Campos del terror por: Adrián Valencia - LJA Aguascalientes
29/03/2025

Campos del terror

Las escenas del campo de entrenamiento del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), en Teuchitlán, son de verdadero terror. La barbarie que ahí se vivía, descrita por sobrevivientes de estos campos modernos de concentración, es cruda, atroz e indignante. 

No es la primera vez que esto sale a luz. Sicarios, muchos presos en cárceles de Tamaulipas, Colima y Guerrero; han descrito a cabalidad cómo funcionan estos campos de reclutamiento, entrenamiento y muerte.

De acuerdo con Indira Navarro, líder del colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco, el campo de Teuchitlán tenía por lo menos diez años en funcionamiento. Una fuente consultada por ella, confesó que estuvo retenida, en contra de su voluntad, por lo menos tres años en esos campos, ubicados a menos de una hora de Guadalajara. 

Pero lo de Teuchitlán, repito, no es nuevo. En 2023, recordemos, el secuestro de cinco jóvenes en Lagos de Moreno conmocionó a la opinión pública, porque se supo, tiempo después, que tras ser levantados fueron obligados a matarse entre sí, por grupos de la delincuencia organizada. 

Quien sobrevive, se sabe hoy, es obligado a entrar a la guerra que mantienen grupos rivales como el Cártel de Sinaloa y el mismo Cartel Jalisco Nueva Generación. 

Pero no es únicamente el terror de Jalisco, ni el terror de Puebla, el de Sinaloa o el de Guerrero. Prácticamente todo el país se ha cubierto de sangre y barbarie. 

Las masacres, esas que López Obrador decía que se habían acabado, son más bien su herencia maldita. A la presidenta Sheibaum le explotó la bomba de tiempo en la cara y no hay estrategia, al momento, que parezca servir ante la penetración y control del narco. 

Frente a Trump, el gobierno mexicano es incapaz de ponerle fin a décadas de ausencia de Estado de Derecho, de colusión, de narcopolítica. 


Los duros señalamientos del fracaso del modelo mexicano tienen una base. ¿Cómo hablar de legalidad y justicia, en un país donde se reclutan personas a la fuerza, se asesinan, se queman, se trituran y se desaparecen? ¿Cómo hablar de gobierno, en un territorio donde el narco impone sus candidatos, sus policías, sus reglas, su ley?

Los campos del terror de Jalisco reavivan, una vez más, la historia de narcoviolencia en México. El retrato del fracaso hacia el exterior. La fachada de un país, por decir lo menos, de tercer mundo. Un país en donde se libran guerras internas por el poder. Pero ese poder, no se lo disputan facciones políticas, sino criminales que han dejado de temer al Estado. 

Y todavía hay, quienes desde la comodidad de la política, se indignan cuando Trump habla de narcoterrorismo. Cuánto dolor, cuánta indiferencia y cuánto por hacer. 


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