De la narcocultura al narcoterror
La evolución de la delincuencia organizada en México debe entenderse como un fenómeno complejo, que ha derivado en casos de tal impacto como Teuchitlán. Los narcos que retrataban los corridos de los años setentas y ochentas, en nada se parecen a los criminales que hoy lideran los carteles mexicanos.
Pero además, el objetivo mismo de sus actividades ha cambiado también. Hoy son conscientes de que terror y miedo, significa poder y control.
Las historias de criminales cruzando la frontera con cargamentos de droga hacia los Estados Unidos, dejaron de ser atractivas. La violencia extrema se ha convertido en la nueva bandera de los grupos criminales y se ha instaurado en lo más profundo de su ADN. Si antes había códigos, éstos ya no existen.
Los ataques a la población civil e inocente, por ejemplo, han aumentado drásticamente en los últimos diez años. Especialistas señalan que en ese periodo, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) ha participado por lo menos en el ochenta por ciento de los actos de extrema violencia. Lo anterior con la intención de consolidarse como el grupo criminal de mayor poder e influencia en México.
Si hablamos de terror, los casos y ataques de los últimos tiempos hablan por sí solos: cabezas arrojadas a bares y antros, ejecución de jóvenes inocentes, videos de asesinatos en vivo (incluidos menores de edad) difundidos en redes sociales, coches bomba y ataques con drones a las autoridades. Las escenas son propias de una guerra sin cuartel, en un país sin ley.
Es también, en esta última década, cuando el auge de la narcocultura ha llegado a su máxima expresión. Los grupos musicales que se dedican a los narcocorridos han proliferado y ha sido evidenciada, incluso, su relación con organizaciones criminales, que encargan piezas musicales y que los contratan para amenizar palenques, eventos o fiestas privadas.
Las series sobre narcos y líderes de los cárteles mexicanos también se han hecho un negocio redondo para las compañías de streaming, por la alta demanda y consumo de este tipo de contenidos. La violencia no es ajena a estas series, que enaltecen y mitifican a criminales que burlan la ley y que se burlan de las autoridades y del propio gobierno. Y la pregunta que se hacen muchos sociólogos y especialistas en temas de seguridad es la misma: ¿es sano para la sociedad este tipo de contenidos?
Lo cierto es que la fascinación por este tipo de personajes y por ese estilo de vida, no es nuevo. La narcocultura también se ha vuelto más violenta en sus expresiones y retratos. Y hoy, lo que conocemos del mundo del narco es sólo la punta de un terrible iceberg que poco a poco arroja pedazos de una cruel y terrorífica realidad. ¿Vale la pena seguir haciendo de estos criminales, que siembran el terror, los héroes de la pantalla y de la música?, lo dejo para la reflexión.