municipios como Uruachi, Guadalupe y Calvo, Balleza, Guachochi, Guazapares, Guerrero, Casas Grandes, Urique, Moris y Bocoyna. Pero la naturaleza no es el único enemigo: el viento, con ráfagas que alcanzan hasta 85 km/h, se ha convertido en el mejor aliado del fuego, complicando aún más las labores de contención. Las cifras no dejan de cambiar como los boletines de prensa del gobierno, pero lo que sí es seguro es que las llamas no discriminan: afectan desde bosques hasta carreteras, obligando al cierre de la vía Parral-Guadalupe y Calvo por la espesa humareda.
El operativo para frenar la crisis tiene de todo: vehículos todoterreno con bombas hidráulicas, drones que capturan imágenes en tiempo real y brigadistas (más de 330 en total) que, con palas y esperanza, intentan detener el avance del fuego. Mientras tanto, la Coordinación Estatal de Protección Civil, la Conafor y la SEDENA han activado sus estrategias, que incluyen monitoreos meteorológicos y más despliegues logísticos, aunque el viento sigue imponiendo sus propias reglas.
Entre los incendios más preocupantes, destaca el que arde en el Ejido Rancho Selaybo, en Uruachi, con 920 hectáreas calcinadas, y otro en el Ejido El Largo y Campo Verde en Madera, que ya ha consumido 4,105 hectáreas. Aunque algunos siniestros han sido controlados en un 100%, como el de Madera, eso no significa que la amenaza haya desaparecido: la propagación sigue siendo inminente y el clima no da tregua.
Las autoridades insisten en que todo está bajo control—hasta donde es posible tener control en un infierno forestal—y exhortan a la población a reportar cualquier incendio.